miércoles, 27 de marzo de 2013

Turismo interior - Marcos Ordóñez

No se trata de ir dando la chapa con cada libro que me lea, pero no sé, la situación o yo que sé, me empuja. Y podría hablar de los escraches, del frenazo del proceso soberanista, de los escraches, de las competencias, de los jueces, de las obras magnas paralizadas, de que cada vez me está costando más todo, pero no, vamos a hablar de un libro. En El pais están apareciendo estos días unos artículos que me han tocado la fibra. Se trata de un repaso de la carrera de Sisa y de Carles Flavià, de una pequeña historia de una cierta Barcelona de los setenta que no sabemos si volverá alguna vez o si es mejor que no vuelva. Me chiflan. El autor es Marcos Ordóñez, crítico teatral en El País, del que casi nunca leo una crítica porque casi nunca voy al teatro. Marcos Ordóñez es conocido de mi amigo A., y siempre dijo que era buen tío. Mediatizado por eso, y como prácticamente vivo en la Biblioteca pensé en mirar algún libro si lo hubiera de Marcos Ordóñez. Turismo interior, un libro relativamente reciente.
Turismo interior son tres historias. Una historia ficticia, llamada 'Esto no está pasando'. Tres amigos están tomándose algo en Barcelona, están decidiendo que si sí o que si no y deciden que si. Las consecuencias de tomarse la pastilla roja son que los tres amigos viajan en el tiempo a la Barcelona de 1967. A una Barcelona de 1967, que también es una posible Barcelona de 1969, que va cambiando, en la que van apareciendo personajes de la vida de los tres amigos, o no, y que tiene un aire entre fantástico y real, de una Barcelona que fue, que parece que fue, que no sabemos si fue así o fue de otra manera, pero que parece más real que esta. O no. No lo sé. Sólo sé que me encantó esta parte.
La segunda historia es 'Como un policía en un país extranjero', en la que una chica que vive en los Estados Unidos recibe cuentos de su hermano pequeño. Un hermano pequeño que tiene una historia que, por lo que sabremos en el tramo final del libro, podría ser un trasunto de la propia historia del escritor, modificada, tuneada, distorsionada, pero con personajes que podrían coincidir. El chico que quiere escribir, que se hace periodista, que vive en el alambre, que se cree el personaje. Qué mal.
Y la tercera es 'Gaseosa en la cabeza', que no es más que la vida, que será o no, del propio escritor. Un ejercicio de introspección en el que se desnuda ante los lectores y nos cuenta que lo pasó mal, que se quedó vacío, que tiene miedos y que eso miedos están ahí y hay que luchar.
Por este orden, la primera historia me alucinó, me gustó muchísimo. Los que hayan leído alguna vez esto se habrán dado cuenta de que me gustan las historias de mi ciudad, de una ciudad distinta a la que tenemos hoy, y que me atrapan sin remedio los callejeos, los bares raros, los personajes oscuros, las conexiones de la parte alta y el extrarradio, todo eso. Y ahí me veo. La segunda parte también me gusta y mucho, pero me duele más porque en esta situación... esas historias duelen. Uno no será nunca así, no vale para ser así.
Y la tercera duele más porque, por lo mismo, uno no quiere ser así, y no sabe que quisiera, que estar mal es estar muy mal, pero siempre se escribe, siempre se tiene una crítica, un artículo un algo. No tenerlo, ese es el problema.
Bien. Ya está. No se trata de ir dando la tabarra con los libros que uno se lee, pero este me ha tocado bastante la patata, nada más. Ale, a seguir con el desto.

1 comentario:

  1. Bueno, si ud. lo dice. Si fuera el único libro en una isla desierta lo leería sin duda.

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