Las jornadas avanzaban de forma plácida en el Círculo Projorelov y no había nada que nos hiciera pensar en que debido a un malentendido, todo podría haberse ido al garete. Un viernes por la tarde, un mensajero nos anunció que el viajero Emmeric Roger nos vendría a visitar para exponernos su relato sobre una serie de viajes que había estado haciendo a lo largo de los últimos años. Emmeric Roger era conocido por muchos de nosotros puesto que durante un tiempo había sido parte de nuestro Círculo, mas había abandonado nuestra entidad por motivos que sólo él conocía. Derelindo Obrario, un viajero italiano que se había asentado entre nosotros, nos contó un día que Emmeric Roger había coincidido con él durante un viaje por el Caribe y que habían terminado enemistados ferozmente dado que Emmeric Roger tenía la extraña virtud de señalar constantemente los defectos tanto del país que visitaban como del propio compañero de viaje, por lo que su presencia durante el mismo y pese a que Emmeric Roger era una persona extremadamente inteligente y válida, se hacía insoportable.
Así las cosas, Emmeric Roger se presentó el sábado siguiente en la puerta de nuestro Círculo Projorelov. Nada más ver el portal, dijo a viva voz que en todos los años que habían transcurrido desde su partida, no había cambiado nada en la construcción misma del edificio y que las cosas que no cambian en tanto tiempo, por fuerza, tienen que estar mal. Que se planteaba la propia validez de ir a contar sus viajes en ese espacio que, a todas luces, desde fuera, parecía totalmente inapropiado para acoger nada que tuviera un poco de cara y ojos. Sin entrar siquiera en el espacio del recibidor, insistió en que antes las cosas en el Círculo Projorelov, de aquella manera en la que se funcionaba, tenían un sentido y una razón, pero que mantener ese mismo lugar, con las mismas señas de identidad, le parecía evidentemente un churro. Emmeric Roger todavía no había traspasado la puerta del salón principal y, viendo a alguno de nuestros socios más eminentes que le salían a saludar, volvió a insistir que eran las mismas caras de siempre, que no había movimiento, que había viajado por todo el mundo visitando sociedades y círculos de viajeros de aquí y de allá y todos ellos incluían entre sus bases fundacionales, el cambio, el mantenimiento y regeneración constante. Derelindo Obrario, que le estaba esperando, le espetó que allí se iba a contar historias, a relatar viajes, y que se dejase de observaciones inoportunas sobre nuestro Círculo.
Y ya en el salón, en la tarima en la que los viajeros se mesó el bigote y comenzó su relato que consistía básicamente en contar lo que había visto desde que llegó a nuestra ciudad, adjuntando la visita a nuestro Círculo Projorelov, como parte del mismo relato. Todo lo puso de vuelta y media. Ciudad triste, sucia, antigua, desfasada, con aires de decrepitud, decadencia, sin identidad, anclada en un provincianismo inerte, ajada, maldita, fea, mal. Y nuestro Círculo fue calificado como un digno representante de una ciudad que ese iba al garete, que se perdía, todo era purulento y sucio, que no merecía la pena salvar nada, que todo debería hundirse. Que durante sus viajes había entendido que antes era todo mejor que ahora y que cada vez que viajaba a un lugar, fuera en el tiempo que fuera, siempre lo encontraba peor.
Entre nuestros socios, cundió el pánico. Algunos de ellos se adhirieron sin medida a las palabras de Roger, mientras este iba hablando y derribando nuestra institución. Claro, claro, tiene razón, él ha visto cómo está todo, él lo sabe mejor. Y nos miraban a algunos con cara de recriminación. El Círculo corría peligro. De repente Rogier, entró en un estado de silencio inquietante. Rompió a llorar. Recogió sus papeles y se fue.
Oiga, ¿es ud. géminis? ¿Cómo puede tener la cabeza en tantas historias? Ahora una de Baal, ahora una de mirada ovoide, hoy una del círculo....Creo que nos debe un esquema, y un resumen a principio o final de capítulo que diga, la serie esta va de esto.
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