...y claro, allí estaban todos. Encadenados, atados, sin poder moverse, sin ver nada más que las sombras que proyectaban las imágenes que pasaban al otro lado del muro. Muy bien. Echándole imaginación, podían llegar algunos de ellos a pensar que detrás de esas imágenes podía haber algo más, pero la mayoría pensaba que aquello que veían era la única realidad posible. Allí estaban, intentando averiguar unos, otros dejándose morir lentamente sin preocuparse de nada más que de estar allí. Todos los días pasaba gente al otro lado del muro. Todos los días. Sin importarle nada a nadie de lo que ocurría al otro lado del muro. Unos a un lado y otros al otro lado. Unos cuantos de los prisioneros, alguno en particular, uno en concreto, había albergado la idea de poder desatar las cadenas y escapar de aquella caverna y saber qué es lo que ocurría, qué había más allá y poder contárselo a sus compañeros.
Hasta que un día, esos que pasaban al otro lado del muro, les dieron una paliza de muerte a los que estaban encadenados y se les quitaron las ganas de seguir pensando, imaginando, elucubrando y soñando con la idea del Bien.
Vaya, monsieur se ha levantado platónico!
ResponderEliminarLo que no entiendo es que, si precisamente estando así reciben palizas de muerte, por qué no redoblan sus esfuerzos por dejar de estar así? Nada puede ser peor, no?
Feliz tarde, monsieur.
Muchos autógrafos y eso?
Bisous
Veo que empiezas la semana sumamente optimista. Podía pensar que ellos eran los buenos y los otros los maños o las razones por las que estaban encadenados...
ResponderEliminarEn fin lo escrito escrito está.
Un abrazo y buena semana
Oiga,encima una paliza... Vaya ideas Tolya. Es porque es lunes?
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