Nos despedimos de esta serie de semblanzas de personajes singulares con un ser humano de talla incomparable y de humanidad desbordable. Perdón, desbordante. Moffer Derrembarnster, perteneció a una de las familias más importantes del Cantón suizo de Berna, que por azarosas circunstancias tuvo que salir por piernas de la ciudad para refugiarse en la Baja Sajonia. El bueno de Moffer era el mayor de los hijos del entonces duque de Wenigarbeit, Puffer Derrembarnster y su padre le encomendó la protección de su familia y propiedades mientras él guerreaba en defensa de la Santa Fe Católica contra quien se pusiera por delante. Moffer se enteró de la muerte de su padre en la batalla de Presbabia, cuando tenía tan sólo quince años, y desde entonces se hizo cargo de la administración completa de la familia.
Una mente preclara, un talento desbordante para la administración de lo suyo y lo ajeno, un lince para las cosas del pecunio, y un fenómeno para que con dos plumas y un cordel comieran veinte. Reunió, pasado el funeral de su padre, a sus hermanos y parientes próximos y sin pararse en mientes, les dijo que la cosa estaba muy mal. Pero muy mal muy mal. Y que a ver cómo lo podrían hacer para poder seguir viviendo todos a costa del patrimonio familiar partiendo de la base de que padre ya no estaba y que él era todavía joven y que a ver. Y sus parientes se ofrecieron para tutelarle los primeros años y su madre, todavía viva, le dijo que ella podría hacerse cargo de las ganancias, y que no se preocupase porque saldrían adelante con los beneficios de las tierras, y las rentas y el copón.
Pero Moffer no escuchó a sus familiares. Empezó a llorar, y a llorar, y clamaba que qué desgracia, que qué pena más grande, qué dolor. Se dirigió a sus cinco hermanos pequeños y les dijo que como cabeza de familia, les desheredaba con todo el dolor de su corazón porque no podía hacerse cargo de ellos. Que siendo libres y buscándose la vida por su cuenta, podrían tener más oportunidades que siendo un Derrembarsnter. A su madre la mandó a casa de su tía Grunilda con acuse de recibo y le hizo firmar un documento por el que se comprometía a no volver a pisar la Baja Sajonia ni para mirarla de lejos. A sus hermanos les hizo jurar lo mismo. 'Quiero que os valgáis por vosotros mismos, sin el peso de nuestro nombre, yo, ay, yo, ay, lucharé contra el infortunio de la mejor manera que sepa'.
A sus parientes, que se olían lo que iba a pasar, les dijo que de administrar su patrimonio, ni de broma. Les montó una escena con cuchillos y rufianes alquilados para dar miedo, y no volvió a pisar la Baja Sajonia ni un Derrembarnster durante siglos, que no fuera descendiente directo del bueno de Moffer.
Allanado el camino, Moffer Derrembarnster se hizo cargo de los negocios paternos. Se alió con unos y con otros. Se hizo protestante porque vio que era bueno para el negocio. Dio dinero a los católicos con unos intereses altísimos. Financió una guerra aquí y la contraria en otro sitio. Engrandeció sus títulos. Se hizo margrave sin saber lo que era ser margrave, pero le daba igual. Se casó con una hija de un conde venido a más, que también estaba viendo que de pegar estacazos no se vivía y que lo suyo era traficar y hacer negocio.
Vamos, que cuando Moffer Derrembarnster murió dejó una herencia que no sabía ni él la pasta que tenía. Frase hecha, porque sí que lo sabía.
Lo que se llama una persona puesta en sus cosas.
Y con esta última semblanza nos vamos. Que tengan un feliz mes de agosto y si nos vemos por ahí, digan algo, no se corten y nos tomamos un lo que sea.
Salud y avanti con la guaracha!
Oiga, espero que lo de comer veinte con dos plumas y un cordel lo tuviera patentado, para poder rescatar la receta en estos tiempos de crisis.Mire qué bien nos iba a venir a todos, incluso en Versalles.
ResponderEliminarFeliz agosto, monsieur! Que corra la birra. Disfrútelo usted al máximo.
Bisous
Ahora que se acaban las mías empiezan las suyas. Que las disfrute Tolya.
ResponderEliminarCon su permiso dejo entrever mi cara de curiosa dama decimonónica por estos lares, que por cierto desconocía, y que me parecen de lo más interesantes.
ResponderEliminar¡Pobrecillo caballero, que decide sacrificarse él mismo en vista de la mala situación de la familia y para ello deshereda a sus hermanos y exilia a su madre con el fin de evitarles el disgusto de una mala vida! ¡Ay, qué mártir el hombre! Si es que abnegados así quedan pocos...
Un saludo, caballero y disfrute usted de este caluroso mes.
Caballero, acabo de leer entre sus comentarios en mi blog el asunto de su crítica novelística. Rebosante de curiosidad (y de gratitud ante su gesto, sea cual sea su valoración de mi obra) me veo obligada a confesar que por algún extraño motivo no consigo descargar el enlace que usted me facilita (seguro se debe a mi precaria conexión). Si tuviera usted a bien intentar enviarme de nuevo el enlace, bien mediante correo electrónico o como usted guste, se lo agradecería mucho.
ResponderEliminarUn saludo cordial.
vaya, las vacaciones implican vacaciones de blog? :P
ResponderEliminarPara mi quisiera ese talento:-) Pero se hace lo que se puede. Administra cada uno con los pocos o muchos talentos que le han tocado:-(
ResponderEliminarHoy que me he enchufado después de tiempo, vengo a dejarte un cálido abrazo y por lo visto no queda otra que desearte la mejor de las vacaciones. Que las disfrutes.