lunes, 31 de marzo de 2025
Separación - Ben Stiller
Error fatal, haber leído antes de ver la conclusión de esta segunda temporada que ya se había contratado una tercera, por lo que sabes que habrá un final, sí, pero que no será el final. Así que nos encaminamos a ver el cierre de la segunda temporada de Separación, la serie de Ben Stiller que nos moló en la primera temporada con esa premisa de las vidas separadas entre la vida civil y la vida laboral y que poco a poco iba rellenándonos huecos para que supiéramos el porqué de esa decisión tan poco habitual como es el tener una doble vida. Si esa primera temporada me gustó, aunque resultaba ciertamente complicada de entender y lo que tenía de arcano lo tenía de diáfano con unas ambientaciones y una estética que a mí singularmente me chifla, la segunda temporada tenía el reto de buscarle un sentido a la cosa y que, de alguna manera, se evitara el Efecto Perdidos, es decir, que la cosa se complicase tanto y tanto que al final se buscase una solución absolutamente en falso que lo echara todo a perder. Todo encaja, personajes con un pasado, la empresa omnipotente, un credo sectario, una tecnología entre patillera y avanzadísima. Y esta segunda temporada la podría resumir con un 'no puedo decir que me ha gustado mucho aunque me haya gustado porque no he entendido un montón de cosas'. Que igual no hay tantas cosas que entender y que el final de hecho simplifica mucho las cosas y te deja simplemente con el dilema pendiente de si ha elegido bien o no o si ha elegido las dos cosas bien o bien si el que ha elegido ha elegido lo que tenía que elegir y que si hubiera sido otro pues hubiera elegido otra cosa, según sus intereses. ¿No? Y todas las demás subtramas pues oiga, es que yo tengo la capacidad que tengo y a muchas cosas ya no llego o si no se me pone un poco más claro todo al final me pierdo y me agarro a lo que más o menos me encaja y si no, pues procuro que el balón corra y que se llegue al final del partido sin encajar una goleada. Porque hay momentos en los que el riesgo de encajar una goleada mental son ciertos. Excursiones, personajes que no sabes si están, si son, si se lo hacen, los dos que se enamoran dentro que no sabes si es que hacen comedia fuera o qué pasa con ellos y que son el Turturro y el Walken y estás siempre pensando que está pasando algo raro pero cómo no va a estar pasando algo raro, la trama de la que se enamora del dentri y quiere al fueri pero quisiera que el fueri se pareciera al dentri y tú dices pero vamos a ver si son iguales, canastos, todo el rollo de lo de los numeritos que son temperamentos y que me lo tienen que explicar así bien explicado porque no me acabo de aclarar y así una detrás de otra, por no hablar de lo de la Arquette que tiene miga y todo el pan entero. Así las cosas, otra vez encantado con la estética, con la crítica a lo corporativo, enamorado de lo formal, un tanto perdido con lo que te tienes que perder, sin entendera muchos personajes y porqué están allí comportándose así, pero al final con un debate que sabe a poco entre lo de escoger o obedecer, pero así sin mal rollo. Eso, que me ha gustado pero me hubiera gustado haber entendido más.
jueves, 27 de marzo de 2025
Estado Eléctrico - Anthoni Russo & Joe Russo
Que parezca una tontería. Que parezca una cosa así de muñequitos, de robots, los efectos especiales, una cosa así para críos, para adolescentes como muchísimo. Que nadie se de cuenta. El viejo truco del almendruco. La vieja patraña. Hacernos pasar por una cosa inocente y de mero entretenimiento todo un artefacto de contenido político. Y qué contenido político. Un poco de azúcar, es la píldora que os dan, pasará mejor. Qué buena. Esta película es así. Esta película, camuflada con los robots tan bien hechos y con el debate sobre si la actriz protagonista se ha traicionado a sí misma y a esa imagen de sí misma que tenemos los adultos que no queremos que deje de ser como era en Stranger Things y así demostramos también con ese anzuelo, con ese señuelo, con ese cebo, que picamos derechitos en él y nos identificamos como unos auténticos gilipollas por no decir otra cosa, esta película, digo es un artefacto perfecto para colar un mensaje que llegue y que cale, al menos un poco. Una película que nos habla de cómo nada es reversible y eso de que los magnates tecnológicos traumados nos digan cómo tiene que ser nuestra vida y que mediante la tecnología nos hagan desconectarnos de lo que somos y pasar a ser simplemente marionetas que buscan poner remedio a sus traumas sin ni siquiera tocar la realidad, tiene arreglo. Que no hay nada como quedar con un o una colega y hablar. Y sí, los robots, los efectos especiales, todo eso. La píldora que os dan.
martes, 25 de marzo de 2025
No hay límites para Israel
Los últimos días habíamos visto manifestaciones en Israel para protestar por ciertas decisiones del Gobierno que se interpretan como pasos en dirección del establecimiento de un régimen iliberal. Habían destituído a la Fiscal General y al jefe de los Servicios secretos y la gente se había echado a la calle. Casi de manera paralela, Netanyahu había decidido dar por concluido el alto el fuego y por consiguiente, continuar la masacre en Gaza. En pocos días, miles de muertos. Repitámoslo porque miles de muertos se dice así pronto, pero paladeemos bien el miles de muertos. Miles de personas muertas únicamente porque Netanyahu necesita a los partidos de la extrema derecha (más) para que le den apoyo en momentos en los que está en la cuerda floja. Que no sea que estas decenas de miles de muertos no sean sino una manera de camuflar que Israel ya no es, si es que alguna vez fue, una democracia. Esa democracia espejismo, oasis, entre tanto régimen salvaje árabe y musulmán. Ese refugio de civilización, de cantantes en Eurovisión, de Maccabi de Tel Aviv en la Euroleague, viva la vida viva victoria afrodita, como demostración de que no es el lugar sino que es la gente la que hace y que si esa gente no ha sido capaz y ellos sí, pues eso. Carta blanca. Carta blanca para masacrar inmisericordemente a una población palestina que no se va a ir de allí pero que va a morir allí, ante el silencio cómplice de todos nosotros. Y de los propios israelís los primeros. No hay límites para Israel. La sensación de impunidad, qué sensación, la constatación de que no hay nada que no puedan hacer la tenemos cada día. Justo ayer la foto de un joven periodista asesinado, periodista palestino, nos servía de enésimo recordatorio de que Israel va a por todo. Una prueba más. Pero no la última. Nunca es la última. Ayer se informaba que el codirector del documental ganador de un Oscar hace unas pocas semansa, el palestino Hamdam Ballal había sido apaleado por unos colonos que entraron en su casa y que muy mal herido había sido arrestado por el Ejército y recogido en un ambulancia. Se desconoce su paradero. Da igual que seas conocido, reconocido, internacionalmente prestigiado, simplemente osas estar allí, vivir, ser otra cosa, y por ello has de morir. Es el mundo en el que vivimos, donde la maldad, la absoluta falta de escrúpulos, se ha convertido en regla de exposición. Podemos matar a cualquiera, en cualquier sitio, por cualquier motivo, sin motivo, nos da igual, qué más da, podemos matar y matarte cuando queramos, indoloramente con un dron y disparando desde otra parte del mundo o simplemente entrando en tu casa y dándote una paliza de muerte. Podemos hacerlo. Qué pasa. Y lo peor no es eso, lo peor es que no hay nada delante para decir 'hasta aquí'. No hay límites. Que no nos pase. Liberad a Hamdam Ballal.
lunes, 24 de marzo de 2025
Xarneguisme, el debat defitiu. I calleu ja, que s'empipa Joel Diaz.
Abans de començar aquest text, article, reflexió, vomitada, sobre el debat definitiu sobre el xarneguisme que es mereix Catalunya en els seus mitjans de comunicació públics, he de dir el motiu pel qual escric això una vegada més. I és que crec que només de pensar que Joel Díaz pogués llegir-ho i veure com la seva cara es torça i retorça en saber que, novament, un dels Comuns treu el tema, ja m'omple de satisfacció. Arribo a aquest vídeo podcast gràcies a la difusió que en fa el company Dani Ruiz en el seu Instagram i a l'observació que fa sobre el mateix: un debat sobre xarneguisme en el que ningú es considera xarnego. Em crida l'atenció i em disposo a escoltar el debat. Com ja he dit, el debat es planteja en un programa / podcast de temàtiques diguessim lleugeres on es tracten de vegades temes complexes, però amb aquest aire de mig broma que ho impregna tot. Juvenil, provocatiu, parlem sense embuts. La presentadora, Alba Riera, avança que han volgut deixar passar un temps per fer aquest debat, desprès de la polèmica pel discurs del guionista de La Casa en Flames en les que es reivindicava com a xarnego. Fa les presentacions dels tertulians i passen a repassar si en són o es consideren xarnegos. Tots diuen que tenen alguna branca familiar de fora de Catalunya però que en cap cas es consideren xarnegos. Al llarg del debat, només Jenn Diaz gosa a parlar d'una identitat híbrida i d'una certa complexitat en la definició, però ràpidament solapada amb la seva inquebrantable adhesió a l'ideal indepe i està tot perdonat. O, pel que he vist, potser no. El que em crida més l'atenció és que molesta el debat. El mer fet de plantejar el debat. L'humorista o divulgador o personatge mediàtic Joel Díaz, que te i ha tingut portes obertes per conculcar la seva visió del món als mitjans públics, considera que aquest debat està passat, que no interessa, que sols interessa a un cert tipus de gent, una vegada més (comuns, comuns, comuns... Vasallo, Vasallo, Vasallo...) treu a passejar la seva animadversió cap els Comuns i l'Orgull Xarnego de la Brigitte Vasallo. Mentre el català es mor, diu, estem parlant d'això que només interessa a... a qui. No hi ha debat, no es pot parlar, perquè el cuento aquest de que els que venien de fora eren pobres i els d'aquí burguesos no és veritat. Com? Què diuen? Que la cultura catalana és tancada? Això és mentida. Com pot ser tancada la cultura catalana si... cap exemple. No es pot dir que la cultura catalana sigui tancada, que la identitat catalana sigui excloent, que hi hagi gent que es senti expulsada de la catalanitat. Parlen com si en aquest magnífic país no hi hagués hagut durant quinze anys una fractura que, encara que sigui perquè la gent que ho hagi sentit així sigui idiota, hagi pogut fer percebre 'la catalanitat' com un fet políticament alié per a una molt important part de la població catalana. El català, costums, tradicions, idioma, etc., tot acompanyat de l'estelada corresponent. Tv3 fa promoció aquests dies d'un documental sobre la mort d'un cuiner, En Salsetes. En el documental el cuiner, en una de les festes populars, porta l'estelada com a mandil. És natural. Es considera natural que una ideologia concreta, un posicionament polític concret, sigui de natural visible i promocionable. És lo normal. Però, pensen alguna vegada que potser hi ha gent que veu Tv3 que no és independentista? Ho poden concebre? Parlen, també en aquest debat, de que el debat no és si hi ha qui es considera fora de la 'catalanor', sinó que la catalanitat està amenaçada. Llavors no hi ha debat possible. I tot amb aquella cara d'agravi permanent, de mala baba, de botó de la camisa no cordat i pit a l'aire, de 'que marxin de Catalunya', de això a Madrid no passa perquè el que els hi passa a aquests que es diuen xarnegos és que no volen ser catalans. El debat definitiu sobre xarneguisme dura una mitja hora, no més. La presentadora passa a un altre tema i fins aquí aquest debat que toca fer. El debat no és perquè el català va minvant i quines explicacions poden venir-nos al cap sino perquè hem de debatre sobre les opinions d'altres que igual tenen una resposta al respecte que no està basada en els seus pressupostos nacionalistes. Sí, nacionalistes. El debat no és xarnegos pobres, catalans rics. El debat és quines referències xarnegues hi ha a la cultura catalana, als mitjans públics catalanes, que no comulguin amb l'assumpció de que l'origen no ha de tenir reflexe en el meu pensament i la meva manera de mirar el món, sinó que he d'assumir que arribats a la catalanitat, d'esquerres o de dretes, totes tenim que tenir el mateix objectiu. Com em pot dir l'impulsor del Puta Espanya als mitjans públics que la cultura catalana no és excloent? Calleu ja, que s'empipa Joel Diaz, marginat a sortir totes les setmanes a l'Apm, pobre.
jueves, 20 de marzo de 2025
Adolescencia - Philipp Barantini
Más que una pregunta yo quisiera hacer una reflexión. Esta miniserie, de solo cuatro episodios, nos cuenta algo que tenemos delante y que no vemos hasta que pasan cosas. Puede pasar, como en la serie, que muera alguien, puede pasar que nos echemos las manos a la cabeza cuando escuchamos a los chicos jóvenes opinar sobre cosas. Sobre lo que sea. Cosas. Nos preguntamos, nos escandalizamos, le buscamos una respuesta, la ignorancia, los padres, antes. Antes y ahora. Esta serie es un espejo de lo que tenemos y de lo que nos han puesto por delante como todo un reto. El reto se llama no ser arrasados por un estado de las cosas que se imponga a partir del odio. El odio y el resentimiento. Una de las cosas que retrata la serie es la desconexión que existe entre el mundo adulto y el mundo de los jóvenes. Claro, esto ha pasado siempre, dirán, pero antes ese distanciamiento, esa incomprensión parecía otra cosa. Ahora es directamente algo que nos deja sin palabras. No podemos entender que los jóvenes, no es que sean rebeldes, es que se odian a sí mismos. Se odian a ellos mismos y odian a todo lo demás. Y odian a las mujeres. Que posiblemente esté exagerando, que posiblemente esté generalizando, que no es así. Lo que nos cuenta esta serie es una historia a partir de un asesinato del que rápidamente conocemos al culpable, aunque nos sorprenda que el culpable sea alguien tan joven como un chaval de 13 años. E inmediatamente comienza una investigación y unos interrogatorios y una composición de lugar por el cual nos querremos enterar de dónde viene, cuál es su familia, si son unos garrulos, si el niño está pirado, si la hermana, los padres, el padre que tiene así como pintilla de... y es en el segundo episodio donde todo se nos viene abajo, porque la respuesta no la tiene nadie más que alguien que está ahí y que vive eso y que conoce los códigos. Nosotros, los que ya hace mucho tiempo que vamos deambulando por el mundo sin mayor pretensión que el ir quedando medio bien con la vida, no lo entendemos. Y así, descubrimos que todo eso que nos cuentan, los incel, el odio a las mujeres, el resentimiento, la sensación de estar fuera, la presión de molar, de gustar, de responder a unas expectativas, de ser alguien con muchos megustas, un fucker, un yo que sé, es que es difícil saber qué. Es imposible saber qué. Es complicado afrontar que quizás tienes que educar a alguien en este mundo con estas condiciones y que salga medianamente regular. Esa presión, esa ausencia de ligazón entre esos jóvenes y el mundo, la responsabilidad, la autoridad, las normas, ese negarlo todo porque estamos viendo que los de arriba lo niegan todo, no hay responsabilidad, no hay verdad, no hay realidad, todo puede ser juzgado, todo puede ser mentira, todo puede ser falso y al final ella era una zorra y se lo merecía. Y ese tercer episodio salvaje de una entrevista entre la psicóloga y el chaval y cómo todo encaja y ese episodio final donde definitivamente no encontramos el porqué. Porque puedes ser tú. Y todo está tan bien hecho y ese niño de dónde narices ha salido porque es una bestia y te olvidas de lo del plano secuencia como enganche. Nosotros qué sabemos.
miércoles, 19 de marzo de 2025
Karpov
Ahora, pam, me subo a la baranda, me tiro al río y salgo nadando hacia nosedónde y cuando llegue me quito el traje y la corbata y me cago en todo y libre, libre al fin. Y venga a nadar y que ni el frío, ni el cansancio me afecte, porque mi meta es tan grande que no hay esfuerzo suficiente que me pare. A que me tiro. Un día os voy a dar un susto y me voy a tirar. Un día todo este rollo del gélido y de la hostia os va a estallar entre las manos y voy a liar una que os vais a cagar las patas abajo. Mira cómo agarro la barandilla. Es que con estas mismas cojo y de un salto, chimpun, y no me volvéis a ver el pelo pero es que nunca más. Y sobre todo, por quitarme al notas este de encima. Siempre mirando. Que sí, que sí, que eres muy bueno y muy salvaje y muy agresivo y todo lo que tu quieras, pero deja de agobiarme, coño. Con el humo del cigarrito, con la mirada intensa, que sí, que eres super guay y que yo soy un carca y tú eres moderno y lo que tú quieras. Pero un día voy a coger y me voy a dar el piro y entonces a ver con quién te mides, a ver con quién te comparas. Te aburrirás, te cansarás, te pondrás a decir gilipolleces, a creerte un payaso, porque eres un payaso al final, y como payaso que eres si no tienes freno, límite, solo sabes hacer payasadas. Payaso. Es que fíjate qué poco me costaba coger, pegar un salto y ponerme a nadar y que le den por el ñaca a todo. El frío del agua, tú crees que me va a acojonar el frío del agua por el amor de Dios, que solo dices idioteces. Te has acostumbrado a que todos te rían la gracia porque eres y es que en realidad no eres, porque cuando yo me haya ido qué, qué vas a hacer. Vas a jugar con maquinitas y con ordenadores y serás un mono de feria. Y lo peor, cuando tú seas un mono de feria, qué seré yo. Quizás otro mono de feria. Cualquier día va a ser bueno.
jueves, 13 de marzo de 2025
Armas pal pueblo
Si a ti o a mí nos preguntan si queremos que se aumente el gasto militar, naturalmente diremos que no. Hemos sido criados en el antimilitarismo, en el pacifismo y en la desconfianza profunda hacia cualquier Ejército. Si nos preguntan, diremos que estamos en contra de aumentar el gasto militar porque no queremos que, llegado el caso, nos toque a los de siempre tener que pagar las consecuencias de los juegos geoestratégicos, geopolíticos, de los que no van a pringar jamás en un conflicto. Si nos preguntan, diremos que no queremos que, como consecuencia de que se tenga que aumentar el gasto militar, se reduzcan las inversiones en otra serie de partidas presupuestarias que se podrían ver afectadas porque el dinero es uno y no múltiple, es decir, que no habrá dinero para escuelas, para hospitales, para gasto social. Gasto militar contra gasto social, naturalmente gana el gasto social. O pierde, en este caso. Si nos preguntan, no queremos que haya ninguna guerra en el mundo. Antes, las guerras eran una cosa y ahora son otra, pero más o menos el resultado es el mismo. Antes, sin embargo, sabías cosas sobre la guerra, sabías al menos quién era el bueno y quién era el malo, sabías qué era lo que defendían unos y qué intereses tenían los otros. Antes, nuestro antimilitarismo se conjugaba con las simpatías hacia algún bando. Antes, eso era antes. El amigo americano nos ha dicho, o nos ha querido decir, que ya no va a pagarnos la defensa y nuestros gobernantes han captado la idea y han decidido que lo que no pongan los americanos lo vamos a poner nosotros. Porque hay una amenaza cierta, que son los rusos que ya han invadido a un país y quién sabe si no pueden invadir otro. ¿Son los rusos nuestros enemigos? ¿Son los rusos nuestros amigos? Si nos preguntan si tenemos que aumentar el gasto militar porque tenemos que prevenirnos de la amenaza que representa Rusia... Si nos preguntan si tenemos que aumentar el gasto militar para garantizar nuestra soberanía como entidad europea respecto a los bloques norteamericano y ruso... Si nos preguntan si tenemos que aumentar el gasto militar pero que en realidad no se trata de aumentar el gasto militar sino de realizar toda una serie de inversiones en sectores estratégicos que nos garanticen no depender de los americanos... Si nos preguntan toda una serie de cosas seguramente no estaremos de acuerdo porque estamos de acuerdo pero, es posible, que no estemos en las mismas coordenadas espacio temporales y sobre todo, no estaremos de acuerdo si de lo que se trata es de joder y aniquilar al que compite contigo por el espacio político. Así que si me preguntan, lo contrario de lo que tu digas.
lunes, 10 de marzo de 2025
Los que se quedan - Alexander Payne
Los americanos no son tan malos. Nos estamos acostumbrando a ver en los americanos algo siniestro, cazurro, intolerante, racista, malo y de vez en cuando, nos llegan algunas historias en las que se nos muestra que no solo puede haber buena gente, sino que pueden contar cosas buenas de sí mismos. Porque los americanos solo nos gustan cuando cargan contra sus defectos, sus paletadas, racistadas, los tejemanejes de su gobierno, su hipocresía. Cuando nos llegan sus películas románticas, sus comedias tontas, sus westerns, sus musicales, sus lo que sea, siempre tenemos que poner el acento en que eso no es real, que nos intentan contaminar, que nos quieren comer el tarro, que nos pintan un mundo feliz que no existe. Así que, cuando llega una película como Los que se quedan, nos descoloca. Una buena película, que a los pocos minutos ya intuyes cómo puede acabar, pero que sin embargo está tan bien construida y te mete en un relato tan bien llevado que sus dos horas no se te hacen pesadas, con un final que te provoca una sensación de 'todo está bien aunque parezca que no está bien', realmente agradable. Sí, una buena película con un mensaje positivo y que acaba relativamente bien. Es la historia de un profesor de uno de esos institutos norteamericanos de gente bien que choca con su grupo de alumnos que no tienen ninguna simpatía ni hacia su persona, un tanto insufrible y repelente, como hacia la materia que imparte, la Historia Antigua. Es la historia también de uno de sus alumnos, jovencito con ganas de liarla. Y también la de una cocinera del colegio a la que se le ha muerto su hijo en Vietnam. Los tres se ven obligados a convivir durante las vacaciones de Navidad ya que ninguno tiene plan familiar, unos porque no tienen, otros porque no les quieren, otros porque se la han quitado. Como sucede en casi todos los órdenes de la vida, tememos u odiamos lo que desconocemos y es con el roce y con el conocimiento mutuo como se suelen limar muchas asperezas, incluso nacer amistades. Lo cómodo es mantener tu propio cliché y así vivir en una burbuja de autorreconocimiento y vivir feliz pero obtusamente, pero puede ser que la vida te coloque en situación de tener que convivir con otros puntos de vista. Y entonces pasa. Esta peli no cuenta nada nuevo, pero lo cuenta. Y eso ya es mucho en el mundo en el que vivimos.
miércoles, 5 de marzo de 2025
Bienvenidos a la mitad de la película
Esta esquina. Hace cientos de años en esta esquina había un escaparate con muchas cosas, esas cosas eran las que vendía la tienda Desitjos que había abierto la madre del Raúl Cano, al que llevábamos a jugar a fútbol. En esa esquina nos parábamos el Abel y yo cuando salíamos por Santa Coloma, ya al final de la noche, a comentar la jugada. La jugada casi siempre considerábamos que no nos había salido bien, pero tampoco sabíamos concretar porqué había salido mal. En esa esquina, nos quedábamos mirando unas lámparas de lava que nos ayudaban a matar el rato. Cuando ya lo teníamos todo comentado, nos íbamos cada uno por su lado. Entonces ya se había ido el Edu a Madrid y las visitas del Mario eran cada vez más esporádicas. Solo estábamos el Abel y yo. Durante muchos años, solo estábamos el Abel y yo. Por los sitios, en los bares, haciendo nada, yendo a conciertos, comentando los discos de Yo la Tengo, descubriendo a los Brian Jonestown Massacre, encontrándonos con la tropa del Seimar, nos vamos a ir el Mario, el Abel, la música, la perra, el dvd. Este texto, a medida que lo escribo, me da la impresión de que también lo escribí el día que el Abel cumplió los 40 años. Hoy el Abel cumple 50 años. Es el primero que llega a los 50 años. La mitad de la película. Si es que aspiramos a vivir 100 años, claro. Es el primero de nosotros que llega a los 50, aunque ya he visto en el facebook que algunos o algunas de las de clase ya han llegado también. Pero el Abel es el primero de los cuatro. Cuando el Abel tiene 50 años, todos tenemos ya cincuenta años. Aunque los cumplamos en mayo, aunque los cumplamos en octubre. El Abel ya no está aquí, se fue hace unos años y viene esporádicamente. Nos conocemos desde los tres años, desde el parvulito. Creo que empezamos a ser amigos en séptimo de EGB. El Abel era y es lo que yo pensaba que era todo lo contrario a lo que yo era. Si yo no hablaba, el Abel hablaba, el Abel hacía cosas que yo no hacía, el Abel hablaba con gente y yo no, el Abel era protagonista y yo me quedaba en un discreto segundo o tercer plano, el Abel rompía el frente enemigo y luego venía yo a ver qué había quedado, el Abel no pasaba desapercibido, el Abel no pasa desapercibido. No sé porqué en séptimo o antes o después empezamos a ser amigos y cómo hicimos migas con el Edu y el Mario. Ellos iban al instituto juntos y yo no. Con el Edu conectaba con la música y con muchas cosas, y el Abel era alguien con quien discutir, alguien que te estimulaba a hacer cosas, a incomodarte. Pero era alguien en quien confiar. No sé. Alguien a quien poder contarle las cosas que te pasaban, que me pasaban muchísimas cosas. El Abel estaba ahí y siempre daba algún consejo. O no. Pero escuchar, escuchaba, estar, estaba. Y por eso el Abel es mi colega. Aunque ya no nos veamos, ni avise cuando viene, ni nada. Es el Abel. Elabel. Uno de los nuestros. Me dejo muchas cosas pero ya os las sabéis. Y hoy cumple cincuenta años. Cincuenta. Y si el los cumple, ya estamos. Hemos llegado. Nadie daba un duro. Nadie.
lunes, 3 de marzo de 2025
The Apprentice - Ali Abbasi
Esta película es tan buena que no la podemos recomendar. Es tan real lo que cuenta, tan explícito lo que muestra, tan directo lo que enseña, que podríamos caer en el error de decir 'es que esta película la tendrían que pasar por los institutos'... no! ¡Error! Tal y como están los tiempos y tal y como está la capacidad de comprensión de buena parte de la población y de cómo interpretamos los mensajes y cuáles son nuestros nuevos referentes y lo que está bien y lo que está mal y tal y como está todo gracias precisamente a Donald Trump y lo que significa Donald Trump, esta película es mejor que no la vea mucha gente. Porque mucha gente puede pensar que, efectivamente, eso que cuenta, no está mal. The Apprentice nos cuenta de qué manera Donald Trump pasó de ir cobrando alquileres por los pisos que eran propiedad de su padre a plantear el convertirse en presidente de los Estados Unidos. Todo ello siendo el aprendiz de un personaje infecto como Ray Cohn, un abogado sin escrúpulos que le enseña cómo comportarse en el mundo de los negocios, en la política y en lo personal, para dejar de ser un acomplejado panoli y convertirse en un panoli pero sin complejos. La película es un auténtico festival de barbaridades, la interpretación de Jeremy Strong como Ray Cohn es antológica y la caracterización de Sebastian Stan como Trump son suficientemente potentes como para mantenerte pegado a la pantalla durante toda la película. Es tan maléfica, que incluso en los primeros compases puedes llegar a sentir algo de simpatía con un Donald Trump atontado, acomplejado por un padre muy estricto, que siente algo de cariño por un hermano que está perdido. Una trampa. Para ser quien quiere llegar a ser, Trump adoptará los principios de Cohn y los llevará al extremo, de tal manera que superará al maestro y, muy en consonancia con lo predicado, renegará de él. Porque no hay que dejar, bajo ningún concepto, ni de atacar, ni de negarlo todo, ni de aceptar ninguna derrota. Y así estamos. Estamos de tal manera que lo que vemos ante nuestros ojos en 2025 y que transcurre durante unas décadas, los 70 y 80, cuando todo eso era todavía denunciable, execrable, parodiable, risible, motivo más que suficiente para ser vilipendiado, hoy en día es altamente peligroso. Porque lo peligroso de la historia que cuenta Ali Abbasi es que si hace unos años veíamos las películas sobre la vida de Dick Cheney o Robert Alies con la conciencia de que estábamos viendo a alguien que estaba frente a nosotros y que mostrando sus actos, destapándolos, podíamos alcanzar algún tipo de redención, podíamos salvarnos de ellos y su maldad, hoy tengo la sensación de que mostrando lo que es Trump, de dónde viene y cómo lo hizo, estamos señalando lo que puede ser un referente para mucha gente. El horror es ese.