Con el buen día que hace me ha venido a la memoria lo que le aconteció al conquistador Pero Sancho de las Dos Puertas cuando se dispuso a tomar posesión del territorio que dio en llamar de Nueva Virgen Santa, pero que desde que los indios ptzinotecas habían llegado a ese mismo territorio cuatro siglos antes ya se llamaba de otra manera y nadie había montado tanto cristo. Qué mal contado, padre. Vamos, que cuando Pero Sancho de las Dos Puertas llegó a las tierras que él quiso llamar porque se le puso a él en sus santas destas como Nueva Virgen Santa, allí mismo vivían desde hacía cuatro siglos los ptzinotecas. Porque los ptzinotecas no eran indios. Que esa es otra. Que los indios no son indios porque ellos no sabían que eran indios, vamos que no se consideraban indios. Que llegamos allí y les dijimos, 'sois indios'. Y ellos, pues a ver. En fin, que los ptzinotecas que vivían en aquel lugar le llamaban de otra manera. Pero eso a Pero le importaba un pimiento. Ahora no sé si el pimiento es originario de América o no. Esto de que me de el solecito en la espalda, me destensa. Me quedo como fuera de concurso. En fin.
Pero Sancho de las Dos Puertas llega a una zona todavía inexplorada por europeos allá por el 1535. Esta zona se encuentra en lo que hoy en día llamamos como Santa Virgen de Todos los Santos. Sancho de las Dos Puertas arriba hasta allí tras una penosa marcha desde San Jacinto de Potlizimilatl, tan penosa que de quinientos españoles que salen de la villa, tan solo llegan ciento cincuenta. ¿Cómo sabían que habían llegado a algún sitio?
Pues según cuenta el propio Pero Sancho de las Dos Puertas en su 'Crónica de la conquista de Nueva Virgen Santa', ellos fueron avanzando hacia el sur, avanzando y avanzando, hasta que al cabo de un mes de marcha y de haber sido paulatinamente diezmados por diversas enfermedades que la mayor parte de las veces ya venían arrastrando los conquistadores desde San Jacinto de Potlizimilatl y también por algunos ataques de diversas tribus que inútilmente se proponían frenar su avance... por dónde iba.
Me he perdido. Estoy que me siento que me levanto y no me centro. Pero Sancho de las Dos Puertas llega a esa tierra de los ptzinotecas con ciento cincuena hombres. Habían salido de San Jacinto de Potlizimilatl marchando hacia el sur, hasta que llegaron a la conclusión de que aquello que tenían delante era absolutamente desconocido para los de su estirpe. Para los europeos, vamos. Porque no olvidemos que allí vivían tan panchamente los ptzinotecas. Y digo panchamente y no tendría que decirlo, porque quizás estoy cayendo en un estereotipo estúpido y digo que los indios, (y ellos no eran indios, que eran ptzinotecas a secas) estaban a la bartola y claro, así no se puede vivir, se necesita disciplina y menos mal que llegaron los europeos, los españoles precisamente a meter un poco de caña y que aquello funcionase. Vamos, que si tenemos que ir a poner orden nosotros a algún sitio, risas aseguradas. Y no creo yo que los ptzinotecas se rieran demasiado.
Pero Sancho de las Dos Puertas llega a lo que 'descubrió' como Nueva Virgen Santa y hoy es, más o menos, lo que conocemos como Santa Virgen de Todos los Santos e inmediatamente hace llamar al sacerdote de la expedición, Fray Sancho Pérez de Torremalfeta, para que oficiase una misa de Te Deum y aquello pasase a ser propiedad de la Corona y Viva España, y el rey Carlos y venga vino y dónde están las mujeres y porqué se esconden, sácate algo de la choza, cacique Tzepalatzetzelatli, que seguro que tienes ahí temita bueno para que nos alegremos todos. Y no temáis, dijo Pero Sancho de las Dos Puertas, porque aquí en Nueva Virgen Santa vamos a llevar esto de otra manera, porque lo que hemos visto en San Jacinto de Potzilimilatl no nos ha gustado nada y aquí lo vamos a montar esto bien, con armonía entre las gentes y te vamos a tener en cuenta desde el primer momento, cacique Tzepalatzetzelatli al que ahora mismo vamos a llamar José porque, aunque sabemos que este es tu nombre auténtico, José, comprenderás que nos resulta imposible llamarte Tzepalatz... todo el rato.
Y Pero Sancho de las Dos Puertas hace todo esto y dice todo lo otro ante sus soldados, que están más allí que aquí, porque parece que han venido todos enfermos y no le están haciendo demasiado caso. Y algunos de ellos, los más enteros, están un poco recelosos de los indios, que no son indios, pero que ellos les llaman así como les podían haber llamado cualquier cosa. De los ptzinotecas, vamos. Y el cacique Tzepalatzetzelatli ordena a sus súbditos que vayan a la cabaña de las ceremonias y traigan las cenizas del dios Retlil, que están en una caja con una forma muy rara que es casi exactamente igual que el casco que lleva Pero Sancho de las Dos Puertas. Y mientras Pero Sancho de las Dos Puertas firma capitulaciones, documentos y proclamas ya como Virrey de Nueva Virgen Santa, el cacique y el consejo de sabios examinan su casco y lo comparan con la caja y miran y remiran y le dan vueltas al casco, que Pero Sancho de las Dos Puertas se ha quitado porque hace solecito y el casco estorba más que ayuda.
Y al cabo de un rato, el cacique Tzepalatzetzelatli dice que nada, que el casco no es como la caja y que el barbas ese y sus amigos, pueden empezar a correr. Y Pero Sancho de las Dos Puertas queda como el único superviviente de la fallida fundación de Nueva Virgen Santa, todo por dejar el casco demasiado a la vista. No hay que dejarse querer por el sol.
Y así se escribe la historía. Alguna vez es el casco, otras la piel. Coincidencias que aupan a unos y hacen caer a a otros. Hoy ya nos valen estas estrategias. ¿O si?.
ResponderEliminarMuy bien contado y versionado el Conquistador.
Grandioso, Tolya. Y eso escrito mientras se sienta y se levanta. Imagínese el día que le dejen concentrarse. Me ha gustado mucho, por dentro y por fuera.
ResponderEliminarFeliz día
Bisous