Si consultamos en Wikipedia información sobre los magiares, sobre el idioma húngaro, sobre el origen del pueblo magiar y la protohistoria del reino de los húngaros, veremos que hablan de cosas muy interesantes, a veces muy fantásticas, y casi ninguna certeza. No hay nada seguro. Pero no hay que ir a la Wikipedia. Hay que consultar otros medios mucho más fiables. Por ejemplo la Enciclopedia Larousse. No la he consultado todavía, pero sé que tarde o temprano tendré que hacerlo.
En mi casa teníamos la Enciclopedia Larousse y la seguimos teniendo. Tengo predilección por el tomo en el que se incluye la letra K. No va por letras, si no por nombres, y hay un tomo en el que la letra K, algo de la H y algo de la I, salen. Nombres curiosos, lugares remotos, personajes fascinantes. Siempre que abro el tomo de la Larousse al ir al cuarto de baño, casualmente se abre por la página en la que se encuentra la nota sobre Kamenev. Ahora no recuerdo bien los detalles sobre la vida de Kamenev, porque abro por esa página, y rápidamente cambio a otra, ya que la vida de Kamenev 'ya me la sé'. Y no me la sé. Creo que muere en los años 30 pero no sé si víctima de las purgas o por causas naturales. No lo voy a mirar.
Antas Nekermann está convencido de que hizo mal yéndose de su tierra. Antas Nekermann está a miles de kilómetros de Budapest, pero sólo tiene en su cabeza Budapest. Sólo tiene recuerdos de Budapest, sólo sabe pensar en húngaro, solo recuerda viejas canciones magiares, tiene en su boca aún el sabor de los platos que comía en las tabernas para estudiantes de Budapest, las caras de sus amigos, las de sus enemigos, las de quienes le traicionaron.
Antas Nekermann no está en Veracruz. Ya no está allí. Físicamente se encuentra un poco más al sur, decidió salir de Veracruz sin rumbo, a la aventura, con la intención de perderse, de que algo le ocurriera, de que todo terminase en un camino, a manos de cualquiera que quisiera quitarle sus pocas pertenencias, alguien con ganas de hacerle daño. Daba igual, ya estaba todo visto y hecho. No había esperanza. Físicamente no estaba en Veracruz, estaba algo más al sur. La cabeza la tenía puesta en sus recuerdos de Budapest.
Así, durante los primeros años del siglo XX, vagó por los caminos mexicanos un personaje que algunos dieron en llamar 'el gitano', ya que Antas Nekermann durante aquellos infaustos días presentaba un aspecto deplorable, con lacias melenas, bigote espeso y caído y así como llegaba a la plaza de cualquier pueblo, simulaba llevar un violín y haciendo un 'violín de aire', interpretaba cantando algunas piezas del repertorio que había escuchado durante sus años de juventud en su Hungría natal.
Fueron dos años los que sólo el cielo sabe cómo pudo sobrevivir el pobre Antas Nekermann, con su violín ficticio, su facha lamentable, y su cada vez más distraída mente. La vida nos va empujando hacia el fondo del pozo si no somos capaces de aprender a salir de él de alguna manera, y mucho más si no tenemos a nadie que nos eche una mano. Al cabo de esos dos años, en una de sus actuaciones lamentables en el pequeño pueblo de Santiago Tlazoyaltepec (cuna de Crisanta María de Turrón), Antas Nekermann tuvo un golpe de suerte. Un hijo de un soldado húngaro de Maximiliano, que había comprado tierras y se había asentado en aquella zona oaxaqueña, supo entender sus cantos y se acercó a preguntarle. Lo hizo, se entendieron, se lo llevó a su casa, lo presentó a sus familiares. Antas Nekermann comenzaba una nueva vida.
"La vida nos va empujando hacia el fondo del pozo si no somos capaces de aprender a salir de él de alguna manera"
ResponderEliminarMuchos se emigrantes se han quedado en el camino. Lo se por buena tinta. Me alegro de que por fin entre canciones y canciones, haya encontrado una salida
"Yo nunca me he quedado sin patria. Mi patria es el idioma" (María Zambrano)
Un abrazo
Pero qué rancio es usted: Las enciclopedias, el ajedrez y Karpov... ja, ja.
ResponderEliminarOigan, no sé qué dicen que ha rejuvenecido. Tiene 31 años y aparenta su edad, ¿no?
ResponderEliminarYo no digo que admire a los americanos, pero hacen las cosas y piensan de manera diferente a nosotros, luego, obtienen otros resultados. Y en muchos casos, que no siempre, eso es bueno.