Con su muerte, a la edad muy temprana de 16 años, se perdió uno de los más grandes proyectos de literato y pensador de su generación. Aurelito Errementería y Puig no llegó a publicar en vida ninguna de sus obras, pero dejó un amplio compendio de su trabajo y su pensamiento en una serie de escritos que han sido décadas después recuperados y editados bajo el ampuloso pero para nada desacertado título de 'Aurelito y su tiempo. La fugacidad de un pensador imberbe'-
Aurelito nace en una buena y noble ciudad, Lugo, en el año de 1886, en el seno de una honrada y eficaz familia en la que se mezcla el origen vasco de su padre, Don Aurelio Errementería Gorostiaga y lo catalán de su madre Doña Montserrat Puig i Puigflorit. Ambos, farmacéuticos de profesión, montan un establecimiento digno y sencillo en la capital lucense, donde prosperarán y podrán dedicarse convenientemente a asuntos espirituales, como la lectura, la reflexión y constituir el Ateneo Conservador Reflexionista de Lugo. Cuando Aurelito viene al mundo, sus padres tienen para él grandes planes. No toleran otro porvenir que el de Gobernador Civil de la provincia. Y Aurelito, desde buen principio, no se aparta de lo que sus padres le marcan. Sus primeros pasos en la Escuela Nuestra Señora de los Buenos Santos son espectaculares. Con sólo seis años, sorprende a sus profesores al quedarse extasiado mirando por la ventana de su aula. Al ser recriminado por sus profesores, Aurelito contesta: 'Miro y contemplo lo que afuera pasa, dado que lo que dentro tengo es para mí oscuro y me duele'. Maravillados ante la respuesta, la dirección el centro convoca a sus padres para felicitarles por la capacidad de reflexión y abstracción del muchacho.
Mirar por la ventana y expresar una cierta insatisfacción interior que para nada se verá reflejada en su actividad académica, serán las tónicas de su vida. Mirando de nuevo a la ventana, una suave mañana de mayo, y con diez años de vida, Aurelito expresará lo siguiente: 'El cristal es como una frontera que me invita a ser traspasada, pero el dolor de cristales rotos me atemoriza. Ese es el drama de nuestro tiempo. Ese es el drama de nuestra vida. La frontera del dolor. La aventura sin daño. Qué sería de nosotros sin el riesgo a que nos duela.'. Bravo.
Los profesores animan al muchacho a seguir expresando sus pensamientos. Hay días en los que no le imparten ninguna asignatura y se limitan a dejarle mirando a la ventana. Algunos profesores van anotando sus pensamientos aforísticos en cuadernos que luego darán lugar a su obra póstuma. Sus padres, orgullosos de que su hijo se haga un nombre como prodigio pensador, están asimismo contentos de que sus notas y su perspectiva laboral no se resienta.
Una niña del colegio, Azucenita Miriñán de las Sousas, quedará prendada de él, como cuenta en sus memorias años después, pero Aurelito no tiene tiempo para mozas. Con quince años declara ante el ventanal del claustro del Instituto de Enseñanza Varonil Hueberto Oriza y Sanadrián que 'Si mi porvenir traspasase el muro de mi cuerpo. Si mi futuro se viera ligado a otro ser. Si yo ya dejara de ser yo... qué alegría... qué desperdicio...'. Qué belleza. Azucenita mantendrá vivo el recuerdo de Aurelito hasta que se compromete con Don Julián Tronazo de Vuloneras, potentado del negocio del vino de Ribeiro y de Aurelito nunca más se acordará hasta que publica estas memorias.
Aurelito comienza a ver resentida su salud. Al parecer, contrae regularmente enfermedades respiratorias. Constipados, resfriados, gripes, que se van agrabando y complicando. Por lo visto, estar durante tanto y tanto tiempo al lado de ventanas, ventanales, etc., le perjudica. Pero Aurelito no quiere dejar de reflexionar. Ya como estudiante preuniversitario, muy malito de sus pulmones, ante un ventanal en una terrible mañana de marzo considera 'Son los pensamientos como gotitas de orbayo. Mojan y no me traspasan. Qué no daría yo por un remedio para tanto vendaval. Qué me ocurre que no me salvan'. Muchos ven en este último pensamiento una recriminación a sus padres, farmacéuticos a los que válgame la virgen.
Y así Aurelito Errementería y Puig morirá a los 17 años, con más mocos que una oveja, pero con una profundidad de pensamiento que ojo.
Sí que apuntaba maneras de gobernador civil. Qué lástima, qué tragedia.
ResponderEliminarPues sí, y probablemente lo haya hecho adrede, porque este es un héroe de medio pelo...
ResponderEliminarLuego le leo que me voy a currar, chao.
Y tan temprana su muerte... ¿Ya le dió tiempo a acabar el colegio?
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