Todo comienza con una conversación en la barra de un bar. Quitémosle romanticismo al asunto. En la barra del bar a media tarde, esperando a un colega que tiene que venir pero que no va a venir, así que nos bebemos estas cañas y nos vamos. El bar en cuestión es un bar frecuentado por gente joven y de aspecto fácilmente reconocible. Reconocible de tal manera que entramos en el bar con los ojos cerrados. Si estos están aquí, el bar debe ser bueno. Los buenos y los malos. Teorizamos mi colega y yo sobre el aspecto de esos jóvenes, desde la perspectiva de la edad. Nosotros no fuimos así, pero casi. Pendientes en la oreja, no. Mullet, yo no. Capuchas, alguna vez. Sudadera de banda de rock... también. Pendientes en las dos orejas. ¿Cómo das el paso para ponerte dos pendientes en las orejas? Hacemos bromas sobre el tema y sobre cómo algunos de estos chavales, luego de mayores, se mantienen en la estética, contra viento y marea. Porque los heavys deben cambiar, pero ellos, pueden seguir con el mullet, los dos aretes, el chandal, la ropa cómoda por si hay que salir huyendo. Los heavys no. Y nosotros hace mil años que no somos nada. Y sale en la tele Chuck Norris. Los buenos y los malos.
Y ahí me lanzo. Observo que en cada episodio de la serie de Chuck Norris, salen unos malos. Unos malos que no son siempre los mismos, aunque no sigo la serie de Chuck Norris y no sé si hay unos malos fijos, así que supongo que esos malos los irán cambiando en cada episodio. La serie de Chuck Norris, Walker, se basa, digo yo, porque no la he visto nunca, en que cada día Walker se encuentra con una 'maldad' y como es un policía implacable, la remedia. Cada día, hay un malo. ¿Cuántos años lleva esa serie en antena? ¿Cuántos malos hay? No solo eso, porque se supone que en casi todas las series americanas, CSI's... no sé cuántas más, siempre hay un malo. Una persona que es mala y que comete un acto delictivo. Walker lo engancha, claro, pero el malo está ahí. ¿Cuántas personas malas hay? Estados Unidos debe ser un país en el que los malos deben abundar. Hablando con este colega, me salía, casi la mitad de la población de los Estados Unidos como entrullable. Demasiados malos. Porque se puede ser mala gente, tener mala baba, no ceder el asiento a los ancianos, orinar en lugares donde no se debe, no dejar avanzar en las escaleras mecánicas, hacer huelga en plena Feria de los Móviles... pero otra cosa es delinquir. Matar, robar, estafar. Eso debería ser puntual, pero en las series americanas es cotidiano. 'Y hay que sumar las películas', insistimos. 'Y las series de otros países que quieren parecer americanas, que también'.
Por las mañanas voy a tomarme el café con leche al bar de la esquina. Tienen puesta una serie alemana, en la que el esquema de buenos contra malos se repite. También debe haber un cesto de malos en Alemania. Que no sé hasta que extremo esos malos alemanes son peores que los malos americanos. Mejor no preguntar. En el bar hay un señor. Un señor extraño. A mi me lo parece. Este señor lleva gafas. Pero no lleva gafas. Las lleva puestas, pero no para ver con ellas. Tampoco las lleva en la cabeza. Las lleva en la frente. Como cuando llevas las gafas en la frente, porque te cansas o algo, o te aprietan, pues así. Pero este señor lleva las gafas así siempre. Es un señor extraño. Habla con voz fuerte. Pero no grita, no. Habla fuerte. ¿Es un señor bueno o malo? Me juego las llaves de mi piso a que es buena gente. Pero de la misma manera, no lo trago. No entiendo lo de las gafas. Si yo fuera Chuck Norris, en la serie Walker, sospecharía de él. No cumple con la norma. Las gafas de llevan o no se llevan. Las llevas puestas o no. Las tienes o no. ¿Porqué llevas las gafas así siempre, señor mayor? ¿Qué escondes? ¿Qué vida llevas?
¿Quién es el malo aquí? ¿Yo, que pienso mal? ¿Él, por ser diferente? ¿Los dos? No pido una valoración. Somos malos todos. Yo por pensarlo, pero él... él seguro que también. Porque nadie puede ser bueno llevando las gafas así. No puede ser. Algo esconde. Algo turbio. Gafas de ver sin ver. En las series españolas el malo suele ser un malo fijo. No nos da el presupuesto para tantos actores malos. Un malo, dos, y al tercer episodio ya sale el malo perenne que puteará al bueno. Malos que llevan gafas de sol. Pero no malos desconcertantes como este. Malos que no se disfrazan de malos con dos pendientes en la oreja, con el chandal y la camiseta de la selección de Euskadi. Tengo que estar alerta. Más de la mitad del país debe ser mala. Tengo que vigilar.
Le guardo unas gafas, elija unas de la foto.
ResponderEliminarOtro rato me lo leo, que tengo una montaña de cosas que hacer.
Monsieur, no es solo que no les de el presupuesto para tantos malos fijos, sino también que no les da la población. A ver, es que no es el mismo número de millones de habitantes que en USA. Ellos pueden tener varios malos diferentes para cada peli, y mudar de malo como quien muda de camisa, pero ustedes tienen que reutilizarlos, a menos que establezcan listas de ciudadanos que tienen la obligación de hacer de malo igual que de formar parte de mesas electorales o hacer de jurado en un juicio. Cuestión de números, a fin de cuentas.
ResponderEliminarY fijese que a veces tengo la sensación de que los buenos también son malos. O peores.
Feliz comienzo de semana
Bisous
pero en españa no somos tanto de delinquir así, pistola en mano, venga, y persecución. no y no. mala sombra tenemos más, pero menos recursos para la maldad. ahora, el que nos sale malo, ojo con él.
Eliminarbisous!
Mullet... no tenia ni idea de què era. Ho he hagut de buscar :)
ResponderEliminarGent dolenta, tots som dolents, uns més vegades o amb més mala intenció que altres però tothom porta la maldat a dintre. És qüestió de deixar-la sortir o canalitzar-la o controlar-la. O potser no?
ptns!
Yo no lo dudaría hay mucho malo suelto pero no son os que llevan pendientes en cada oreja:-)
ResponderEliminarEstá bien que estemos vigilantes.Pero aún así si quieren nos la pegan .
Un abrazo y buena semana
Le iba a guardar las marrones sin preguntarle. Son bonitas, y le aseguro que son suficientemente cantosas.
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