Ambos, es decir, los dos, hacía días que no se decían nada. Uno estaba allí en la quinta castaña y el otro en la otra castaña de más lejos. Un mundo. Pero aquel día coincidió que haciendo la ronda de reconocimiento, por si había algún desperfecto, por si se había desprendido alguna pieza importante en la Gran Muralla, por si acaso se habían agazapado en algún punto muerto grupos de invasores... pero nada. Ambos llegaron a verse y como ya hacía tanto tiempo, tenían ganas de hablarse.
- ¿Cómo estás? ¿Qué tal llevas lo tuyo?
- Pues mira, más o menos como la última vez. Estoy mejor, pero bueno, no me fío demasiado. Ahora vendrá el calor y bien, pero como siga el frío no sé qué va a pasar.
- Bueno...
Y ambos se quedaron mirando hacia el más allá hasta que uno de ellos preguntó lo que siempre terminaban preguntándose.
- ¿Y tú cómo crees que serán los que vendrán? Ya sabes, los que van a venir a por nosotros. Los que un día aparecerán por las llanuras a millares, montados en seres fabulosos, armados con artilugios poderosos, esos por los que hemos tenido que construir la muralla.
- No lo sé. Estos días he imaginado que quizás los que vendrán un día no serán tan magníficos como tú y yo hemos querido pensar. Es decir, que no serán unos monstruos ni siquiera humanos, que quizás podrían ser de otra manera.
- ¿Qué me dices?
- Si. No sé. Piénsalo. ¿Cuánto tiempo llevamos los dos haciendo la ronda por aquí? ¿Tú has visto alguna vez venir a alguien? ¿Y si no fueran humanos a lomos de caballos? ¿Ni siquiera humanos que comanden seres que no conocemos? ¿Y si tampoco fueran monstruos de otros lugares? No sé -los dos miraban hacia la estepa, hacia la gran llanura que se perdía detrás de las lomas que defendía Gran Muralla.
- Es posible. No sé. Yo a veces también creo que posiblemente los que vengan... no sé. A veces pienso que si tiene que venir alguien ya sabrá cómo pasar de la Gran Muralla. Que quizás la Gran Muralla no haya servido de nada.
- ¿Verdad? Es que yo digo... ¿tú te acuerdas de cuándo viniste aquí? ¿Cuánto tiempo llevamos aquí?
- Si... si. Si. Es posible que... no creo pero... no puede ser.
- Yo digo... ¿y si ya hubieran venido? ¿Y si ya atacaron y nos mataron y ahora somos fantasmas que vagan por la muralla? ¿Te acuerdas de la leyenda del fantasma de la muralla que nos contaban cuando llegamos?
- Claro que me acuerdo. Pero... no sé. De verdad... No podemos estar muertos. Yo, ahora, por ejemplo, tengo hambre. Un fantasma no tiene hambre.
- Ya... ya... claro... eso no puede ser. Y si estuviera muerto yo y tú no... No sé. A ver, pínchame con la lanza a ver si siento algo...
- Uy no, no. No te pincho. Me paso y te mato de verdad y se me cae el pelo.
- Y además igual manchamos esos vestidos de ahí...
- ¿Qué vestidos...?
Relato dedicado a la señorita Yprh. ¡Feliz cumpleaños con retraso! ¡Por muchos años Y.!
Vaya, pero si era el cumple de Madame Yolanda y yo sin enterarme! Y mire que madame Yolanda tiene la costumbre de cumplir años todos los años, pero mi berza cada vez es más grande.
ResponderEliminarPues nada, felicidades atrasadas para ella.
Bisous
Muchas gracias Tolya!!
ResponderEliminarNo, no manchen los vestidos. Ja, ja. Está como una traca Tolya.
Felicidades a los dos, a ella por cumplir años y a ti por tu dedicatoria. Pensé que nos ibas a contar la historia de la Muralla China.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz semana
Jajajaja muy apropiada la historia!
ResponderEliminarDe verdad hacen desfiles en la gran muralla o es un montaje?