Las guerras suceden. Una guerra, pese a quien le pese, pasa. Y cuando ha pasado, los que han perdido lamentan las pérdidas e intentan minimizar los desastres. Los que ganan, viven de rentas, magnifican los logros, olvidan las atrocidades. Porque han ganado.
Terminada la Guerra del Chaco se decidió hacer un gran desfile para celebrar la victoria paraguaya sobre Bolivia. El General José Félix Estigarribia había conseguido, con el apoyo de potencias foráneas, derrotar a los bolivianos en una guerra chunga y mala. Los bolivianos habían sido apoyados a su vez por otros 'amigos' extranjeros y en realidad todo había resultado un juego de potencias en el que los dos países sudamericanos pintaban únicamente en función a la carne de cañón que mandaban al frente.
En un pequeño pueblo paraguayo, sin embargo, no se sintieron aludidos por el encono entre los dos países y decidieron que, una vez concluida la contienda, bueno era celebrar un desfile para celebrar no la victoria, si no, que todo había pasado. Y que no había pasado.
Así, en San Guillermo de Pykasú, se celebró la primera Fiesta de lo que no Pasó. Y en lugar de recrear la victoria, hacer ofrendas en el monumento a los héroes de la patria y llenarlo todo de banderitas paraguayas, se decidió que, mucho mejor, iban a hacer como si nada hubiera pasado.
De tal manera que, pese a que la mitad de la población había perecido en la guerra, se montó un escenario en el que se programaron actuaciones de cantantes locales, de grupos folclóricos, mercadillo, feria de ganado, y todo aquello que se hubiera podido hacer si hubiera estado presente todo aquel que ya estaba muerto. En San Guillermo de Pykasú, por ejemplo, actuaron Los Territoriales, sólo dos de ellos, ya que los seis restantes estaban muertos. Las bailarinas Sosa y las Sosas no pudieron contar con ocho de las integrantes porque el resto, idem. El recital de Teodoro Bolaño consistió en media hora de silencio, ya que Bolaño había muerto. Incluso se invitó, como si nada, a Los Verdaderos Andinos, un conjunto de flautas boliviano, del que sólo se pudo presentar un miembro, que precisamente no tocaba la flauta sino el tambor.
Pero daba igual, porque de lo que se trataba era de que todo fuera como si no hubiera habido guerra, como si todos estuviesen bien, que no hubiera enemigos, seguir dándole la espalda a la realidad. Tirar para adelante.
La noticia de este Festival llegó a oídos del gobierno de Estigarribia, que decidió prohibirlo terminantemente... sin embargo la prematura muerte del Mariscal, hizo que se perdiera el interés en este evento, que hoy en día se sigue celebrando. Estando muertos ya todos los que en teoría deberían participar en él, el Festival consiste en nada. Nada en el Chaco.
N.T. Es curioso que, buscando Estigarribia en Google, lo primero que aparezca sea un futbolista. Qué mundo.
Y que esperaba usted caballero viendo de la forma en que somos los humanos?
ResponderEliminarTu lo has dicho: ¡Que mundo! y me temo que aunque haya oros mundos este es el mejor posible. Los otros no lo podemos comprobar.
ResponderEliminarUn abrazo
Pues el mundo esta bien lo que no funciona es la sociedad humana, sobra
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