Ya había visto anunciada esta película y no le había hecho demasiado caso. Pensaba... 'bah, una biografía sobre una filósofa, su lucha en un mundo de hombres, una avanzada a su tiempo, un ejemplo a seguir, el mismo azúcar de siempre'. Pero el domingo me vi arrastrado a ver ésta y no otra, por que, ya que va uno al cine después de tantísimos días sin ir no te vas a poner remilgoso.
Hannah Arendt es una filósofa o pensadora o como quieran llamarla alemana nacionalizada norteamericana. O norteamericana de origen alemán. Y judía. Dato relevante. La actriz que interpreta a la Arendt, Barbara Sukowa, me suena de otras películas, pero no supe decir de cuál, hasta que no vi el papelito que tienen en el Floridablanca con las sinopsis y esas cosas.
Bueno, la película empieza de manera preocupante. Parece que todo va a consistir en diálogos entre amigos catedráticos, profesores, editores, etc., en bonitos apartamentos neoyorquinos, hablando unos en alemán y otros en inglés. Los temores eran ciertos. La vida en pareja de Arendt, que si el marido está con otra pero no está... en fin. No vamos bien. Pero para salvar la situación, el Mossad captura a Adolf Eichmann en Buenos Aires y lo van a juzgar en Israel. Adolf Eichmann es uno de los más famosos criminales nazis que escapó a Argentina utilizando un documento suministrado por el Vaticano. Que le puede pasar a cualquiera. El asunto es que lo van a juzgar y en casa de Hannah Arendt empieza el debate sobre qué se debe juzgar, si hay que juzgar, si lo van a meter en una jaula de cristal... Arendt solicita al New Yorker viajar a Israel para cubrir el juicio y hacer un artículo al respecto. Al New Yorker nada menos. Arendt da clases de alemán avanzado. No es periodista. Pero bueno, ella va y el director del New Yorker le da manos libres.
Una vez allí Arendt asiste al juicio y discute, en principio amigablemente, sin hacerse daño, con antiguos amigos judíos, ahora israelíes. Pero una sombra atenaza siempre la figura de Arendt. Martin Heidegger.
La vaca de Martin Heidegger era una bonita canción de Os Resentidos. Yo conocía Martin Heidegger a través de Os Resentidos. Y ahí me quedé. Supe después que era un filósofo alemán que se afilió al Partido Nazi y que luego tuvo problemillas pero no muchos. El estigma del nazismo le acompañó siempre.
Pues bien, Hannah Arendt y Heidegger tuvieron un lío. Y la foto de Heidegger está encima de la mesa de trabajo de Arendt siempre, pese a todo. Fue la amiga de Heidegger y se lo recuerdan mucho.
Pues bien, el juicio de Eichmann le hace desarrollar a Arendt la teoría de la banalidad del mal. Yo ahora podría ponerme estupendo y elucubrar sobre el asunto, pero no me da el seso para tanto. Lo siento. Diré, sin embargo, que Eichmann habla todo el rato de que él simplemente cumplía órdenes, que tenía una obligación y que la cumplió sin preguntarse nada más. Durante el juicio, un rabino húngaro, habla de la colaboración de algunos líderes judíos con los nazis, en principio, sin saber que estaban colaborando para su propio exterminio. Arendt considera que Eichmann simboliza el mal pero un mal... pocho. El mal del que se desentiende de su condición de ser humano y se limita a no pensar. A cumplir órdenes.
A hacer 'lo que tiene que hacer'. ¿Les suena?
A hacer lo que toca, lo que hay, lo que le ordenan, sin pensar si se puede hacer otra cosa, si debe hacer otra cosa. Se hace, y si ese 'hacer' es matar a todo un pueblo o acabar con tu propio padre... pues sea.
La teoría le granjea enemigos a Arendt porque no lo pinta como un malo maloso, loco, malvado, terrible, si no como un ser humano que decide dejar de serlo. Nada más. Ni loco, ni maníaco. Pero cuando escribe en el artículo lo de que hubo colaboración de líderes judíos... ahí se las lleva todas juntas.
Pasa malos ratos y antiguos amigos le retiran la palabra. Hasta que da un discurso en la Universidad y más o menos convence al público.
Pero algunos siguen recordándole que era la amiga de Heidegger. El nazi.
En fin, una muy, pero que muy interesante película que nos habla de cómo se puede hacer el mal, de cómo nos dejamos manipular, de cómo nos quitamos la culpa de lo que hacemos, y de que finalmente, siempre somos responsables de lo que pasa, por acción o por omisión. Muy recomendable.
Me gusta la foto. Llego a tiempo de desearte al menos un buen domingo.
ResponderEliminarUn abrazo