Posible comienzo de una posible historia novelada de mis últimos años y que podría llamarse 'Hoy aquí y mañana aquí'.
Empezaremos por algún sitio. Nos subiremos al tren ya en
marcha. No tenemos tiempo que perder recordando el primer día. Recordemos algo
mejor. Recordemos uno de los momentos gratificantes. Un momento bueno. No nos
quedemos solo con lo malo, que de todo ha habido y no hay que quedarse
simplemente con lo que ha sido negativo, intenta sacar conclusiones positivas
de tu paso por aquí. No seas tan así. Intenta también extraer de todo esto algo
que te sirva para el futuro. Que no haya sido en vano todo este tiempo. Piensa,
piensa en algo que sea agradable, en la gente que hayas conocido, en las
personas que te han aportado algo durante todos estos años. Piensa en algo
agradable. Algo caliente. Algo confortable. Piensa en el L.
Nos subiremos al tren en marcha recordando aquellas tardes
lánguidas de invierno. Aquellas tardes pegados a un palmo de la estufa de
butano. La S. era
mucho peor, no tenía la estufa a un palmo, se metía la estufa entre las piernas
como… da para tanto hablar de la pasión de la S. por la estufa entre las piernas. Qué blanca y
qué pálida era la S.,
y ni siquiera, que yo recuerde con la estufa entre las piernas era capaz de
coger color. Igual si que lo cogía, pero es que yo nunca me fijé demasiado en la S.
No podía.
Piensa en algo confortable y caliente en las largas tardes
de invierno. De esto te diste cuenta mucho antes de que llegase la
S. Creo que estaba todavía la M., pero no recuerdo si con
ella lo llegué a comentar o no. Creo que no. Lo comentaría después. M. fue mi
primera compañera. Tenía que haberle hecho caso a la M. desde el primer momento. Tenía
que haberle hecho caso a la M.
y a tanta gente… A todo el mundo. Ahora ya es tarde. Quedémonos con algún
momento gratificante. Un momento gratificante y caliente.
En las largas y tétricas tardes de invierno, quizás los
jefes no habían vuelto todavía de comer, seguro que no habían vuelto de comer,
es posible que ni aparecieran porque estaban haciendo algo muy importante después
de comer. En aquellas tardes tan vacías de todo, mientras la música sonaba de
fondo y era de lo poquito que podíamos salvar, no era del todo extraordinario que
uno tuviera ganas de evacuar.
Hay quien no puede hacer lo que tiene que hacer si no es en
su casa de uno. Yo, con el paso del tiempo, he de decir que si algún lugar me
merece confianza para colocar mis posaderas era el lavabo de las empresas. La limpieza,
la pulcritud, estaban fuera de toda duda. No había nada que extrañar ni que
cortase la comunicación entre las distintas partes del cuerpo implicadas en el
asunto. Pero hacía frío. En el lavabo aquel hacía un frío del demonio y no había
narices a ir. A veces ponías papeles en la taza del váter para mitigar algo el
mal rato, pero no era suficiente.
Mejor era esperar al L. El L. era una persona que vivía allí.
No llegaba el primero, porque los primeros éramos nosotros, pero no se iba. No
se iba nunca. Él estaba allí. Con un lápiz en la boca, varado delante de un pc
antiguo mirando la pantalla intentando desentrañar el misterio de los mails
enviados y que nunca llegaron. Llamaba por teléfono y le oías con su voz
algodonosa hablar con un cliente. Le veías que a veces iba a hacer visitas. Con
su media boca. Enorme. Bajito pero enorme. El L.
El L. era el futuro. Era el fantasma del futuro. Pero era
caliente y confortable. El L. iba al lavabo y cuando salía había que apremiarse
antes de que alguna gallina del corral ocupase su lugar. Qué calentita la taza
del váter cuando ya había pasado por ella el L. Qué bien. Desde el lavabo oías
como el jefe aleccionaba al L. sobre la vida y sus misterios mientras el L. le
miraba con ojos atentos. El secreto del éxito, el porqué de todo, la silla
caliente.
Sona a esquela o a missatge pòstum d'una part de tu o de qui sigui el protagonista...
ResponderEliminarbona tarda!
ptns