jueves, 27 de febrero de 2025

Crónica del #PleGramenet de Febrero. A lo nuestro.


Las cosas importantes son las importantes. Las importantes son prioritarias. Si ante la aparición de cosas importantes uno sigue haciendo como que la cosa no va con uno y mantiene unas prioridades que ya dejaron de serlo, que ya no, o eres un irresponsable o es que no llegas a más. O no tienes ningún tipo de sensibilidad y en realidad te ha dado todo igual siempre y tienes un esquema y no sales de él, porque en ese esquema has hecho tu vida, has construido tu pobre imagen, no serías nadie. Eso es lo que crees. Las cosas importantes son, por ejemplo, las intervenciones de esas dos madres con hijos afectados por enfermedades minoritarias te encogen el estómago. El impacto de lo que cuentan es tan grande que todo lo que previamente te había parecido muy importante, pues es bastante menos, todo lo que iba a venir después, también. Y sin embargo, tanto todo lo que viene antes como lo que viene después del pleno, es decir, todo lo que rodea a la actividad política tiene que ver y mucho con lo que contaban esas madres y la situación que viven y cómo se responde ante ello. Ponerte delante de lo que debe suponer ese sufrimiento constante y cómo te cambia la vida y cómo todo gira en torno a, sintiendo que nadie sabe y que nadie entiende y que nadie comparte y que nadie ayuda lo suficiente, todos los santos días, debe ponerte tan al límite que todo te debe parecer ajeno. El impacto de escuchar esos testimonios es tan grande que recomponer el gesto y la entereza se hace difícil. Pero hay un factor que nos obliga a mantener el pulso de los acontecimientos. Delante nuestro, en el banco de delante desde el que somos espectadores del Pleno, se encuentra la claca que ha traído Vox para este pleno. Integrandes de la fantasmal asociación Ampi y un representante ful de un sindicato ful como es Solidaridad Nacional, que han pedido la palabra para sus asuntos. La foto. El vídeo. La foto que ilustra este pleno viene a explicar a lo que nos estamos enfrentando y qué es lo que uno, en su humilde y asustadísima opinión, sugiere. La foto es de un vídeo que el propio presidente de los Estados Unidos de América, ha colgado en su instagram sobre el posible futuro de Gaza. El vídeo es tan obsceno, grotesco, insultante, que podría parecer una parodia pero no lo es. No lo es. Es lo que, en serio, piensan. Esta foto de Trump y Netanyahu tomándose unos cacharros es de ahí. Básicamente lo que se me ocurre, que es lo que llevan diciendo desde hace un mes y pico, es que esto va a ser así. Que se ha acabado lo de disimular y hacer las cosas de manera sibilina, retorcida, astuta y manipuladamente. A por todas y a la brava. Sin máscaras. Y a lo bestia. Y vamos para delante. No es que sean grotescos de por sí, es que nos van a  hacer grotesca la vida a nosotros. Y tenemos que reaccionar de alguna manera. Una manera es identificar el problema. Vox ha iniciado su propio video de Gaza programando un acto en la Ciba. El equipo de gobierno no encuentra los resortes para que el acto no se haga y el acto se hace. La respuesta. El culpable. Quién es el culpable. Si en tu cabeza sigues viviendo en el Parlon Dimisión, si todo esto de Trump, la extrema derecha y todo lo que viene y está pasando te parece una maniobra de distracción o bien una cortina de humo, o bien una movida que no nos debe despistar de que esto realmente no es una democracia y que unos y otros y todos son cómplices y da lo mismo una cosa que la otra porque todos son malos y la represión y la ostia, pues lógicamente te molestará el acto de Vox, pero te molestará el PSC y te molestarán todos y todas las que no sigan tu línea. Si tu línea la están marcando las viñetas de Infograma, está claro que las prioridades no las estamos definiendo bien. O las estamos definiendo en cuanto a una primera idea que es Puta PSC y a partir de ahí, lo que venga. Y Vox va haciendo agujero y el PP va haciendo agujero y a ti te da igual porque ya está gobernando Vox y el PP a fin de cuentas porque el PSC ya es eso. Y entonces nos encontramos con unos plenos municipales en los que Vox suelta auténticas barbaridades, con unos vídeos colgados en redes en los que manipulan, intoxican y se muestran como Trump y Netanyahu tomándose algo. Y traen gente a los plenos a que den su versión de los hechos. Una moción por el 8m, por ejemplo, pues ellos traen a la AMPI dichosa a soltar su discurso antifeminista. Una moción antiocupación, ellos traen a un pavo a pintar un panorama terrorífico del barrio del Fondo. Y a uno lo único que le preocupa es cuánto tiempo nos va a durar este estado de burbujita en el que nos creemos que vamos a poder seguir viviendo igual. Cuánto va a durar la excepcionalidad en la que vivimos. Cuánto tiempo. Y cómo nos va a afectar. A los que viven de un sueldo, a los funcionarios públicos, a los que viven de subvenciones para proyectos y les llegue la motosierra y entonces a ver a qué te dedicas. A todos y todas ellas. Qué les parecerá. Qué nos pasará. Yo tengo miedo y como tengo miedo me gusta hablar con los que me pueden ayudar a que se me pase. Y los que me ayudan son los míos, y detrás de los míos, van los cercanos y cercanos yo ya considero a mucha gente. A muchísima gente. Porque me gustará que me defiendan como yo les defenderé a ellos cuando llegue el momento. El pleno, pues, que fue de más de cuatro horazas, fue lo de siempre, pero más, siempre más. Exabruptos de Vox, el rollo moderado y templado de PP pero siempre asomando la patita como en las preguntas que hicieron, la contemporización y las no ganas de enfrentamiento directo y tragar quina del equipo de gobierno. La seguridad, la inseguridad, las 'tonterías' del feminismo y la igualdad... hablemos de otra cosa. Hablemos por ejemplo de un tema que sigue siendo de debate político, como es el de la Agenda Urbana y la distribución de recursos. Parece que ya se da por sentado que en Can Zam irá un pabellón, otro pabellón. Está claro que la ciudad necesita espacios para sus entidades deportivas, pero, en Can Zam, sería preferible que no. Porque necesitamos Can Zam como pulmón verde y a uno le parece que el proyecto del pabellón parece como una salida hacia delante, una propuesta para hacer entrar en contradicción más que para resolver un tema. Pabellón, estación termal, antes instituto. En Can Zam cabe todo. Menos árboles y sombra para hacer frente a la emergencia climática. Un tema que puede parecer menor, pero que es importante. Y así vamos avanzando hacia delante. El pleno saludó la entrada del Salva Clavera, que es colega, y la despedida de la Belén Moreno, que pese a todas las diferencias, ahora mismo está en mi bando. La disparidad de opiniones y los diferentes proyectos políticos están muy bien. Que cada uno mire por lo suyo, como nosotros los Comuns miramos por lo nuestro, es más que evidente. Pero sería deseable que esos incipientes diálogos que se dan, esas conversaciones que se tienen, esas complicidades que se pueden crear, esas redes que se pueden tejer, no se desprecien tan olímpicamente porque una publicación en Instagram con follón es más beneficiosa o porque se entiende el antifascismo de una manera que habitualmente no suele concitar grandes adhesiones. Contestar a Vox, rebatir a Vox, discutir a Vox, en las calles, en las redes, en los plenos, no dejar que su discurso quede en el aire como si fuera verdad, eso me parece lo correcto. No callar. Nosotros a lo nuestro. 

miércoles, 26 de febrero de 2025

La vida (breve) - Cristóbal Garrido y Alfonso Valor


La Historia de España está contada de aquella manera y para contarla mal, pues la contamos un poco como nos viene y esta manera de contarla al menos es entretenida y, aunque ya sabemos que no va a ser del gusto de todos porque eso de que los reyes parezcan personas, aunque sean personas bastante idiotas pero a las que les acabas cogiendo cariño, no sea aceptado porque los reyes mal y fatal siempre y la capacidad para abstraernos y salirnos del personaje nuestro parezca también complicado ya me he perdido pero vuelvo ahora mismo. La serie La vida (breve) narra de manera magistral, para contar solo con seis episodios de menos de una hora de duración, el breve reinado de Luis I, que quizás tú no sabías que habíamos tenido un rey Luis (rey Loui). Y ya que contamos lo de Luis, contamos también lo de Felipe V y lo de Isabel de Farnesio. Lo de Felipe V. Este país. Un país que cae en manos de una persona que está de aquella manera nada más, aunque mejor de lo que estaba Carlos II que directamente no estaba, y que, en su pequeño momento de lucidez o quizás para prepararse porque a lo mejor le caía el trono de Francia aunque aquí lo cuentan de otra manera, digo que cómo estaría el hombre que él mismo decide pasar del trono y dejárselo a su hijo Luis, que venía de estar en la parra. Y a Luis lo casan con una muchacha que viene de Francia y que es prima suya y que ha quedado en los libros de historia como una persona con trastorno límite de la personalidad. Así. Luisa Isabel de Orleans. La serie nos narra esos breves meses en los que reina o intenta reinar Luis, básicamente ficcionando sobre qué pasó y lo que pudo haber pasado. Y lo que pudo haber pasado a lo mejor no está tan alejado de lo que pasó. Y como muy bien reflexiona el personaje de Luisa, admirablemente encarnado por Alicia Armenteros, aquí cuando las mujeres 'son raras' se las califica de 'locas', pero cuando los hombres están pa'llá, los calificativos son otros. El animoso, el bienamado, el hechizado... La serie pivota en torno a cuatro actores y a unos secundarios que arman un bloque que se beneficia de unas ambientaciones que son las que son porque es lo que tenemos. Javier Gutiérrez hace un Felipe V que ya no podrás ver de otra manera por mucho decreto de Nova Planta y mucha guerra de Sucesión y batalla de Almansa. Un borbón con las sempiternas ganas de meterla caiga quien caiga. Leonor Watling una Farnesio que tiene tres días con pasado mañana. Ya hemos hablado de Alicia Armenteros como una reina Luisa que ni está loca ni es rara ni tiene trastorno, simplemente es como es y no es lo que se espera que tenga que ser. Y por último Luis, que comienza siendo un nada y acaba uno cogiéndole hasta algo de simpatía, encarnado por Carlos Scholz que, paradójicamente, se da un aire con cierto alcalde. Hay momentos en los que la cabeza se te va a películas como la Maria Antonieta de la Coppola, o a series españolas como Justo antes de Cristo e inevitablemente a las películas de José Luis Cuerda. Lenguaje, expresiones, giros, guiños a la situación política actual o a la situación política de los borbones de cualquier tiempo (el momento Milans...). Una serie muy divertida que va transcurriendo hacia otra cosa a medida que van pasando los capítulos y la sensación, cierta, de que hemos estado y estamos todavía, al albur de los intereses de unos pocos que, siendo conscientes de que esto no es lo que tiene que ser, han pasado toda la vida de ponerse al tema. Porque no. La resolución de la serie no tiene desperdicio. Un rey que ve ranas, que delira, que es imposible que esté en su sitio, no solo recupera el trono, sino que gobierna 20 años más. Imaginen qué fueron esos 20 años. Da para otra serie. Ojalá la hagan. 

lunes, 24 de febrero de 2025

Salve María - Mar Coll


La verdad es que ver esta película, pero aún más, hacer algún comentario sobre esta película esperando la llegada de lo que sería el primer hijo de uno, supone un problema mayúsculo. Pero there's no mountain high ni charco suficientemente hondo que pisar, así que vamos a hablar de alguna cosa sobre Salve María, porque es que hay mucho que comentar. La película es un ejercicio doloroso sobre la maternidad y cómo se afronta cuando, a lo mejor, te arrepientes de haber dado el paso. Un paso que en muchos casos es sobrevenido, que en muchos casos no cuenta con el mismo nivel de implicación o de ilusión por parte de las dos personas implicadas, que puede ser que tú te pensaras que iba a ser una cosa y luego ves que es otra, que tu pensaras que iba a ser un pequeño sobresalto pero que luego sería todo como siempre, que incluso consideres que la criatura pueda ser un complemento perfecto para algo que te legitima, que te falta, que te hace mejor, el vástago como herramienta, todo eso y muchísimas cosas más pueden pasar. Me pueden pasar. Hablaremos de la película y de las preguntas que plantea y también de las respuestas y de cómo esas respuestas pueden parecerte mal, porque somos de una manera en la que pensamos que las cosas hay que asumirlas y eso de tener un hijo o una hija o dos hijos o tres es algo que te tienes que pensar mucho y que una vez que la decisión está tomada pues te jodes. Es decir: te jodes. No hay vuelta atrás y no hay otra manera de afrontar la situación que convirtiéndote en otra cosa que tú, a lo mejor, pues no tenías tan calculada o quizás no encuentras el apoyo o no sabes cómo encontrarlo o directamente es que tú no. Puede ser que tú no. La película nos cuenta una situación extrema, si quieres, extrema en cuanto hay por medio un caso que obsesiona a la protagonista, que es escritora y que encuentra una fuente de motivación para escribir en un caso de infanticidio y eso, claro, pues no es muy normal. Que puede pasar, pero a ver, pasa poco. El caso es que la protagonista, María, se encuentra con un recién nacido que llora y con el que no se ubica, no se encuentra. Su compañero ha agotado los dos meses de baja, infiero, y no encuentra el momento de coger lo que le queda para ayudar porque una vez que entras en la vorágine del curro ya sabes. Y vas viendo que ella no está. Ella es escritora, con una carrera al parecer exitosa. Una carrera que puede tener continuidad, de hecho le dan un premio. Todo lo que lleva a la escena del premio y lo que supone, nos dice muchas cosas. Qué somos, qué vamos a ser, en qué nos vamos a convertir, a qué queremos o tenemos o podemos renunciar. La historia se va complicando porque la situación de María se oscurece por momentos. Todo lo que es el desenlace de la película nos lo vamos a ahorrar para que la gente se quede ahí con las ganas. El caso es que las escenas finales, las imágenes finales nos vuelven a poner ante un espejo. Mala madre. La mala madre que no se anula ante la llegada de un nuevo ser. La mala madre que ha preferido seguir siendo lo que era a transformarse en otra cosa. Ha preferido. Es una elección personal. Es lo más bonito que me ha pasado. Verás cuando te pase. Una película muy valiente. Ay cuando te pase. 

Alemania tiene cosas buenas


Sí, la foto es de gente celebrando. Es de la gente de Die Linke, el partido de la izquierda alemana, prácticamente proscrito y dado por muerto hace unos pocos meses, que resulta que ha conseguido un resultado espectacular y ha llegado casi hasta el 9% de los votos cuando se decía que no pasaría del 5% necesario para tener representación. No solo eso, es que es el partido más votado entre los alemanes de 18 a 24 años. Y no solo eso, es que ha ganado, es primera fuerza, en Berlín, tanto en el este como en el oeste. Estas son las cosas positivas de las elecciones alemanas celebradas ayer. Todo lo demás mal. Bueno, bien también que la escisión rojiparda, lamentable de Sahra Wagenknecht no haya conseguido pasar del 5% y no tendrá representación en el parlamento. ¿Tiene esa escisión que muchos pronosticaban como estocada mortal algo que ver con el resurgimiento de Die Linke, como dicen algunos? Es decir, que se te pire la ranciada y asuma un discurso definitivamente rancio y alejado de la izquierda transformadora que conecte con los elementos transformadores de la sociedad, no tiene porqué ser malo y quizás hace que te vean con ilusión aquellos que hasta ahora te veían como un colectivo de carcas. Aunque tengas gente muy joven, pueden ser unos carcas. No tener miedo a las nuevas maneras de comunicar, saber utilizarlas y no perder contacto con 'tu gente', ser 'tu gente', no acercarte 'a la gente', no ser une extraño. Eso parece haber conseguido Die linke. También, quizás, la pérdida de espíritu 'alternativo' de Los Verdes haya revertido algo en la recepción de un voto mayor, como también el flojismo de la SPD. Puede que se haya recibido voto de quien iba a votar verde o socialdemócrata y por ahí hay esperanza. Si estos partidos no cumplen con un mínimo, no tienen el voto asegurado. Todo y con eso, los Verdes alemanes han aguantado razonablemente bien, han bajado, es cierto, pero no tanto como para pegarse una sonora torta. La Torta con mayúsculas se la pegan los socialdemócratas y esto es preocupante. Porque los socialdemócratas alemanes son, digamos, el partido socialdemócrata europeo. Si a los socialdemócratas alemanes les va mal, rematadamente mal, significa que no hay demasiada alternativa a la derecha, centroderecha y ultraderecha en el continente. Y habrá que construirla. Es decir, se abre la puerta a que en un futuro quizás haya que reconfigurar los espacios de la izquierda porque no quede otra que reconfigurarse y comenzar con los programas de mínimos para alcanzar máximos. Es decir, son muchos es decir, son muchas vueltas las que hay que dar para decir que nos estamos quedando bastante solos y que las buenas noticias no pueden cegarnos ante una realidad. La extrema derecha, los neonazis del AFD han quedado segundos en las elecciones. Un 20% de los votos. El partido que ha ganado es la CDU, una derecha que es derecha y se ha quedado por debajo del 30%. La extrema derecha en Alemania parece que no exista. Nuestras visitas a Berlín y otras ciudades alemanas siempre nos dejan la sensación de que Alemania ha asumido que nunca más, pero de repente nos encontramos con este 20% de los votos que son unos 10 millones de alemanes que consideran que esto no les gusta y que prefieren el tremendismo de una propuesta electoral enloquecida. El mundo cambia y son quienes menos en contacto están con el mundo cambiante, los que más temen a los cambios, los que quieren dar marcha atrás en todo. En todo. En immigración, en feminismo, en políticas culturales, en todo. Y la oferta que les propone dar marcha atrás y eliminar todo lo que hay que asusta, es la extrema derecha. El tema es como ese temor, ese terror, se contagia a los demás partidos y las ofertas electorales. El tema es conseguir presentar todo eso que asusta como algo que no asuste, al contrario, que sea ilusionante. El tema, es decir. Alemania ha girado a la derecha, a lo bestia, es cierto. Pero si queremos ver los puntos positivos de la cosa, es que si se construye una propuesta que genere cierta ilusión, hay público, hay gente, hay partido. Sería genial conservar la democracia, al menos. Habrá que darle una vuelta a todo esto. 

jueves, 20 de febrero de 2025

¿Y lo de Ucrania qué?


No hace mucho, hace nada, Ucrania era la guerra. Lo de Gaza no era más que una masacre, nos lo querían hacer pasar como otra guerra, pero no era ninguna guerra, era una puta masacre. Lo de Ucrania era otra cosa, era una guerra. Es una guerra. Y era una guerra extraña. En tiempos en los que sabemos de todo y lo sabemos al momento, la guerra de Ucrania era una cosa oscura. No sabías qué pasaba, quién ganaba, quién perdía, quién estaba avanzando, si estaba avanzando, si avanzar era necesario, qué Ejército estaba a punto de colapsar, y al mismo tiempo estabas informado al minuto, cada día, de un nuevo bombardeo, de una nueva ofensiva, de una incursión. Pero no sabíamos nada. Sabíamos, eso sí, que estábamos alineados con Ucrania. Los Estados Unidos, la Otan, se estaban volcando con Ucrania pero sin llegar a intervenir directamente, con tropas sobre el terreno. Nuestro país prodigaba muestras de solidaridad con Ucrania. Era el país invadido por una potencia imperialista y solo algunos reductos creían ver en Rusia el espectro de la URSS y por ello sin decirlo rechinaban en el escenario mostrando su malestar con la Otan y las operaciones de desestabilización habituales de la Cia. Pero vamos, el común de los mortales, la oficialidad los medios de comunicación, la Liga de Fútbol, habíamos decidido que Ucrania era la víctima. La bandera de Ucrania ondeaba en nuestros televisores por cualesquiera motivo. La acogida de refugiados, acoger a Zelenski en todos los parlamentos para dar un discurso y recibir la ayuda que se precisara. Esto era hasta hace nada. Quienes veían en la victoria de Trump un cambio de base en el orden internacional, quizás no se esperaban que fuera tan pronto y tan bestia. De repente, el garante de que Zelenski fuera Zelenski y de que Ucrania fuera el objeto de nuestros desvelos, se desmarca en una semana comenzando negociaciones con Rusia, sin contar con Ucrania y el propio presidente Trump trata a Zelenski de dictador. No sabíamos que estaba pasando entonces y no podemos llegar a comprender qué pasa ahora. ¿Debemos sustituir las banderas de Ucrania por las de Rusia? ¿Vuelve a ser Rusia un socio confiable? ¿Putin ya no es un criminal? ¿Qué hacemos con todos esos documentales de Movistar? Que somos marionetas y que hacen de nosotros lo que quieren, ya lo teníamos por la mano, pero que ni siquiera fuéramos eso, jode. Nos dicen que esto es mucho más profundo, que en realidad ese nuevo orden ni siquiera tiene en cuenta a Ucrania. Un dato, el tal Lavrov, digamos que ministro de Exteriores ruso, ha dicho que si Ucrania quiere pertenecer a la UE, que por ellos no hay problema. Es una pedrada en toda la cabeza, es decir, nos importa una mierda la UE, a nadie le importa lo que haga la UE. En unas semanas estamos viendo que todo se reconfigura. ¿Pero y la guerra? ¿Quién la estaba ganando? ¿Todo esto es porque se asume que la derrota era segura, o que estaba costando mucha pasta, o que las prioridades son otras? Nos dicen los que saben que las prioridades son otras, que lo de Ucrania ya no interesa, que hay que arreglar las cosas con Rusia y mirar hacia China. Todo ese dinero enterrado, todas esas criaturas que han muerto, todos esos chiflados que se fueron a pelear contra el comunismo o contra el fascismo, qué pasará con ellos... Lo de Ucrania será un misterio que nos acompañará durante mucho tiempo y que, posiblemente, vuelva a aparecer cuando al Trump de turno le interese. Los que hablaban de imperio decadente y de últimos coletazos, ahora se enfrentan a que todo cambia porque al señor se le pone. Y la Unión Europea deja, casi de un plumazo, de ser una herramienta que merezca ser tenida en cuenta. Francia, Alemania, el resto de comparsas, nada. Y hay elecciones en Alemania. Y da miedo. Dios te libre de vivir tiempos interesantes. No sé si el refrán era así. 

lunes, 17 de febrero de 2025

La infiltrada - Arantxa Echevarría


Antes era una cosa, luego fue otra. Yo quería ver esta peli ya de antes, de antes de los Goya, la presencia de Carolina Yuste o Luis Tosar, por ejemplo, y de la propia directora Arantxa Echevarría que había hecho Chinas hace poco, despertaron mi atención. Y que el tema tiene miga. La presencia de infiltrados en los movimientos sociales en los últimos tiempos ha desatado una fuerte polémica. Con el documental de La Directa calentito, el estreno de esta peli se esperaba con mucha atención. Eso era antes. Pero llegaron los Goya y con los Goya llegó el premio compartido como mejor película del año y el discurso de la productora que encendió todas las alarmas. La productora se plantó allí y, en un momento en el que primaban los discursos de izquierdas ante el marasmo reaccionario que se nos está viniendo encima, sacó la cara por asociaciones de víctimas del terrorismo vinculadas precisamente con lo más reaccionario, hizo un alegato a favor del cine comercial de Santiago Segura que luego le permitía invertir en este tipo de propuestas... en definitiva, desentonó dentro del clima general al que nos tienen acostumbradas estas galas. Estas, no otras. Así que ya estábamos todos con las orejas levantadas, a ver la película esta de qué va. Y la película deja muchos debates abiertos. Si con El 47 ya dijimos que los títulos finales, esos en los que se nos dice lo que pasó con, daban sentido a una historia emocionante pero con una intencionalidad muy concreta. Pues bien, los títulos finales del qué pasó con, también dicen de qué va la película y qué puede haber detrás. Si es que se interpreta como yo la interpreto, claro. Así, cuando se nos dice qué pasa (ojo spoiler) con los etarras detenidos y se nos dice que uno se dedica a la ilustración infantil y el zumbado del otro saldrá a la calle en 2029, se nos está diciendo algo. Ese algo que esas asociaciones de víctimas y esos partidos reaccionarios nos quieren decir: ETA no ha pagado. Eso pasa al final de la película, pero no es la película. Películas sobre infiltrados, sobre el tema vasco en general, ya se han hecho antes. Supongo que tienen un interés comercial como hemos visto que tienen las películas con temática irlandesa por ejemplo, donde estos temas de infiltrados, topos, chivatos, terroristas zumbers y policías abnegados, las digerimos de otra manera. Pasa que en algunas de estas películas también vemos que los militantes irlandeses, en según que ocasiones y con según qué directores, también se tratan con simpatía. Esto aquí, no pasa. Aquí los terroristas son tratados o como unos idiotas sin luces o como unos descerebrados sin luces. No dudo que esto sea así. Pensar que, porque la película es un ejercicio de enaltecimiento de unas prácticas poco aceptables y donde se enaltece la figura de policías reales que tienen bastantes sombras en su haber, inmediatamente los etarras han sido injustamente retratados, no me parece correcto. Que haya críticas más que certeras sobre las prácticas de la policía blanqueadas por la película no debería llevarnos a otra cosa. Así, la directora aprovecha una formidable interpretación de Carolina Yuste, que sostiene toda la película y con la que, pese a según que tufillo, mantienes la conexión toda la película porque es Carolina Yuste y Carolina Yuste hizo esa película que es Carmen y Lola que no he visto pero que debería haber visto, para colar un mensaje. Un mensaje que no sabemos si es compartido o si es simplemente un encargo, pero el mensaje está. En tiempos en los que el revisionismo histórico está de moda y la derecha se ha empeñado en realzar las hazañas bélicas, la misma productora lanzó la puya: la memoria no solo se remonta a temas antiguos, como esa cosa del franquismo, añado, sino que también va por lo de la ETA, que esa cosa parece que os jode más, añado. Y eso es lo que tiene la película. Si esta película fuera francesa, italiana, inglesa, norteamericana y los otros fueran otros, pues posiblemente nos la hubiéramos tragado sin más, como nos tragamos todas y cada una de las cosas que nos echan enarcando una ceja y diciendo 'los malos qué absurdamente malos y tontos son', pero la vemos y fuera. Esas películas sobre el IRA, no insistiré más. El caso es que aquí conocemos el paño y sabemos que no puedes hacer una peli sobre polis reales sin que la cosa salga mal. Y aquí sale mal, aunque la película tenga una factura potable. Y sale mal aunque el personaje del etarra Sergio Polo sea tan grotesco que puedas llegar a creer que de verdad lo que quedaba en ETA en esos años era más o menos el último rescoldo de la sartén, lo pegado de abajo. Sale mal porque la insistencia del final, la ausencia de ningún referente positivo o medio decente en el otro lado, y el remache de la explicación por parte de la productora, nos dicen que es una película que no está hecha por otro motivo que para recordarnos que no han quedado satisfechos con el final de ETA y que no van a estar satisfechos nunca. Y qué hacían ahí Luís Tosar, Nausicaa Bonnin, Carolina Yuste. Comer, supongo. 

viernes, 14 de febrero de 2025

Joc de Cartes en Santa Coloma. Todo el mundo es bueno.


El riesgo que se corre al querer escribir sobre un programa de televisión que transcurre en tu ciudad y del que son protagonistas personas a las que conoces o a las que conocerías o conocieras o conocieses es que te atenace el teclado y te acabes perdiendo en una suerte de trampa de melaza por la cual no quieras decir lo que pudieras decir o acabes cayendo tú mismo en la trampa del 'todo el mundo es bueno' y está bien todo porque somos colomenses y vecinos y todo eso. Es un riesgo que voy a correr y que, ya aviso, voy a asumir. Lo primero que tendríamos que agradecer es que Joc de Cartes o cualesquiera otro programa de Tv3 aterrice en Santa Coloma para tratar de lo que sea, de lo que sea que no sea problemático o tópico o cliché, aunque en la selección musical les cueste salirse del guión y caigamos en el estereotipo más de una vez, pero de manera tan suave que no pasa nada. Yo mismo, hace años, tuve entre mi lista de canciones bajadas del Napster el Santa Coloma Woma de los Mojinos y me sigue pareciendo una versionaca. Al día siguiente, los comentarios en redes eran desoladores: quina bona notícia que tots parlen en català. Y positivos, qué majo es el Pol. Decir que todos y todas hemos ido a todos los restaurantes que nos presentan en este Joc de Cartes sería un tanto precipitado, porque recordemos que hay una amplísima porción de colominos y colominas que eso de salir a comer y gastárselo en un menú, no lo contempla como algo habitual. Hablaré de mí. Creo haber ido a todos los restaurantes a comer. De manera puntual a casi todos. Quizás algo más a La Cuina de la Loli porque creo que es la más veterana de todos ellos. Recuerdo con mucho cariño las primeras veces en el local de la calle Olot, un poco más arriba de donde vivía el Benju, un local pequeñito que tenía un nosequé. Y se comía de lujo. Una vez llevé a mi padre, esto no sé si lo he contado antes. Le dije de ir a comer por ahí y me lo llevé hacia Santa Rosa, mi padre me preguntaba que dónde íbamos, y tan lejos, y qué restaurante, y luego se quedó maravillado. Después hemos ido más veces, muchas de ellas a celebrar cosas, cumpleaños de mi madre, de mi padre, aniversarios de cosas, ya sabes. La Taverna Gaudir se ha convertido en nuestro segundo espacio de confianza después de la desaparición de las Tanis. El Gaudir es casa. No hay más. No vamos a comer menús, cosa que alguna vez ha pasado, pero es casa. Los jueves puedes ver a toda la tropa allí. Ya lo he dicho, es casa. El Perdut es que está allí en Torribera y se hace lejos. He ido una o dos veces y no comí mal. Y al Don Martín he ido alguna vez también, también creo que por algún motivo celebracional. Ahora está el Santi de camarero. Decir que se coma mal en cualquiera de estos sitios es mentir miserablemente aunque cada uno de ellos tenga su habilidad o su momento. El programa de Joc de Cartes se ha ido convirtiendo poco a poco en una especie de juego de tiburones donde cuenta más la cizaña y las pullas e incluso el clima que crea el propio programa con comentarios varios y con cortes seleccionados que lo que es realmente una competición o una comparativa entre lo que ofrecen restaurantes diversos. Hemos visto en Joc de Cartes auténticos locales de mierda, gente con un morro mayúsculo que tiene negocios que dan grimita, flipados que se creen la leche, pardillos a los que les han tomado el pelo, negocios fracasados en busca de nosequé, peña de toda condición. Y afortunadamente, nada de eso pasó en Santa Coloma. Quienes esperaban (esperábamos) ese tipo de movida a veces descarnada en la valoración de unos y otros, nos quedamos un poco así. Sí que hubo cosas. Hubo un ambiente. Un ambiente de confrontación con lo que supone el modelo de negocio del Don Martín. El programa se grabó hace un año, por lo que en ese tiempo Don Martín ha aumentado su negocio con la adquisición de otro local de la plaça de la Vila. Todo en la televisión es mentira, todo está preparado para crear un ambiente y para que te vayas haciendo una idea que en el momento preciso la propia producción saltará por los aires para un happy ending o para un apocalipsis o para lo que convenga. Así, lo que parecía una rebelión de los humildes contra el poderoso, se acabó convirtiendo en una película de Frank Capra donde todos tenemos buenos sentimientos y quien parecía una cosa, resulta que era otra y todos nos damos la mano porque bueno, es que no sabía. Y el Pol, que en un momento nos pareció el héroe de la revolución, se transmuta al final en un buen tío que es capaz de rectificar. Nunca sabremos (los que somos de letras al menos), si su cambio de puntuación final propició que no ganara La Cuina de la Loli, que era lo que parecía que deseáramos todos tal y como transcurría el programa... o no. Es decir, también el programa se encargó de presentar a la Loli como buena cocinera pero como un poco jugadora, y claro, solo queremos a personas de corazón puro, sencillo, que vaya sin dobleces y en algunos tramos, sobre todo en un sorprendente tramo final, la Loli apareció como 'la jugadora' y Albert del Don Martín, que en un principio fue presentado como prepotente con su rollo de la terraza más grande finalmente aparece como un corazón de oro capaz de reconocer los méritos de los demás. Malditos medios de comunicación que nos llevan donde quieren y que nos hacen comulgar con desenlaces que no eran los que habíamos previsto. O deseado. Así, al final, después de recibir múltiples halagos y de vivir con tensión que esa música celestial que acompañaba la degustación de platos en la Loli no terminase con algún golpe de efecto raro y algo saliese mal. No sucedió. Todo bien. El camarero serio y profesional, el arroz estupendo, ella que es majísima. La Taverna Gaudir dando lo que tiene y lo que puede. Y el Perdut pues haciendo del caos también un atractivo. La selección de planos no es inocente, la discusión filmada, todo pesa para hacernos una imagen en nuestra cabecita. Al final gana la buena persona, el príncipe que se descubre al final que no era malvado, que era bueno y todos esperamos que se pase la fiebre para ir a reservar a la Cuina de la Loli y darle un abrazo. A la Gaudir ya fui ayer y no nos dimos un abrazo, comentamos, un par de bromas, las racholas, ya sabes. En Santa Coloma nos conocemos todos. 

jueves, 13 de febrero de 2025

Día Mundial de la Radio


Esta mañana he salido a caminar y como siempre me he puesto Rac1. El Basté y esas primeras horas de información así un poco a bulto, con noticias un poco de todo me distrae. Hoy es el día en el que la emisora hace cosas raras. Porque hoy es el Día Mundial de la Radio. Entonces hoy hacen que un personaje que es de otro programa intervenga. Y entonces, pero antes el Basté ha preguntado nosequé de los transistores y he pensado que yo no tengo transistorcillo chico para ponerlo en el baño, por ejemplo, en lugar de tener que confiar en que el móvil tenga cobertura y que estaría bien tener un transistorcillo chico. Y así te crea necesidades el sistema. Ha sido gracioso cuando le han dicho al David Fernández que hablara más alto. Por fín. Y entonces el Basté ha dicho que el Ull de Poll hoy lo iba a hacer el Senyor Marcel·lí y he sentido un profundo asco y he quitado Rac1 porque el tipo que hace de Senyor Marcel·lí es del Front Nacional Català y paso mucho. Y me he ido a Radio 3, que hace dos mil años que no escucho Radio 3 por las mañanas y estaban poniendo todo el rato canciones con contenido relacionado con la radio. Y así he completado la caminata y he seguido con Radio 3 durante un buen tramo de la mañana cocinando me he puesto El Sótano de Radio 3 en el móvil y he buscado si habían hecho algún tipo de homenaje a Marianne Faithfull, que se murió hace unos días y he encontrado el día y han puesto dos canciones y una de ellas, que se llama What I have Done Wrong, de 1965 me ha parecido una auténtica barbaridad porque incluso me parecía escucharle ramalazos jamaicanos. Un cancionón. Y ya he dejado de escuchar la radio. Si hubiera caído en otro día, en fin de semana quizás, puede que hubiera escrito otra cosa, pero ahora mismo solo os puedo ofrecer esto. 

lunes, 10 de febrero de 2025

Superbowl 2025


Como vivimos en el mundo en el que vivimos, creemos que lo sabemos todo, o casi todo, o al menos, que compartimos lo que es la cultura americana. La cultura norteamericana que se ha convertido en cultura americana y que es la cultura global. Así damos por sentado que sabemos de esto, de aquello, de sus costumbres, de su forma de ver el mundo, porque al final es la nuestra. Y la verdad, es que no. Por motivos que tienen que ver con la incertidumbre sobre el mañana y las dichosas piernas inquietas, ayer no cogía el sueño. Así que me levanté de la cama y puse la tele con la intención de ver algo y ese algo era la Superbowl. ¿Qué se yo del fútbol americano? Nada. Poquísimo. En alguna excursión zapeadora he visto algún partido, minutos sueltos. Creo que sé algo de las normas básicas. Cada equipo tiene tres oportunidades para avanzar diez yardas. Si avanza, tiene otras tres oportunidades hasta que llegue a alcanzar un ensayo, que es llevar la pelota al final del campo con la pelota cogida. Esa pelota. La pelota pasa siempre por las manos del quarterback, que es como el director del equipo, el que reparte el juego y ha de buscar la jugada, el pase hacia el compañero que ha de llevar la pelota más lejos o que está ya en una posición adelantada y que, llegado el caso, pudiera correr hasta la línea de fondo. La misión del otro equipo es la de ir a por el quarterback e impedir que pase la pelota. Esto es más o menos. Ahora mismo no sabría decir ni los puntos que suman los ensayos, ni las transformaciones ni los puntos de castigo, ni cuales son las infracciones más comunes. En definitiva, que con estos conocimientos me apresté a ver la final del campeonato, la Superbowol, espectáculo televisivo fundamental y todo eso. Esta final la jugaban los Kansas City Chiefs, equipo dominador durante estos dos últimos años y que aspiraba a repetir título por tercera vez, algo inédito. El quarterback del equipo Patrick Mahomes tiene algo de fama de notas. No sé si él o alguien cercano a él o qué, pero tiene algo de simpatía por Trump. Un Trump que estaba presente en el estadio donde se jugaba la final, en Nueva Orleans, algo que tampoco había pasado nunca. Mahomes parece a veces poco ortodoxo jugando. Hace cosas raras. Las dos veces que lo he visto, ya ves. En este equipo también juega Kelce, pareja de Taylor Swift, icono pop y personaje que se ha posicionado al menos no a favor de Trump. El equipo rival son los Philadelphia Eagles y resultan un absoluto desconocido para mí. Cuando empiezo a ver el partido creo que ya van siete cero. Me posiciono absolutamente con los Philadelphia Eagles, los Eagles a partir de ahora. Yo de siempre he tenido simpatía por los Green Bay Packers, porque el nombre es así como bonito, bahía verde, y el color del equipo verde y amarillo es también como resultón y todo es así resultón pero resulta que Green Bay es como una ciudad de mierda de los Estados Unidos y por eso mola más. La movida es que los Eagles tienen a un quarterback llamado Hurts (duele) que parece bordarlo. Y tienen a un par o tres de elementos en defensa absolutamente enormes que se llevan por delante a los que protegen a Mahomes en el otro lado. Es tal la presión y la caña que dan que Mahomes falla durante la primera parte su primer pase de 298. Telita. Pero es que lo crujen. Lo destrozan de tal manera que no deja de darle pases al contrario y provocando incluso ensayos por errores suyos. Disfruto. Es tarde, pero me da igual. Llegan así al final de la primera parte con un 27 a 0. Caritas de espanto en los Chiefs. Su entrenador es un señor como mayor y poco estiloso, vestido con gorra y una chaqueta de chandal abierta. El entrenador de los Eagles por su parte es mucho más joven y con la típica pinta de tipo majo de película donde el prota es un tipo majo que acaba protegiendo a su familia de cualesquiera situación de riesgo. En este caso, la Superbowl. Y llega el intermedio. En los intermedios de la Superbowl es costumbre que haya una actuación musical que no suele dejar indiferente. Que si un beso, que si una teta fuera, que si una colabo, que si un mensaje, que si la falta de mensaje, que si mal, que si bien. En este caso, el protagonista de esta edición iba a ser Kendrick Lamar, que para los que tenemos cerca de 50 años puede resultar desconocido aunque tengas siempre un Rockdelux cerca. Yo vi un concierto de Kendrick Lamar hace mil años porque el hijo del Oscar, el Arnau, que era un chavalete entonces, quería verlos en el Primavera. Hace mil años. Ahí estaba, en la Superbowl. Kendrick Lamar es un rapero. No conozco ninguna canción. Sale Samuel L.Jackson vestido como de tío Sam y presenta la actuación. No entiendo muy bien pero ya veo que algo va a ir por donde no le va a gustar a Trump. La actuación de Lamar dura unos quince minutos. Canta un medley de canciones. En uno de los escenarios que monta, los bailarines montan la bandera de las barras y estrellas. Hay muchos cortes de imágenes que uno entiende que deben significar algo, pero no sabe qué. Escucho la tele a un volumen bajísimo, no me entero de nada. Una de las veces sale una bailarina que mira a cámara, con una melena rubia rizada. Sale dos veces. Debe ser alguien. Al día siguiente me entero de que es Serena Williams haciendo un baile que se identifica con una banda de Los Angeles. Al parecer Kendrick se ha bufado de otro rapero. Alguien ha sacado una bandera palestina. Se interpreta la actuación como un mensaje de protesta contra Trump. Samuel L. Jackson sale dos o tres veces como para separar cada canción o medley. No es hasta el día siguiente, esta mañana, cuando leo cosas, pero muchas cosas son en inglés. La retransmisión en Movistar de vez en cuando conecta con el espacio Movistar en Madrid donde un tipo que es una mezcla de Abascal e Ibai Llanos habla con una pandilla de arreplegados que hay en el espacio viendo el partido todos chavalotes con pinta de sanotes que deben ser fans del fútbol americano. Les pregunta idioteces y ellos responden cosas que tampoco entiendo demasiado, cosas del volumen de la tele. Con la conciencia tranquila de que los Eagles van a ganar, me voy a la cama. He cogido sueño y de eso se trataba. Creo que aunque la cosa pinta mal con lo de Trump, parece que todavía hay esperanza. Pero no sé qué le espera a Kendrick Lamar. Y a Serena Williams. Y a Samuel L. Jackson. Buenas noches. 

viernes, 7 de febrero de 2025

El malismo


No me he leído el libro de Mauro Entrialgo, pero estoy convencido de que esto debe tener que ver. La Feria de San Isidro ha decidido que la imagen de su nueva temporada sea la de la infanta Victoria Federica. Escoger un modelo o una modelo es libre, claro, pero el hecho de escoger un personaje que se ha situado, junto a su hermano Froilán, como un ejemplo de pijerío y desvergüenza, un personaje cuyo mérito es ser hija de y llevar un estilo de vida basado en me suda el chorro todo y de fiesta en fiesta y ya sabes, es algo que tiene que ver seguro con el malismo. Es decir, a mucha gente ya le suda todo decir las barbaridades más infectas porque lo que mola es perder el pudor a decir fascistadas, porque es transgresor, porque está contra el establishment biempensante, porque rompe con lo políticamente correcto. ¿Qué hay más horrible que coger como imagen de marca la representación de la monarquía, ya no de la monarquía propiamente dicha, sino de la gente que vive como dios simplemente por ser parte de un entramado familiar que nos pasa la mano por la cara diariamente para demostrar que ellos son ellos y nosotros estamos ahí, abajo? Pues esto, el detalle, la provocación, demostrar que se quiere y que se puede y que tú te jodes si te molesta. Con dinero público, naturalmente, porque nada de esto, las tauromaquias y toda la pesca, se sostienen sin dinero público. Pero si te jode, si te molesta, se hace. Se dice, se muestra, se canta, se dibuja. La Comunidad de Madrid, Díaz Ayuso, es el referente de todo eso que está ya triunfando fuera y que quiere triunfar aquí a la mayor brevedad posible. Ayuso quiere y fuerza la máquina todo lo posible para que esa manera de hacer, de decir, de comportarse, que parece ser la ola buena, no se le pase por encima y se la lleve otro u otra. Así no deja de lanzar mensajes provocadores como este. ¿Os parece grotesca la figura de Victoria Federica? Pues aquí la tenéis. Ole. Toros, monarquía, España. Todos los tópicos que parecían desterrados, vuelven. Frente a esto, qué hacer. Básicamente no amedrentarse y decir las cosas como son. Este cartel es una puta mierda. Los toros son una puta mierda. La monarquía es la mierda. España es otra cosa. Seguro. El malismo no puede ganar. El malismo, al final, acaba colgando boca abajo en una gasolinera. 

jueves, 6 de febrero de 2025

La Sustancia - Coralie Fargeat


Contraviniendo las normas contemporáneas diré que me es más fácil escribir un texto que enviar un audio. Así que os diré algo sobre la película La Sustancia. Os diré que necesitamos, los zurdos, los que vivimos pensando que esta vida podría ser mejor para todos si no imperase el interés capitalista y la maldad que conlleva, digo que vivimos esperando siempre algo a lo que agarrarnos para creer que todavía hay esperanza, un mensaje, un referente, lo que sea. Está tan desprestigiado todo lo que tenga que ver con la ideología, con la turra, con la chapa, que buscamos ávidamente en los productos de entretenimiento un lo que sea con lo que podamos identificarnos. En este caso, La Sustancia, una de las películas de la temporada, se nos presenta como una historia que viene a hacer una crítica a los cánones estéticos y al esfuerzo irracional de mucha gente por querer parecer lo que no es. Es decir, evitar la vejez que nos impide alcanzar el éxito profesional y mantenernos siempre en una eterna juventud. Así, cuando hablamos de La Sustancia lo primero que nos viene a la cabeza es 'es una película contra...'. Y así estamos satisfechos porque cumplimos con nuestra pequeña cuota de movilización contra algo de cada día cuando la vemos. Nuestro poquito de lucha. La película, sí, va de eso, pero la película, pienso, que no es únicamente eso, sino que es un bonito homenaje a esas películas de serie B de los ochenta en las que lo que estábamos esperando era que apareciera el monstruo, grotesco, horrible, fatalmente hecho, y decir, joder qué mal hecho que está esto. La pasión por lo asqueroso, las películas primerizas de Peter Jackson, Braindead o Mal gusto, en las que sí, también había una crítica a nosequé, pero tú ibas a verlas por el ascazo que daban los monstruos y la sangre y las vísceras y los cerebros y todo aquello. Y esta película tiene, creo, mucho de eso. Así, quizás hay gente que se sienta decepcionada porque no sale de la experiencia fílmica pensando reconfortado que cumple con la cuota y que se ha tragado media hora final de algo que ya creía superado. Y otros pensamos, vaya, he rejuvenecido un poquito. Y ahí hay algo de trampa porque, fíjate ahora con el girito del texto, con la crítica al afán por rejuvenecer, en realidad lo que nos está haciendo la película es retrocedernos a un pasado en el que... ¿sí o no?

martes, 4 de febrero de 2025

No hay que dar voces


Si paseas por las calles de Santa Coloma con ánimo de descubrir cosas, seguro que las encuentras. Si paseas con la mirada curiosa, con la mente despejada y la frente sin filtro, es seguro que hallarás siempre algo que te llame la atención, que merezca la pena, que puedas comentar después con amigos y conocidos y que, incluso, te sirva de pretexto para un texto o para una publicación en las redes sociales. El otro día me encontré con esto en la puerta del parking. No hay que dar voces. Cuánto hay para la reflexión en estas palabras que, posiblemente, estén escritas por alguien cansado de que se produzcan discusiones debajo de su balcón, pero como uno estuvo repitiendo tres años seguidos la asignatura de Semiótica, no puede dejar de abstraer el contenido de la frase con el significado que uno pueda darle más allá de su intención original. No hay que dar voces, año 2025, puede que la pintada que no es tanto pintada como escritura en pared, no sea de este mismo año sino del 2024, pero la pintada, o escritura en pared, que nos invita a tener un comportamiento más respetuoso para con los demás, puede que nos esté llevando hacia un terreno que se percibe en el horizonte y es el de la contención a la hora de expresarnos o simplemente la represión de lo que sentimos. No hay que dar voces, pero sin embargo, sí que se puede manifestar lo que se opina escribiéndolo en la pared. Fina ironía. Girito argumental. No hay que dar voces, por ejemplo, en tiempos en los que las voces parece que las están dando sistemáticamente otros que nos quieren llevar por un camino en el que el follón continuo y el estar siempre rebatiendo los exabruptos trumpistas o ayusianos, sea nuestra única tarea. El ruido. Si ellos hacen ruido, nosotros también. Y así lo llevamos más lejos. Si hiciéramos más ruido, si fuéramos más disruptivos, nos escucharían más y seríamos más. La clave es dar voces, levantar la voz. Ya hay un partido de hecho que se llama Vox, fíjate la cosa cómo es. Y es verdad, son más. No hacer ruido se ha convertido también en un arma para acusar de blandurriez, poca consistencia, entreguismo, a quien pretende que las cosas se hagan más allá del anuncio y se hagan realmente. Hacer antes que proclamar. Así que no hay que dar voces podría ser el enfoque que yo personalmente tendría más cercano, porque en el follón nos ganan. La pintada aquí no la entiendo tanto como una recriminación hacia quien se exalta sino a quien molesta. Pero fuera de esa interpretación pudiera ser que nos estuviera diciendo algo que está pasando y que ya se nota. Mejor no te metas, mejor no opines, no levantes la liebre, no digas nada, sigue con lo tuyo. Si paseas por la calle y ves una pintada o una escritura en pared y te da tiempo a hacer esta reflexión, al menos ya estás dando una voz, esa voz interior que por lo menos nos empuja a no dejar de pensar que hay algo que no está yendo bien y que deberíamos intentar contribuir a resolver. No sé si se trata de dar más o menos voces por todas las calles de Santa Coloma, pero hay alguien que nos está queriendo decir algo.