Encontrado en un volumen del Beatus Bellusvillaeticus, hallamos un texto llamado 'Kyrie Eleison', de autor desconocido, que nos ha llamado la atención. Por otra parte, nos damos cuenta de que casi todo nos llama la atención.
'Mírame y escucha lo que te digo. Que el Señor es testigo de lo que te cuento porque Él mismo estaba allí. Como tus oídos los presumo sanos y tu entendimiento fiable, sabrás entender lo que te cuento. Él mismo estaba allí, presenciando lo que ocurrió. Estaba sentado en una piedra en el borde del camino y en ningún momento dijo ni so ni arre que fuera natural a su condición de Hijo de Dios, pero allí estaba. Yo te cuento lo siguiente, lo que ocurrió, y que sea el mismo Señor Jesucristo el que me arrebate la vida si lo que te digo no es verdad. Escucha, escucha lo que te cuento. Acércate más. Déjame meter mi mano por aquí, que la tengo fría y los pies también. Así estaré más cómodo y caliente yo, caliente tú. Calientes los dos. Te cuento ya. Que caminaba por la noche oscura por el sendero que lleva de la Abadía a la aldea para visitarte como suelo, cuando escuché una voz. Esa voz me dijo 'Detente y arrodíllate, porque en presencia de San Ateneo te encuentras'. Y yo, temeroso de Dios, de Nuestro Señor Jesucristo, pero también desconfiado con las apariciones y los milagreos sin cuento, repuse 'Disculpe Señor Santo Ateneo, mas ni tan siquiera conozco yo a tal santo que haya sido bendito, así que si no tiene nada mejor que demostrar, le rogaría que me dejase continuar con mi camino, que tengo prisa y me esperan'. Y al avanzar vi a Nuestro Señor sentado al borde del camino como te digo. Déjame meter la mano por aquí, no te asustes, no hago nada. Qué bien se está así. Tú también estás bien. Y Nuestro Señor, representado tal y como se encuentra en las imágenes y vidrieras de la Catedral de Saint Florien de Cheux, aunque sentado como te digo en una piedra, me dijo con voz clara y maravillosa, que eso sí que lo era... 'Hazle caso Fray Wilhemius, que San Ateneo te enseñará algo que no olvidarás'. Y de rodillas al suelo me lancé 'Señor, ten piedad de mí'. Y Él, me dijo de nuevo 'A Mí, no, a él'. Y arrodillado, me giré hacia donde se encontraba supuestamente aquel San Ateneo que me dijo cosas muy provechosas que si me dejas poner la mano así, yo te enseñaré ahora a ti'.
Interesante texto sui géneris. No puedo opinar porque no estaba allí. Mira que lo que me perdí.
ResponderEliminarUn abrazo