La Agencia Monder et Lironder se funda en París, la misma París que verán ustedes en películas, reportajes y todo tipo de documentales sobre París, allá por el lejano año del 1723. La Agencia la forman Jean Jacques Monder y su viejo amigo de la infancia y compañero de seminario Cedric Lironder, tras haber pasado ambos por la policía estatal y haber sido expulsados del cuerpo por haber incurrido en una serie de errores en una investigación que les condujo a pensar que el mismísimo rey Luis XIV seguía vivo, cuando todo el mundo sabía que ya hacía años que había fallecido, que reinaba otro rey, que todo el mundo podía ubicar su tumba y mausoleo y que no era posible, vamos. Pues ambos, Jean Jacques Monder y Cedric Lironder presentaron un informe a su superior, el prefecto Facillon, con la insensata teoría de que, el traspapelamiento de unos documentos muy valiosos se debía a que un personaje de alta alcurnia los había sustraído, siendo este personaje el mismísimo Rey Sol, que no había muerto y que vivía en una isla del Canal de la Mancha rodeado de un lujo y una longevidad que no eran de este mundo y desde allí, junto con otros monarcas fallecidos o falsamente fallecidos, como Felipe II, Carlomagno, o el mismísimo emperador Augusto, regían los designios del mundo. Y el caso es que los documentos que presentaron eran de una lógica aplastante, con sus datos, sus investigaciones, sus pesquisas y sus interrogatorios. Testimonios, pruebas documentales, todo estaba la mar de claro, pero las conclusiones eran del todo inverosímiles.
Expulsados del cuerpo montaron su propia agencia al servicio de quiénes tuvieran alguna duda, alguna sospecha, algún asunto que les reconcomiera o les perjudicase. Y un día, el comerciante De Rumière se presentó en su oficina, situada en un cuartucho sobre una taberna junto al mercado de abastos para pedirles, con muy malos modos, que:
- Yo tengo una hija en el Quebec que se ha fugado con un oficial de nuestro Ejército, pero tengo la sospecha de que no se ha fugado y sigue aquí, en Paris, y no está con un oficial, que a mí ya me estaría bien, sino que está conviviendo con otra mujer exnovicia en un barrio del arrabal. Encuéntrenla y eliminen a la exnovicia, les pagaré lo que convenga en estos casos.
El comerciante De Rumière poseía un próspero negocio de importación de palmas de las posesiones coloniales y había hecho un buen capital, aunque pesimista como era, consideraba que las cosas no pintaban nunca bien y que su hija mejor hacía fugándose con un capitán que no esperando a que el negocio lo heredase el pintas de su hermano pequeño o bien cualquier petimetre que le ofreciese matrimonio.
Monder y Lironder se pusieron manos a la obra y recorrieron primeramente todos los arrabales de la ciudad. No encontraron respuesta alguna y la joven Polypelène no fue hallada donde el comerciante presumía. Bueno.
Sólo quedaba establecer contacto con otras instancias del reino francés y en todo caso, establecer alguna comunicación con el Quebec y si no quedaba otro remedio, viajar hasta allí a ver qué.
Reunidos Monder y Lironder para sopesar las distintas posibilidades, acudió a su despacho un joven que decía tener noticias sobre la joven Polypelène. El joven, con ronchas en la piel, desdentado y un pelo ceniciento y escaso, decía que la joven Polypelène se había prendado de él durante una visita al mercado, donde él trabajaba de mozo vigilante en un puesto de casquería. Y que Polypelène estaba refugiada en un matadero cercano a París, donde ambos vivían una preciosa historia que tendría un bonito fruto en unos meses porque la bella estaba embarazada. Caramba.
- Ya está el caso resuelto, muchas gracias caballero, informaremos a su padre de esto.-dijo Monder, y le dio la mano al joven que se retiró esperando a que el comerciante De Rumière le aceptase como yerno.
Pero oh, providencia, justo cuando Monder y Lironder se encontraban camino de la casa de De Rumière, un caballero se cruzó con ellos para informarles que el comerciante De Rumière acababa de morir y que miren ustedes qué pena.
Así que Monder y Lironder se volvieron a su oficina, dieron el caso por terminado y resuelto, y nadie volvió a ver a la joven Polypelène. Dos años después de estos hechos, una carta llegó a la Agencia Monder et Lironder en la que la señora de Fruslerie, de soltera De Rumière, daba constancia de que estaba viva y coleando en Quebec, pero esa carta llegó justo cuando hacía un mes que Monder et Lironder ya no trabajaban como detectives y habían puesto un puesto clandestino de contrabando de pañuelos bordados cerca del mismo mercado.
Pudo haber ocurrido, porque no. Hoy soy detective, mañana vendedor ambulante y pasado periodista. Lo que haga falta con tal de ganarme la vida. Ingenio no les faltaba, lo mejor: Nadie cobró un duro.
ResponderEliminarUn abrazo
Quién los ha visto y quién los ve! Yo en su lugar dejaría los pañuelos y volvería a lo de detectives. Por lo menos nosotros nos lo íbamos a pasar en grande con sus aventuras.
ResponderEliminarBuenas noches, monsieur
Bisous