Y entonces, asesinan al Archiduque Francisco Fernando en Sarajevo y este hecho desencadena la Primera Guerra Mundial. Estamos de aniversario. Un aniversario que es especialmente triste para quienes, ejem, nos consideramos, ejem, ejem, clase trabajadora. Clase trabajadora. Resulta que hace cien años sufrimos una derrota pasmosa. Una derrota sin haber combatido. Una derrota por la cual nos enviaron al combate. Al gran matadero que fue la Primera Guerra Mundial.
Francisco Fernando, según cuenta el gran Stefan Zweig, no era precisamente el ojito derecho del Emperador Francisco José. Al parecer Francisco Fernando era un tipo un poco agrio y que iba bastante a su bola. Además, cielos, se casó con una plebeya contra la opinión de todo pichichi. Una plebeya que tampoco es que fuera un encanto. Dice más Zweig, que cuando asesinan a Francisco Fernando, no todo el mundo se lo toma como una mala noticia. Incluso las muestras de dolor de la propia corona no parecen demasiado sentidas. Pero, eso qué más iba a dar, si la Guerra era algo que estaban deseando las grandes potencias porque... porque la estaban deseando.
Leyendo a veces cosas sobre los años previos a la Primera Guerra Mundial, uno pudiera pensar que, realmente, era un asunto que podrían haberse jugado los zares, kaisers, emperadores, reyes y presidentes de la república francesa al parchís y se hubiera arreglado la cosa en un nada. Pero no. Era necesaria una guerra. Y uno, que es malo y tiene el rencor incorporado a los genes porque vivo nada más que para la maldad y para pensar que todo el mundo conspira contra mí y contra los míos, piensa... estos se montaron una guerra nada más que para demostrar y demostrarse que todo el movimiento obrero, -que era principalmente pacifista-, se lo podían cargar de un plumazo nada más que agitando la banderita.
Así es. Esta es la derrota. La banderita. Soy un trabajador, soy un obrero afiliado al partido socialdemócrata de mi país, por la paz y por la dignidad, pero amigo... me calientan la sangre diciendo que los franceses son unos cabrones malnacidos y... me cago en... a quién hay que matar. Y ahí te ves al partido socialdemócrata votando a favor de la guerra y todo al garete. Y los trabajadores, que durante décadas han visto crecer en su interior el espíritu del pacifismo, del internacionalismo, del proletarios del mundo uníos... son enviados como carne de cañón a las trincheras del frente de Bélgica, los fangales del frente ruso... carnicerías como las de Armenia... en fin. Una historia bastante triste.
Una guerra que tiene como objeto principal... demostrar quién manda. Demostrar que se puede enviar a la muerte cierta a millones y millones de personas tan sólo agitando sus instintos más profundos de miedo, odio al diferente, ardor guerrero, crueldad y falta de empatía por los demás. ¿Han visto la peli Senderos de Gloria? Yo tampoco. En ella Kirk Douglas comanda un batallón que se niega a cumplir unas órdenes suicidas. Órdenes que se dan sin motivo concreto, tan sólo para demostrar quién manda. Sí, mucho socialismo, mucho amor fraternal hacia los trabajadores y los pueblos enteros el mundo, pero como te toque un poco las palmas, bailas fandango por mis muertos.
Una guerra que sirve como válvula de escape. Una guerra que queda en nada. Una guerra que destroza un continente y que prepara la siguiente, que será más ideológica, pero aún más atroz. Una guerra por el Emperador. Una guerra por el Kaiser. Una guerra por el Zar. El Zar cae. No termina la guerra en su puesto. El Kaiser acaba cayendo también. Finalmente en Alemania hay una revolución y se obliga al Kaiser a pirarse. Lo que ocurre después es quizás la oportunidad perdida más grande para la clase trabajadora mundial. En Rusia aprovechan esa oportunidad. Con la promesa de la Paz, triunfa una revolución que para consolidarse tendrá que vivir en guerra permanente.
La paz. Demostrar quién manda.
Y la pregunta que sobrevuela estos días... ¿volveríamos a hacerlo? ¿volveríamos a agitar las banderas en la plaza del pueblo clamando contra el enemigo imaginario? ¿volerá a estar Hitler en la plaza de Munich esperando su oportunidad? Da miedo responderse.
lunes, 30 de junio de 2014
viernes, 27 de junio de 2014
Miscelánea
Willy Meyer, Willy Meyer, Willy Meyer. Digo yo que alguno de estos será Steve Mason, porque no lo sé reconocer. Será el del jersey blanco y negro. En fin. The Beta Band tiene varios discos, pero como el recopilatorio de los tres EP's, no tiene nada. En los discos encontramos a veces canciones bestiales, pero suelen ser un poco... que se diluyen. En cambio el de los tres EP's, aunque tenga sus momentos también de 'y ahora nos vamos un poquito de la pinza y ya volveremos', tienen sus canciones buenas. Aquí vemos en solitario a Steve Mason, que, insisto, debe ser uno de estos de la foto, cantando Dr. Baker. Si en el disco el ritmo lo marca un piano, digamos latino, aquí está sólo con la guitarra. El mantra bien pudiera ser Willy Meyer, Willy Meyer, Willy Meyer... ohm.
https://www.youtube.com/watch?v=sHoqZdZ9xoI
Como sepa Dios hasta cuándo no vamos a poner nada más de los Beta Band, vamos a poner otra canción más. Esta se llama Simple Boy y es del segundo disco, que en realidad es el primero. La canción tiene bien poca cosa, pero se te mete dentro. El estribillo, My mother of love where are you when we need you, como otro mantra. Es lo que tiene este grupo, que cuando engancha esas repeticiones rítmicas o lo que sea te hace entrar en un trancecillo muy majo. Y es lo que pide el cuerpo. No tanto encenderse y eso. Más bien tomarse las cosas con calma y esperar a que la Madre Divina ilumine nuestro entendimiento para el largo camino que nos espera. Madre del amor, dónde estás cuando te necesitamos. A veces necesitamos eso, que algún ente, algo, nos toque así la cabecita por encima y nos diga, déjalo un momento que a ver si vas a meter la pata.
https://www.youtube.com/watch?v=DUiztDzLW8k
El otro día, en el Cachitos de Hierro y Cromo especial por el Día de la Música, aparecieron como quien no quiere la cosa, Belle and Sebastian. Qué grupo tan así. Los débiles. Los que me conozcan ya sabrán mi teoría sobre el débil y el pop. El pop débil. El cantante de Belle And Sebastian, Stuart Murdoch (hoy la cosa va de escoceses), como epítome de los débiles. El tipo flaquillo, con el polito que le queda estrechín, flequillito, poquita cosa... pero oigan, qué canciones. Escucharemos una del Fold your hands child, you walk like a peasant, que traducido debería ser algo así como, recoge tus brazos chica, que andas como una campesina. Uy lo que ha dicho. Discriminaciones por clase social. Bueno. Este disco lo ponen bastante a caldo porque, precisamente, no canta todas las canciones el Stuart Murdoch. Esta canción sí. Se llama The Model y es bien bonita.
https://www.youtube.com/watch?v=Kc74AVWprmc
Cambio de tercio. Hace poco apareció un colega de mi hermano diciendo que Decibelios tocan en diciembre y que había que darse prisa para pillar entradas. A ver, Madre Divina, ilumíname. ¿De verdad voy a ir a un concierto de Decibelios? Ojo. Que esto no es lo mismo. Que un concierto de Decibelios no es un concierto de Madness o de los Specials. Ojo. Que aquí estamos hablando ya de otro nivel. No por nada, pero es que... no sé si me pilla ya demasiado lejos esto. Claro, escuchar canciones como la de Ningún nombre de mujer... en directo... puede ser una experiencia muy fuerte pero... es que... cómo decirlo... el ambiente igual es muy duro para un anciano como yo, que, además, tampoco tiene excesiva relación con el mundo skinhead, más allá de lo tangencial. Pero es que claro... escuchen. El vídeo es de La Bola de Cristal.
https://www.youtube.com/watch?v=mhH29FAG4J4
Otra de las que apareció en el programa aquel del otro día, fue esta canción de Los Pasos. Ojo por ojo. Una canción de esas que empieza con una cosa y acaba con un estribillo poderoso. Uno de los ejemplos de psicodelia patria que tan poco acostumbrados estamos a reivindicar. Nos perdemos entre discos británicos, yankis, incluso nos da la venada y nos ponemos tontos con franceses y alemanes de pelo largo, pero a lo de aquí los despreciamos de forma vil. Y a la mínima, les tachamos de música pachanga. Pues no. Aquí tenemos esta cancionaza de unos señores con pinta de formales, con sus trajes y tal, cantando vete y no vuelvas nunca jamás vete y no vuelvas. Qué pedazo de estribillo y qué pedazo de canción.
https://www.youtube.com/watch?v=V6jgHoKHneI
Murió la semana pasada Gerry Goffin y no hemos dicho nada de nada. Gerry Goffin era marido de Carole King y ambos compusieron algunas de las canciones más molonas de los años sesenta. Se separaron y siguieron componiendo. Hace poco dedicaron un programa a Carole King en la radio y ya pusimos una cancionaca de The Animals, que no vamos a repetir, lamentablemente. En ese programa pusieron muchas canciones muy buenas, pero investigando, nos encontramos con una canción de esas de película de los años 50 y 60. Tina Robin cantando Please mr Dj play it again. Oh, qué bonita. Canción de bailar amarradete ahí. Claro que sí. No todo va a ser...
https://www.youtube.com/watch?v=ofLoWfobaAg
Y nada más. Que tengan buen fin de semana todos y cada uno de ustedes. Sin más.
https://www.youtube.com/watch?v=sHoqZdZ9xoI
Como sepa Dios hasta cuándo no vamos a poner nada más de los Beta Band, vamos a poner otra canción más. Esta se llama Simple Boy y es del segundo disco, que en realidad es el primero. La canción tiene bien poca cosa, pero se te mete dentro. El estribillo, My mother of love where are you when we need you, como otro mantra. Es lo que tiene este grupo, que cuando engancha esas repeticiones rítmicas o lo que sea te hace entrar en un trancecillo muy majo. Y es lo que pide el cuerpo. No tanto encenderse y eso. Más bien tomarse las cosas con calma y esperar a que la Madre Divina ilumine nuestro entendimiento para el largo camino que nos espera. Madre del amor, dónde estás cuando te necesitamos. A veces necesitamos eso, que algún ente, algo, nos toque así la cabecita por encima y nos diga, déjalo un momento que a ver si vas a meter la pata.
https://www.youtube.com/watch?v=DUiztDzLW8k
El otro día, en el Cachitos de Hierro y Cromo especial por el Día de la Música, aparecieron como quien no quiere la cosa, Belle and Sebastian. Qué grupo tan así. Los débiles. Los que me conozcan ya sabrán mi teoría sobre el débil y el pop. El pop débil. El cantante de Belle And Sebastian, Stuart Murdoch (hoy la cosa va de escoceses), como epítome de los débiles. El tipo flaquillo, con el polito que le queda estrechín, flequillito, poquita cosa... pero oigan, qué canciones. Escucharemos una del Fold your hands child, you walk like a peasant, que traducido debería ser algo así como, recoge tus brazos chica, que andas como una campesina. Uy lo que ha dicho. Discriminaciones por clase social. Bueno. Este disco lo ponen bastante a caldo porque, precisamente, no canta todas las canciones el Stuart Murdoch. Esta canción sí. Se llama The Model y es bien bonita.
https://www.youtube.com/watch?v=Kc74AVWprmc
Cambio de tercio. Hace poco apareció un colega de mi hermano diciendo que Decibelios tocan en diciembre y que había que darse prisa para pillar entradas. A ver, Madre Divina, ilumíname. ¿De verdad voy a ir a un concierto de Decibelios? Ojo. Que esto no es lo mismo. Que un concierto de Decibelios no es un concierto de Madness o de los Specials. Ojo. Que aquí estamos hablando ya de otro nivel. No por nada, pero es que... no sé si me pilla ya demasiado lejos esto. Claro, escuchar canciones como la de Ningún nombre de mujer... en directo... puede ser una experiencia muy fuerte pero... es que... cómo decirlo... el ambiente igual es muy duro para un anciano como yo, que, además, tampoco tiene excesiva relación con el mundo skinhead, más allá de lo tangencial. Pero es que claro... escuchen. El vídeo es de La Bola de Cristal.
https://www.youtube.com/watch?v=mhH29FAG4J4
Otra de las que apareció en el programa aquel del otro día, fue esta canción de Los Pasos. Ojo por ojo. Una canción de esas que empieza con una cosa y acaba con un estribillo poderoso. Uno de los ejemplos de psicodelia patria que tan poco acostumbrados estamos a reivindicar. Nos perdemos entre discos británicos, yankis, incluso nos da la venada y nos ponemos tontos con franceses y alemanes de pelo largo, pero a lo de aquí los despreciamos de forma vil. Y a la mínima, les tachamos de música pachanga. Pues no. Aquí tenemos esta cancionaza de unos señores con pinta de formales, con sus trajes y tal, cantando vete y no vuelvas nunca jamás vete y no vuelvas. Qué pedazo de estribillo y qué pedazo de canción.
https://www.youtube.com/watch?v=V6jgHoKHneI
Murió la semana pasada Gerry Goffin y no hemos dicho nada de nada. Gerry Goffin era marido de Carole King y ambos compusieron algunas de las canciones más molonas de los años sesenta. Se separaron y siguieron componiendo. Hace poco dedicaron un programa a Carole King en la radio y ya pusimos una cancionaca de The Animals, que no vamos a repetir, lamentablemente. En ese programa pusieron muchas canciones muy buenas, pero investigando, nos encontramos con una canción de esas de película de los años 50 y 60. Tina Robin cantando Please mr Dj play it again. Oh, qué bonita. Canción de bailar amarradete ahí. Claro que sí. No todo va a ser...
https://www.youtube.com/watch?v=ofLoWfobaAg
Y nada más. Que tengan buen fin de semana todos y cada uno de ustedes. Sin más.
jueves, 26 de junio de 2014
El feo
Entonces, ¿el feo era yo? Lo podría dejar aquí, en la pregunta. En el aire. Pero creo que merezco una explicación. ¿Yo era el feo? ¿No podía ser el feo otro? De todos los calificativos, el de feo es el más duro. Puede uno ser tonto, puede ser malo, puede ser mezquino... pero pocas cosas duelen más que te llamen feo. Feo. El feo. Y yo, la verdad, siempre pensé que el feo era otro. Que no podía ser yo. No por nada. Sé mirarme a un espejo y reconocer que uno, la verdad, no está para salir en las revistas. Pero, feo, lo que se dice feo, reconocer uno que es feo. Eso no. Hay gente que lo hace, no lo niego. Hacerse el feo. Dar pena como feo. Soy tan feo, quiéreme. Soy feo, pero soy gracioso. Soy feo, pero. Soy feo, pero. Como si aceptándolo fueras a llegar más lejos. Si eres feo, lo demás qué más dará. Eres feo. Soy feo. Qué feo eres. Debe ser lo peor que le pueden decir a uno. Es lo peor, creo. Eres muy feo. Qué feo eres. El feo, el bueno y el malo. El bueno, el feo y el malo. El feo era yo y yo no lo quise reconocer. Siempre pensé que le feo era el otro. El que hacía de malo. Al menos aquel era calvo. No, si ya sé que eso tampoco tiene nada que ver, que uno puede ser calvo y no ser feo. Pero déjenme vivir mi película. El malo era el feo. Porque además en las películas el que no es guapo guapo, que tiene una belleza retorcida, acaba siendo malo. O no. Yo que sé. Hay tantas películas de tantos tipos. Esa es otra discusión. Las películas. El cine. El cine para guapos. Yo soy feo. Quizás soy incluso demasiado feo para que sea malo. En otras circunstancias sería el amigo del bueno. El feo que es tan feo que debe ser amigo del bueno, porque para otra cosa no debe valer. El feo. El amigo del bueno. Pero ni siquiera eso. Puede que ahí estribe la confusión. El feo no puede ser malo, tiene que ser el amigo del bueno. El que tiene cara de malo no tiene cara de feo. El feo no es malo. El feo soy yo. Eres muy feo. No te va a querer nadie. Ese es el drama. Eres muy feo. No te va a querer nadie. Alguien te querrá, pero seguro que es igual de feo que tú. No te va a querer nadie. Bueno, también dicen eso de que la suerte de la fea, la bonita la desea. La suerte. Qué suerte ni qué suerte. Yo me muero. El bueno no muere. El bueno y guapo. Nadie sabe si el guapo y bueno es finalmente tan bueno como parece. Es tan malo como el malo. El feo. Vivir de ser feo. Ese es el futuro. Algo habrá que hacer para vivir de ser feo. Que te quieran siendo feo. El feo. El bueno. El malo. Yo quiero ser el malo. Yo era el malo. El feo, no. No puedo ser yo.
miércoles, 25 de junio de 2014
Jorge Luis Borges - El Aleph
Hace unos días, un colomense se me acercó y me dijo: 'Malo es que vayas al Primavera Sound, pero peor es que luego hagas esas mierdas de crónicas que haces'. Bien. Respetuoso como soy con las críticas, sobre todo si son hacia mi persona y mucho más si son hacia mi... ¿trabajo?, qué menos que seguir adelante haciendo lo que más me gusta, que no es otra cosa que teclear y ver reflejado el resultado en la pantalla del portátil. Y qué mejor ocasión para volver a quedar en evidencia que aceptar el reto lanzado por la señorita Sevilla.
Yo me leí El Aleph de Jorge Luis Borges hace casi veinte años. Con la tontería. Estaba yo en la Facultad (como Pablo Iglesias) y me gustaba ir hasta la Biblioteca de Letras a pillar libros. Empecé con la Historia Universal de la Infamia, porque me pareció llamativo el título. Y a partir de ahí, la fascinación. Una bonita historia personal, que posiblemente no le interese a nadie.
Pasemos al libro. El Aleph, realmente, no se diferencia demasiado de otros libros de Borges, como Ficciones, El libro de arena, El informe de Brodie... Cuentos. Cuentos en los que Borges hace gala de su saber enciclopédico que le hace ambientar sus relatos entre gauchos y pampas, entre vikingos y anglos, en salones intelectuales, en palacios árabes, en el decadente imperio Romano... donde sea. Cuentos fantásticos que a veces no lo parecen tanto. Cuentos en los que el comportamiento de las personas, a veces elevado y sublime, se tuerce en un momento de debilidad y aparece la mezquindad... o lo maravilloso. Todos los cuentos que aparecen en este libro son memorables. El Inmortal, Deutches Requiem... da igual el cuento que elijamos. Se pueden leer una y mil veces y todas ellas te trasladan a un mundo que cambia de escenario, pero que parece inmutable. 'Borges es difícil de entender'. Esta es una de las principales excusas que ponen muchos para no leer a Borges. Complicado, demasiado culto, elitista... incluso algunos piensan que, por ser un tipo bastante conservador y haber apoyado en un principio la Dictadura de Vileda, digo, Videla, hay que arrinconarlo.
Bueno. El cuento que da nombre al libro, El Aleph, podría hacer que uno quedase enganchado a Borges de por vida. Y, como todo, está sujeto a interpretación. Veamos. Dos escritores enamorados de una misma mujer. Enamorados o al menos engatusados por ella. Los dos escritores, uno de ellos el propio Borges, la visitaban frecuentemente y, a pesar de la muerte de ella, siguen acudiendo a la casa de ella. Ninguno de los dos escritores simpatiza con el otro, se detestan. El otro, Carlos Argentino Daneri, se presenta en palabras de Borges como un escritor vulgar, mediocre, sin el estilo que tiene Borges que, sí, es elevado, cita sabiendo a quien está citando, era verdaderamente merecedor del amor de Beatriz y no Daneri. Un día, ya pasados los años, Daneri convoca a Borges porque quiere anunciarle algo maravilloso. Porque Daneri, al fin, pese a las pullas, siempre tiene algo de fe en Borges. Situado en un escalón concreto de la escalera que baja a un almacén, está el Aleph.
El Aleph. Hacerse cruces con el Aleph. Un punto que recoge todo el universo. En presencia del Aleph, uno está ante todo. Todo lo conocido, todo lo que hay, todo lo que está, lo podemos contemplar sin necesidad de movernos. Que sí, que si la metáfora premonitoria de Internet, que si la fantasía, que si... Carlos Argentino Daneri, pese a la enemistad, confía en que Borges sabrá apreciar su hallazgo. Y Borges, efectivamente, también contempla el Aleph. Esa maravilla. En ese escalón, en ese punto de una casa de Buenos Aires, se encuentra todo el Universo. Una auténtica experiencia que va más allá de...
Pues no. Borges tiene en su mano la posibilidad de apuñalar a su amigo/enemigo. Daneri espera que le diga qué ha visto, si también lo ha visto... y Borges prefiere hundir a su amigo/rival, que disfrutar del Aleph.
La mezquindad. Preferimos perder algo maravilloso, no disfrutar de una fantástica casualidad, por no favorecer y alegrar a alguien a quien detestamos. Preferimos hundirnos todos y seguir viviendo en la mediocridad antes que ser generosos con lo que otro tiene. Escogemos el movimiento táctico y calculador antes que apreciar de manera sincera lo que el otro pueda tener de bueno. Me estoy desviando.
El Aleph es el cuento. En un hecho maravilloso, en realidad, nos está hablando de la vida más común. Y bajo un lenguaje tan culto, unas citas tan intelectuales, y unas localizaciones tan inverosímiles, de lo que no es está hablando siempre Borges es de cómo nos movemos en el momento de la verdad. Cuando hay que mojarse, cuando hay que actuar. Cobardes, traidores, mezquinos... De eso va todo.
Espero haber pasado el reto Dixan.
Yo me leí El Aleph de Jorge Luis Borges hace casi veinte años. Con la tontería. Estaba yo en la Facultad (como Pablo Iglesias) y me gustaba ir hasta la Biblioteca de Letras a pillar libros. Empecé con la Historia Universal de la Infamia, porque me pareció llamativo el título. Y a partir de ahí, la fascinación. Una bonita historia personal, que posiblemente no le interese a nadie.
Pasemos al libro. El Aleph, realmente, no se diferencia demasiado de otros libros de Borges, como Ficciones, El libro de arena, El informe de Brodie... Cuentos. Cuentos en los que Borges hace gala de su saber enciclopédico que le hace ambientar sus relatos entre gauchos y pampas, entre vikingos y anglos, en salones intelectuales, en palacios árabes, en el decadente imperio Romano... donde sea. Cuentos fantásticos que a veces no lo parecen tanto. Cuentos en los que el comportamiento de las personas, a veces elevado y sublime, se tuerce en un momento de debilidad y aparece la mezquindad... o lo maravilloso. Todos los cuentos que aparecen en este libro son memorables. El Inmortal, Deutches Requiem... da igual el cuento que elijamos. Se pueden leer una y mil veces y todas ellas te trasladan a un mundo que cambia de escenario, pero que parece inmutable. 'Borges es difícil de entender'. Esta es una de las principales excusas que ponen muchos para no leer a Borges. Complicado, demasiado culto, elitista... incluso algunos piensan que, por ser un tipo bastante conservador y haber apoyado en un principio la Dictadura de Vileda, digo, Videla, hay que arrinconarlo.
Bueno. El cuento que da nombre al libro, El Aleph, podría hacer que uno quedase enganchado a Borges de por vida. Y, como todo, está sujeto a interpretación. Veamos. Dos escritores enamorados de una misma mujer. Enamorados o al menos engatusados por ella. Los dos escritores, uno de ellos el propio Borges, la visitaban frecuentemente y, a pesar de la muerte de ella, siguen acudiendo a la casa de ella. Ninguno de los dos escritores simpatiza con el otro, se detestan. El otro, Carlos Argentino Daneri, se presenta en palabras de Borges como un escritor vulgar, mediocre, sin el estilo que tiene Borges que, sí, es elevado, cita sabiendo a quien está citando, era verdaderamente merecedor del amor de Beatriz y no Daneri. Un día, ya pasados los años, Daneri convoca a Borges porque quiere anunciarle algo maravilloso. Porque Daneri, al fin, pese a las pullas, siempre tiene algo de fe en Borges. Situado en un escalón concreto de la escalera que baja a un almacén, está el Aleph.
El Aleph. Hacerse cruces con el Aleph. Un punto que recoge todo el universo. En presencia del Aleph, uno está ante todo. Todo lo conocido, todo lo que hay, todo lo que está, lo podemos contemplar sin necesidad de movernos. Que sí, que si la metáfora premonitoria de Internet, que si la fantasía, que si... Carlos Argentino Daneri, pese a la enemistad, confía en que Borges sabrá apreciar su hallazgo. Y Borges, efectivamente, también contempla el Aleph. Esa maravilla. En ese escalón, en ese punto de una casa de Buenos Aires, se encuentra todo el Universo. Una auténtica experiencia que va más allá de...
Pues no. Borges tiene en su mano la posibilidad de apuñalar a su amigo/enemigo. Daneri espera que le diga qué ha visto, si también lo ha visto... y Borges prefiere hundir a su amigo/rival, que disfrutar del Aleph.
La mezquindad. Preferimos perder algo maravilloso, no disfrutar de una fantástica casualidad, por no favorecer y alegrar a alguien a quien detestamos. Preferimos hundirnos todos y seguir viviendo en la mediocridad antes que ser generosos con lo que otro tiene. Escogemos el movimiento táctico y calculador antes que apreciar de manera sincera lo que el otro pueda tener de bueno. Me estoy desviando.
El Aleph es el cuento. En un hecho maravilloso, en realidad, nos está hablando de la vida más común. Y bajo un lenguaje tan culto, unas citas tan intelectuales, y unas localizaciones tan inverosímiles, de lo que no es está hablando siempre Borges es de cómo nos movemos en el momento de la verdad. Cuando hay que mojarse, cuando hay que actuar. Cobardes, traidores, mezquinos... De eso va todo.
Espero haber pasado el reto Dixan.
lunes, 23 de junio de 2014
Chaco
Qué contentos estábamos. Nos dijeron... 'la patria, la patria os necesita, tenéis un deber con ella y vuestra sangre debe ser derramada para defendernos de los bárbaros que vienen a quitarnos lo que es nuestro. Nuestro y de la patria.'. Y claro, algunos más convencidos que otros, nos tuvimos que alistar, no nos quedaba otra. La patria nos necesitaba, eso lo teníamos muy claro. Así que nos pusimos en marcha, o nos pusieron en marcha, hasta llegar a la capital de la provincia. Allí se encontraba el capitán Serriugarte. Este capitán era un señor muy atildado, para nada indio, rubio, de unos cuarenta años, que nos miró a todos con un desprecio infinito antes de decirnos. 'Vamos a marchar para salvar a la patria, esa patria que os lo da todo y que vosotros, negros, no sois capaces de entender'. Nos rebajó el rancho a la mitad para que nos acostumbrásemos a saber que la patria se defiende por amor y no por comida y nos dispuso en posición de marcha.
Marchamos hacia el frente. El capitán Serriugarte, misteriosamente, convenció al Estado Mayor para que su columna, la que comandaba, siguiese su propio recorrido, a su juicio 'para que esta indiada de mierda sepa lo que es servir a la patria'. De donde nos encontrábamos hasta el Chaco, había casi mil kilómetros que nos hizo recorrer andando. Caminando. Marchando. 'Así nos íbamos a enterar, muertos de hambre, de cómo se defiende a la patria y de cómo se lleva en el corazón cuando se sufre por ella'.
Marchamos durante tanto tiempo... no dejábamos de marchar y de sufrir. Cada vez con menos rancho. Los oficiales instaban al capitán Serriugarte a que apremiara el paso, porque los combates arreciaban y la situación era cada vez más desesperada para los bolivianos. Teníamos que ir más deprisa. Y sin embargo, el capitán Serriugarte se negaba. Decía que la primera lección de la guerra era 'amar a la patria sobre todas las cosas', y por eso nos hacía marchar tan penosamente.
El capitán Serriugarte no cejó en su empeño. Marchamos caminando, pasando fatiga tras fatiga, pero sin disparar un sólo tiro, hasta que llegamos a la línea del frente, cuando hacía tres meses que la guerra había finalizado.
Y bueno, amar a la patria no sé si la amo más ahora o antes de la marcha, pero por el capitán Serriugarte sentimos todos un muy grande afecto.
domingo, 22 de junio de 2014
Gran Biblioteca Universal del Pensamiento IV
Son muy conocidas las palabras del famoso escritor alemán Klaus Asherberg durante la ceremonia en la que recibió el premio Príncipe de Cambria, ya saben, el exabrupto que le hizo famoso: 'Desde luego, vaya coñazo de ceremonia'. Pero han sido menos aireadas las reacciones de la Princesa de Cambria a tales palabras, quizás para salvaguardar el buen nombre de la princesa, que le espetó al osco escritor germano: 'pues si quiere le meto el diploma por el culo y así hacemos esto más así'.
Edelbert Austenmayer se las tenía tiesas con su antiguo ex amigo y competidor Albert Hohensteiner. Ambos pretendían ser el escritor más revolucionario del panorama literario internacional. Si Austenmayer se enrolaba en una guerrilla latinoamericana, Hohensteiner se solidarizaba con la lucha de los mineros de una región olvidada. Si Austenmayer firmaba un manifiesto a favor de los presos políticos, Hohensteiner apoyaba la campaña electoral de algún partido de la extrema izquierda. Si Austenmayer publicaba un libro de versos en honor a algún poeta desaparecido en las cárceles fascistas, Hohensteiner dedicaba todo un volumen al genocidio de pueblos exterminados en aras de la civilización. Pero algo pasó. Austenmayer casó con una heredera de postín y, quizás involuntariamente, cambió su discurso para quedar alineado entre las posiciones más acomodadas del espectro político del momento. Un liberal convencido, demócrata europeista, etc. Paradójicamente, Hohensteiner, sin motivos graves, decidió seguir compitiendo con Austenmayer en ver quién se había vendido más.
Terrible la crítica de Jean Marc Abellier acerca del ensayo del emérito pensador Paul Wassermann 'Sobre la economía de nuestro tiempo', publicada dicha crítica en el diario 'El Atolón de Mururoa'. La crítica dice lo siguiente: 'Válgame la virgen si yo he entendido algo de todo lo escrito. No diré que uno sea especialista en la economía, en la sociedad, en la política. No diré que, aunque periodista, sea especialista en nada. Pero uno pide, al menos, que el que escribe lo haga pensando en que el receptor es un ser humano, una persona, un individuo que, ay, puede cagarse en la madre que parió al demonio a la tercera línea y, ay, desear males inenarrables al escritor de lo que ahí aparece'.
Mi padre me regaló hace tiempo un libro precioso llamado 'Andanzas del caballero Peter Von Vansterden', que recogía las aventuras del famoso caballero renacentista por las cortes centroeuropeas. En uno de los episodios Peter Von Vansterden hacía esta consideración. 'Ardo en deseos de contarle a alguien que, si yo pudiera, quisiera ser el que escucha mis cantos y andanzas, sin tener que protagonizarlas. La presión es mucha y la edad avanza'.
En su recopilación de versos 'Lágrimas de los ojos de otros', la poetisa Ludmila Frodonovskaia, hacía la consideración que sigue: 'De mi boca salen palabras que te conmueven, y me alegra, amor. Pero debo informarte que también han conmovido al caballero de tu derecha y, amor, ya son dos amores'.
Klinstofer Detévez publicaba un libro por año. Sin pararse en mientes, entraba el año 1978 y Klinstofer Detévez ya tenía dispuesto el tema y argumento de su nueva novela. Iba a dedicarse a investigar y narrar las peripecias del prócer uruguayo Rivera, cuando su mujer le abandonó. Padeció una crisis muy fuerte, depresión, intentos de suicidio y no pudo concluir la obra en el tiempo que él consideraba habitual. Y eso le acabó de rematar.
El estudioso sobre artes orientales Gedeón Ferlinguetti quiso salirse de su ámbito fe estudio en el libro de cuentos 'Ploff, el niño que se caía', y paradójicamente tuvo éxito. De ahí, valientemente, saltó al género dramático con la obra 'Nyec, la silla que se quejaba', y de forma inopinada, tuvo éxito otra vez. Por probar, lanzó un recopilatorio de versos titulado 'Plam, golpes en la mesa'. Más éxito. Era una de las personalidades literarias más alabadas y portada de varias revistas. Su siguiente trabajo volvió a tratar sobre artes orientales, y se llamó 'Khmer, una civilización', y la cagó bien cagada.
Edelbert Austenmayer se las tenía tiesas con su antiguo ex amigo y competidor Albert Hohensteiner. Ambos pretendían ser el escritor más revolucionario del panorama literario internacional. Si Austenmayer se enrolaba en una guerrilla latinoamericana, Hohensteiner se solidarizaba con la lucha de los mineros de una región olvidada. Si Austenmayer firmaba un manifiesto a favor de los presos políticos, Hohensteiner apoyaba la campaña electoral de algún partido de la extrema izquierda. Si Austenmayer publicaba un libro de versos en honor a algún poeta desaparecido en las cárceles fascistas, Hohensteiner dedicaba todo un volumen al genocidio de pueblos exterminados en aras de la civilización. Pero algo pasó. Austenmayer casó con una heredera de postín y, quizás involuntariamente, cambió su discurso para quedar alineado entre las posiciones más acomodadas del espectro político del momento. Un liberal convencido, demócrata europeista, etc. Paradójicamente, Hohensteiner, sin motivos graves, decidió seguir compitiendo con Austenmayer en ver quién se había vendido más.
Terrible la crítica de Jean Marc Abellier acerca del ensayo del emérito pensador Paul Wassermann 'Sobre la economía de nuestro tiempo', publicada dicha crítica en el diario 'El Atolón de Mururoa'. La crítica dice lo siguiente: 'Válgame la virgen si yo he entendido algo de todo lo escrito. No diré que uno sea especialista en la economía, en la sociedad, en la política. No diré que, aunque periodista, sea especialista en nada. Pero uno pide, al menos, que el que escribe lo haga pensando en que el receptor es un ser humano, una persona, un individuo que, ay, puede cagarse en la madre que parió al demonio a la tercera línea y, ay, desear males inenarrables al escritor de lo que ahí aparece'.
Mi padre me regaló hace tiempo un libro precioso llamado 'Andanzas del caballero Peter Von Vansterden', que recogía las aventuras del famoso caballero renacentista por las cortes centroeuropeas. En uno de los episodios Peter Von Vansterden hacía esta consideración. 'Ardo en deseos de contarle a alguien que, si yo pudiera, quisiera ser el que escucha mis cantos y andanzas, sin tener que protagonizarlas. La presión es mucha y la edad avanza'.
En su recopilación de versos 'Lágrimas de los ojos de otros', la poetisa Ludmila Frodonovskaia, hacía la consideración que sigue: 'De mi boca salen palabras que te conmueven, y me alegra, amor. Pero debo informarte que también han conmovido al caballero de tu derecha y, amor, ya son dos amores'.
Klinstofer Detévez publicaba un libro por año. Sin pararse en mientes, entraba el año 1978 y Klinstofer Detévez ya tenía dispuesto el tema y argumento de su nueva novela. Iba a dedicarse a investigar y narrar las peripecias del prócer uruguayo Rivera, cuando su mujer le abandonó. Padeció una crisis muy fuerte, depresión, intentos de suicidio y no pudo concluir la obra en el tiempo que él consideraba habitual. Y eso le acabó de rematar.
El estudioso sobre artes orientales Gedeón Ferlinguetti quiso salirse de su ámbito fe estudio en el libro de cuentos 'Ploff, el niño que se caía', y paradójicamente tuvo éxito. De ahí, valientemente, saltó al género dramático con la obra 'Nyec, la silla que se quejaba', y de forma inopinada, tuvo éxito otra vez. Por probar, lanzó un recopilatorio de versos titulado 'Plam, golpes en la mesa'. Más éxito. Era una de las personalidades literarias más alabadas y portada de varias revistas. Su siguiente trabajo volvió a tratar sobre artes orientales, y se llamó 'Khmer, una civilización', y la cagó bien cagada.
viernes, 20 de junio de 2014
Miscelánea
Es Juan Lanas que va a morir, de su buena muerte. Lo que pasa es que no la he encontrado en castellano, en la versión de Paco Ibáñez, más concretamente. Del disco glorioso en el que Paco Ibáñez le cantaba a Brassens. Y tengo que decir que casi me gusta más la versión de Paco Ibáñez que esta de Brassens. Esta es más saltarina, la de Paco era más cansina, más lenta, casi más blusera. No. Blusera no. Más Jazz. No sé. Habla la canción de la mujer de Juan Lanas, que se acuerda de lo bueno que fue y todo eso, pero... Juan Lanas, tan buen hombre, en realidad no era tan buen hombre. En realidad había sido un poco cabrón. En realidad le había sido infiel a su mujer. Es Juan Lanas que va a morir, de su buena muerte. Un cancionón, de todas maneras.
https://www.youtube.com/watch?v=wOMgJz7aIyI
Una canción de Hilario Camacho. La escuché durante estos días pasados de coche entre Vilches y Jaén. Hilario Camacho era y supongo que será para mí, el artífice de una de las cosas más aburridas de la historia de la música: la banda sonora de la serie Turno de Oficio... o era Anillos de Oro. Tristeza de Amor. Una cosa aburrida, triste, que si te pillaba en la más tierna infancia te hacía odiar a los cantautores madrileños del primero al último. Pero como todo, hay truco. Todos tienen un pasado y el tal Hilario Camacho tenía sus canciones y sus discos en los que incluso se acercaba al rock progresivo. Y ahí es donde me da en el hueso del gusto. Esta canción es del año 1975 y se llama El peso del mundo, de su disco De paso. El llanto del mundo es amor. Una hippiada de tomo y lomo.
https://www.youtube.com/watch?v=4ufk2VBfQ9E
Sigamos con la onda cantautoril. Aprovechando que el otro día en una conversación cervecil salió el nombre de Aute, pongamos una canción que tiene que ver con Aute, con Santa Coloma y con la vida y sus misterios. Parece que anda Suelto Satanás. Una canción que versionea Barón Rojo habitualmente en directo, y, claro, Barón Rojo viene a Santaco a dar un concierto en un festival que trae polémica porque se lleva a cabo en Can Zam, un parque que no es parque, que quiere ser un parque y que será... no sabemos. Sabemos lo que no queremos, pero sabemos lo que queremos... a veces y no todos a la vez. Un terreno para festivales de rock... hombre... se podría mirar, pero entonces lo del parque verde y frondoso... ¿parque jevi y frondoso? Ahí lo dejo.
https://www.youtube.com/watch?v=QK4gjLLi2iM
De todos los grupos, Barón Rojo es el único que medio me interesa. Los demás, nada. El metal. Cambiemos de tercio. De los Teenage Fanclub escucharemos Metal Baby. Los Teenage Fanclub tenían fijación con el Heavy Metal. En muchas canciones (o al menos tres que yo conozca), metían referencias al tema. En este caso, en Metal Baby, habla de una relación con una chica heavy. No entraremos en consideraciones estériles sobre si las heavys molaban o no. Claro que molaban. Más que vivir. Pero ser heavy a tiempo completo es muy duro. Ser algo a tiempo completo en general, vamos. En fin. Esta canción está en ese pedazo de discazo imbatible que es el Bandwagonesque que todos los niños del mundo deberían escuchar una o mil veces.
https://www.youtube.com/watch?v=uJ0DJlRrTAM
En un recopilatorio en el que diversas bandas hacen tributo a un grupo legendario te puedes encontrar con alguna joyas que, quizás no tengas ganas de escuchar en su versión original. Es lo que pasa con el disco de tributo a los 13th floor elevators, que dices... las canciones son tan buenas que, a saber con qué me voy a encontrar en la versión original. Aquí tenemos por ejemplo Splash, que en la versión tributada cantaba la incomparable Sarabeth Tucek, colaboradora de los BJM. La canción tenía un punto enigmático y tal, que aquí se pierde en la original, pero que no deja de resultar cautivadora. Qué palabras, eh, cautivadora. Qué bonito es todo, pedro.
https://www.youtube.com/watch?v=nNVffJ1NppA
Bueno, final. De últimas una de Nirvana, que hace mucho que no los escucho. Le han dedicado un especial en el Rockdelux pero no he tenido el gusto. No he tenido tiempo, no me miren así. Los Nirvana molaban mucho pero luego no sé porqué, uno le perdió el feeling a los Nirvana. No porque se pusieran de moda, ni por las camisetas de Nirvana o... no sé. Que no le apetecía a uno escuchar Nirvana y punto. De vez en cuando suena una canción... pero suele ser una canción muy sobada y dices... pues tampoco me apetece. Y tienen canciones bien guapas y escondidas. Esta es Marigold y salía en el último disco, creo, al final del todo. Un cancionón. Y el autor era el Dave Grohl y parece que la cantaba él también. Qué cosas.
https://www.youtube.com/watch?v=jEsOww93NM0
Ea, pues nada. Que ya está. Buen fin de semana a todos y a los que tengan vacaciones ya (yprh) a disfrutarlas!!!
jueves, 19 de junio de 2014
Gol de España
¿Para qué sirve un rey? Bueno, eso es mucho preguntar. Por ejemplo, según Enric Juliana esta mañana en la radio, el rey sirve para que no haya una república que elimine a Catalunya. Por ejemplo. Sólo con eso, ya debería estar más que justificada la adhesión a la monarquía de todos los nacionalistas catalanes, claro. No me miren así, que además muchos de ustedes no saben quién soy y si me conocieran en persona, me perderían las ganas.
En un anuncio de la tele sale un mecánico y la clienta le pregunta que la factura sin iva... y el otro le dice que sin iva, sin hospitales, sin carreteras... y acto seguido dice una voz en off que sin la voluntad de todos... o sea, que sin la voluntad de todos. O sea, que no hacen falta inspectores, ni gente que fiscalice quién paga y quién no... lo dejamos todo a la buena voluntad de la gente.
¿Para qué sirve un rey? Nos fiaremos de su voluntad. Debemos confiar que, como está tan preparado... palabras que han sido desvirtuadas y se hace difícil pronunciarlas sin... Podemos, preparado... El rey sabe leer bien, entiende lo que dice. Lo están diciendo por la tele. Este texto podría ser una enumeración de las sandeces que se escuchan por la tele.
¿Para qué sirve un rey? Para ponernos todos de acuerdo en que no necesitamos un rey. Banderitas. Nos gustan muy poco las banderitas cuando son las de los otros. Las banderitas al viento, atadas en la espalda de un niño, la patria de los demás siempre huele mucho peor. Un coche descapotable. El comentarista de la radio dice que no hemos de mirar esta ceremonia sólo con la óptica catalana, que debemos entender que esto en España, gusta. España. Caspa. España, el militar, el cura, el médico, jugando a las cartas en el casino mientras los pobres esperan en la puerta de la iglesia a que les den algo y algunos otros, pocos, se retuercen de rencor rumiando soluciones anarquistas o socialistas que ofenden al Niño Jesús. España. Gol.
Veo poca gente en la calle. Porque tienen las aceras estrechas. En Santa Coloma estamos haciendo las aceras anchas para que cuando venga el Rey podamos salir a aplaudirle con ganas y muchos. Muchos. Hay muchos madrileños y gente que no es de Madrid. Quería que conocierais a estos estudiantes de la Universidad de Mississipi. Un ecuatoriano, blanco, claro, es fan de los reyes. Ya ves, Antonio, muchas personas extranjeras y jóvenes que tienen conciencia el momento histórico que... y del tremendo calor.
Una cervecita luego y lo arreglamos. Y si son dos, mejor.
¿Para qué sirve un Rey? Para hacer desfiles, salir en el Hola, tener hijas muy guapas y muy educadas que no han dado un ruido en todo el rato y que se nota que han ido a colegios buenos y, qué coño, lo llevan en la sangre, porque ahí dejan a mi sobrinillo Pacoluis y monta una que no queda Congreso de pie. ¿Cómo? Ha habido incidentes porque unos jóvenes han gritado Viva la República. Qué imágenes. Los jóvenes le están quitando el micro a la periodista. No hay libertad de expresión.
¿Para qué sirve un Rey? Para enfadar a los republicanos. El periodista se ríe. ¿Para qué sirve un Rey? Para ponerlo en el cuadrado correcto. El rey en su color. No, es la reina en su color. El jefe del Estado. La estabilidad. Mejor que haya un rey que no cualquier otra cosa. Aznar. ¿Quiéres a Aznar? ¿Es eso lo que quieres? Os lo preguntaré en catalán. Voleu a Aznar? La desaparició de Catalunya?
¿Para qué sirve un Rey? Tenéis unas cuantas preguntas tipo test, respuesta abierta, no resta. Podrían haber puesto el cartel de Tío Pepe detrás. O el cartel de Casa Pepe. Madrid Casa Pepe.
¿Para qué sirve un Rey? Pues para demostrar que tú no eres nadie. Que estas a merced de lo que te digan. Quiero aprovechar este momento para enviar mi solidaridad a la Roja, en este momento, ahora. Palabras de Felipe González. No es broma. Que lo he visto. En este momento. Nada de a los seis millones de parados, a la gente que tiene un futuro oscuro oscuro. No. A la Roja.
Gol de España. Tú no eres nadie. La patria no te necesita para nada.
En un anuncio de la tele sale un mecánico y la clienta le pregunta que la factura sin iva... y el otro le dice que sin iva, sin hospitales, sin carreteras... y acto seguido dice una voz en off que sin la voluntad de todos... o sea, que sin la voluntad de todos. O sea, que no hacen falta inspectores, ni gente que fiscalice quién paga y quién no... lo dejamos todo a la buena voluntad de la gente.
¿Para qué sirve un rey? Nos fiaremos de su voluntad. Debemos confiar que, como está tan preparado... palabras que han sido desvirtuadas y se hace difícil pronunciarlas sin... Podemos, preparado... El rey sabe leer bien, entiende lo que dice. Lo están diciendo por la tele. Este texto podría ser una enumeración de las sandeces que se escuchan por la tele.
¿Para qué sirve un rey? Para ponernos todos de acuerdo en que no necesitamos un rey. Banderitas. Nos gustan muy poco las banderitas cuando son las de los otros. Las banderitas al viento, atadas en la espalda de un niño, la patria de los demás siempre huele mucho peor. Un coche descapotable. El comentarista de la radio dice que no hemos de mirar esta ceremonia sólo con la óptica catalana, que debemos entender que esto en España, gusta. España. Caspa. España, el militar, el cura, el médico, jugando a las cartas en el casino mientras los pobres esperan en la puerta de la iglesia a que les den algo y algunos otros, pocos, se retuercen de rencor rumiando soluciones anarquistas o socialistas que ofenden al Niño Jesús. España. Gol.
Veo poca gente en la calle. Porque tienen las aceras estrechas. En Santa Coloma estamos haciendo las aceras anchas para que cuando venga el Rey podamos salir a aplaudirle con ganas y muchos. Muchos. Hay muchos madrileños y gente que no es de Madrid. Quería que conocierais a estos estudiantes de la Universidad de Mississipi. Un ecuatoriano, blanco, claro, es fan de los reyes. Ya ves, Antonio, muchas personas extranjeras y jóvenes que tienen conciencia el momento histórico que... y del tremendo calor.
Una cervecita luego y lo arreglamos. Y si son dos, mejor.
¿Para qué sirve un Rey? Para hacer desfiles, salir en el Hola, tener hijas muy guapas y muy educadas que no han dado un ruido en todo el rato y que se nota que han ido a colegios buenos y, qué coño, lo llevan en la sangre, porque ahí dejan a mi sobrinillo Pacoluis y monta una que no queda Congreso de pie. ¿Cómo? Ha habido incidentes porque unos jóvenes han gritado Viva la República. Qué imágenes. Los jóvenes le están quitando el micro a la periodista. No hay libertad de expresión.
¿Para qué sirve un Rey? Para enfadar a los republicanos. El periodista se ríe. ¿Para qué sirve un Rey? Para ponerlo en el cuadrado correcto. El rey en su color. No, es la reina en su color. El jefe del Estado. La estabilidad. Mejor que haya un rey que no cualquier otra cosa. Aznar. ¿Quiéres a Aznar? ¿Es eso lo que quieres? Os lo preguntaré en catalán. Voleu a Aznar? La desaparició de Catalunya?
¿Para qué sirve un Rey? Tenéis unas cuantas preguntas tipo test, respuesta abierta, no resta. Podrían haber puesto el cartel de Tío Pepe detrás. O el cartel de Casa Pepe. Madrid Casa Pepe.
¿Para qué sirve un Rey? Pues para demostrar que tú no eres nadie. Que estas a merced de lo que te digan. Quiero aprovechar este momento para enviar mi solidaridad a la Roja, en este momento, ahora. Palabras de Felipe González. No es broma. Que lo he visto. En este momento. Nada de a los seis millones de parados, a la gente que tiene un futuro oscuro oscuro. No. A la Roja.
Gol de España. Tú no eres nadie. La patria no te necesita para nada.
miércoles, 18 de junio de 2014
Baal
Soy una persona que vive del rigor en lo que dice. Soy una persona que ha de basar su porvenir en la fiabilidad de lo que expone. Si digo, por ejemplo, que el color amarillo es sinónimo de buena suerte y no lo es, me estoy jugando mi futuro. Si digo, por ejemplo, que tal o cual ha hecho estoy en realidad no lo ha hecho, estoy siendo poco profesional. Si digo, a modo de broma, que nosequién ha fallado en tal asunto y en realidad su labor ha sido más bien torpedeada por oros, estoy cavando mi propia fosa. Todo eso lo he hecho y más. Soy un ser humano de boca caliente al que le gusta decir las cosas que a mí me suenan bien. Que sea gracioso, ocurrente, ágil, impactante... y luego ya veremos qué tienen de verdad o de inexactas mis aseveraciones. Afirmo, juzgo y, pensando que, precisamente, mis criterios no son seguidos por nadie, me veo en las mayoría de las ocasiones, pidiendo disculpas. La vida, la terca y tozuda vida, me colocaba en mi sitio. Un sitio en el que no pasa nada y en el que lo más fácil es que si dices algo, por decir, tenga todos los números de ser falso, erróneo, poco trabajado. De mal en peor. Nadie me creía. Nadie contaba conmigo. Y la presión me hacía ir a peor. La necesidad de acertar provocaba en mí más errores.
No soy religioso, no creo en que haya nada más que lo que vemos y hacemos, no entiendo lo sobrenatural, pero pedí consejo a una amistad que sí que bebía en esas fuentes de lo espiritual y energético. Lo que no vemos. Me dijo que aprendiera a controlar mis energías, a medir mis pasos, a ser consciente de mi lugar en el mundo, a no figurar si no a pensar. A la salida de la cafetería en la que habíamos quedado, y con la esperanza de que sus palabras hicieran mella en mí, cogí el metro para volver a mi casa. A mi lado se sentó una señora que hablaba por teléfono. Iba explicándole a un familiar que tenía que decirle a otro familiar que tenían que irse a la torre ese fin de semana, pero sin que enterase una hermana que al parecer no era de su agrado. A la señora se la veía muy dispuesta, con un plan muy concreto para manejar a todos sus familiares en una operación de movimientos y despistes. La señora concluyó su charla telefónica con un tremendo 'y si te dicen algo, tu dí que lo he dicho yo y ya está'. La señora colgó el teléfono y me miró. Y lo supe, era Baal.
Y me dijo: 'Sí, espera tu momento, mortal. Sí, controla tu energía. Sí, averigua cuándo y el cómo. Pero lo mejor que podrías hacer es no decir nada. Es vivir sin decir nada. Mucha gente lo hace. Viven sin que su opinión merezca la pena. Sé uno de ellos. Rebaja tus pretensiones. Si no vales, no sigas. Si no tienes esa habilidad, si eres un vago y sólo te fías de tu originalidad, abandona. Sabes que no llegas. Sabes que no estás. Vive, campea, reflexiona si quieres, pero hazlo para ti. Y a otra cosa. Tengo otra llamada'.
Oh Baal! ¡Oh, Gran Baal! Eres siempre directo y capaz de desentrañar los problemas más...
- Ay, mortal. ¿Crees que eso es un problema? ¿Quieres un problema de verdad? ¿Quieres que deje en tus manos que el tiempo como lo conocemos se rija por los parámetros habituales que yo decidí en su día? ¿Quieres que gobiernen los invertebrados? ¿Quieres que me haga omnipresente? ¿Quieres tener problemas?
Oh Baal! No diré nada más y me dedicaré a lo que me tenga que dedicar... ¡Oh Gran Baal!!
No soy religioso, no creo en que haya nada más que lo que vemos y hacemos, no entiendo lo sobrenatural, pero pedí consejo a una amistad que sí que bebía en esas fuentes de lo espiritual y energético. Lo que no vemos. Me dijo que aprendiera a controlar mis energías, a medir mis pasos, a ser consciente de mi lugar en el mundo, a no figurar si no a pensar. A la salida de la cafetería en la que habíamos quedado, y con la esperanza de que sus palabras hicieran mella en mí, cogí el metro para volver a mi casa. A mi lado se sentó una señora que hablaba por teléfono. Iba explicándole a un familiar que tenía que decirle a otro familiar que tenían que irse a la torre ese fin de semana, pero sin que enterase una hermana que al parecer no era de su agrado. A la señora se la veía muy dispuesta, con un plan muy concreto para manejar a todos sus familiares en una operación de movimientos y despistes. La señora concluyó su charla telefónica con un tremendo 'y si te dicen algo, tu dí que lo he dicho yo y ya está'. La señora colgó el teléfono y me miró. Y lo supe, era Baal.
Y me dijo: 'Sí, espera tu momento, mortal. Sí, controla tu energía. Sí, averigua cuándo y el cómo. Pero lo mejor que podrías hacer es no decir nada. Es vivir sin decir nada. Mucha gente lo hace. Viven sin que su opinión merezca la pena. Sé uno de ellos. Rebaja tus pretensiones. Si no vales, no sigas. Si no tienes esa habilidad, si eres un vago y sólo te fías de tu originalidad, abandona. Sabes que no llegas. Sabes que no estás. Vive, campea, reflexiona si quieres, pero hazlo para ti. Y a otra cosa. Tengo otra llamada'.
Oh Baal! ¡Oh, Gran Baal! Eres siempre directo y capaz de desentrañar los problemas más...
- Ay, mortal. ¿Crees que eso es un problema? ¿Quieres un problema de verdad? ¿Quieres que deje en tus manos que el tiempo como lo conocemos se rija por los parámetros habituales que yo decidí en su día? ¿Quieres que gobiernen los invertebrados? ¿Quieres que me haga omnipresente? ¿Quieres tener problemas?
Oh Baal! No diré nada más y me dedicaré a lo que me tenga que dedicar... ¡Oh Gran Baal!!
martes, 17 de junio de 2014
Diálogo
- Hola.
- Hola, a ver cuéntame.
- No, pues nada, que por esas cosas que tiene la programación televisiva, da la casualidad de que he visto en poco tiempo creo que tres películas en las que eras la protagonista o, como siempre, la chica que acompaña al protagonista.
- Toma ya.
- Si. En una eras una chica de la que se enamoraba Matt Damon, pero de la que no debía enamorarse. En otra, la última, eras la madre de un niño que en el futuro iba a ser nosequé. Y hay otra en medio que ahora mismo se me ha ido de la cabeza, pero eso, que eran tres. No conocía tu nombre. Tu cara me sonaba, pero el nombre no me venía.
- Me llamo Emily Blunt.
- Si. Ya lo sé. Lo sé. Blunt. Como el Blunt ese de la canción empalagosísima aquella, James Blunt. Qué rollo de canción y qué carrera tan de arrastrarse por el fango de ese muchacho. De ser un one hit wonder a ir probando y probando y probando. Qué lástima.
- Es que la gente... oye y que igual tú no lo sabes, pero hay gente a la que le gusta y le sigue y el muchacho tiene un porvenir.
- Pues será así, claro. La verdad es que si le siguen dando alas, es porque alguien le hará caso, claro.
- Es lo que hay. Que uno no lo siga, no significa que no exista. Es lo que tiene estar metido ahora mismo en esto de las redes sociales y tal. Estás tan metido en escuchar a gente que te mola y que piensa como tú, que crees que no hay nada ahí fuera. Y claro que lo hay.
- Si. Claro. Después de tanto tiempo escuchando y leyendo a gente a la que no tienes ninguna intención de seguir, te ofrecen la posibilidad de escoger tú lo que quieres que sea tu mundo y te encierras en una burbuja de autosatisfacción un tanto engañosa. Piensas que vas a hacer la revolución mañana y cuando convocas sólo tienes en la puerta a unos cuantos, pero no a todos los susceptibles.
- Ya. Bueno. ¿Vas a tardar mucho en hablar de Podemos? Es que a esta hora me echo una siestecita marranera y así que si tu vas hablando yo me quedo así traspuestilla y ya...
- Oh. Nada. No. No sé. Es que es el tema. Todo el mundo habla o si no, ya hablo yo. Podemos. No sé. Es un fenómeno curioso del que supongo que ya habré dicho todas las teorías que se me ocurren por aquí, pero es que cada día sale una cosa nueva que origina más debate.
- Está la cosa movidita, sí. Vosotros lo tenéis mal ¿no?
- Hombre, nosotros... es que no sé qué decirte. En principio no tendría porqué, pero parece que la intención es que sea que sí. Y jode. Es decir, que dices... hombre, si gente que nunca ha escuchado la voz de la idea, consigue acercarse a algo que se parece tanto a lo nuestro y que resulta que juntos podríamos... pero ves que no, que lo que se pretende es ir a degüello porque nosotros somos y ellos son y aquellos parecen y tal... es como muy así.
- Bueno, pero es que vosotros os habéis quedado un poco ahí estancaos ¿no?
- Yo que sé. Yo creo que no. Pero igual hay gente... es que hay gente como muy extraña, o que muy extrañamente (por expresarme mejor), aparece ahora en un bando antisistema cuando por trayectoria no parecería que... y ahí los tienes, descubriendo en público que ellos quieren también aire fresco y revolución. Pero sin nosotros, claro. Ahora si, pero cuando pedíamos nosotros algo... ni caso.
- Yo es que cada vez que os oigo hablar así de vuestros líos y tal, la verdad es que paso bastante de todo. Es como que os ocupáis demasiado de cosas que no tienen importancia.
- Ya... no la tienen. Pero la tienen. Es que la tienen.
- Yo que sé.
- Y esa especie de cosa de lo nuevo y lo viejo. Me da miedo. Lo nuevo no es nunca tan nuevo. Lo viejo a lo mejor no ha sido usado nunca. O igual tienen razón. No lo sé. Pero a mí me sabe a humo. Y lo siento.
- Bueno...
- Te estás quedando ahí medio medio. Oye una cosa, ¿tú que edad tienes? ¿lo miro o me lo dices?
- Míralo.
- Del 83... eso son 31 años. Ah, qué joven.
- Qué cosas. Eres un abuelo. Con 39 y te crees que todo el mundo es joven por debajo de ti.
- Ea.
- Oye, y tanto hablar del espacio inabarcable de lo político y social... tú de curro ¿qué?
- Hombre, pues es el tema peludo. Yo hablo mucho de todo, pero de eso es que prefiero no hablar. Bueno, que hablo y eso, pero que preferiría... no...
- Por qué. Se te ha acabado ya la excusa, claro. Es decir, que ya no sabes que contar. ¿no?
- Ya, tú sabes mucho. En fin, que eso. Que no hay nada que hacer.
- Eso, escurre el bulto, que va todo estupendamente.
- Bueno, que ya.
- Ya.
- Mira, se ha nublado y todo.
- Va, si, dejémoslo ya. Venga, pues hasta otro rato.
- Joder, qué bajón.
- Va, adeu.
- Deu.
- Hola, a ver cuéntame.
- No, pues nada, que por esas cosas que tiene la programación televisiva, da la casualidad de que he visto en poco tiempo creo que tres películas en las que eras la protagonista o, como siempre, la chica que acompaña al protagonista.
- Toma ya.
- Si. En una eras una chica de la que se enamoraba Matt Damon, pero de la que no debía enamorarse. En otra, la última, eras la madre de un niño que en el futuro iba a ser nosequé. Y hay otra en medio que ahora mismo se me ha ido de la cabeza, pero eso, que eran tres. No conocía tu nombre. Tu cara me sonaba, pero el nombre no me venía.
- Me llamo Emily Blunt.
- Si. Ya lo sé. Lo sé. Blunt. Como el Blunt ese de la canción empalagosísima aquella, James Blunt. Qué rollo de canción y qué carrera tan de arrastrarse por el fango de ese muchacho. De ser un one hit wonder a ir probando y probando y probando. Qué lástima.
- Es que la gente... oye y que igual tú no lo sabes, pero hay gente a la que le gusta y le sigue y el muchacho tiene un porvenir.
- Pues será así, claro. La verdad es que si le siguen dando alas, es porque alguien le hará caso, claro.
- Es lo que hay. Que uno no lo siga, no significa que no exista. Es lo que tiene estar metido ahora mismo en esto de las redes sociales y tal. Estás tan metido en escuchar a gente que te mola y que piensa como tú, que crees que no hay nada ahí fuera. Y claro que lo hay.
- Si. Claro. Después de tanto tiempo escuchando y leyendo a gente a la que no tienes ninguna intención de seguir, te ofrecen la posibilidad de escoger tú lo que quieres que sea tu mundo y te encierras en una burbuja de autosatisfacción un tanto engañosa. Piensas que vas a hacer la revolución mañana y cuando convocas sólo tienes en la puerta a unos cuantos, pero no a todos los susceptibles.
- Ya. Bueno. ¿Vas a tardar mucho en hablar de Podemos? Es que a esta hora me echo una siestecita marranera y así que si tu vas hablando yo me quedo así traspuestilla y ya...
- Oh. Nada. No. No sé. Es que es el tema. Todo el mundo habla o si no, ya hablo yo. Podemos. No sé. Es un fenómeno curioso del que supongo que ya habré dicho todas las teorías que se me ocurren por aquí, pero es que cada día sale una cosa nueva que origina más debate.
- Está la cosa movidita, sí. Vosotros lo tenéis mal ¿no?
- Hombre, nosotros... es que no sé qué decirte. En principio no tendría porqué, pero parece que la intención es que sea que sí. Y jode. Es decir, que dices... hombre, si gente que nunca ha escuchado la voz de la idea, consigue acercarse a algo que se parece tanto a lo nuestro y que resulta que juntos podríamos... pero ves que no, que lo que se pretende es ir a degüello porque nosotros somos y ellos son y aquellos parecen y tal... es como muy así.
- Bueno, pero es que vosotros os habéis quedado un poco ahí estancaos ¿no?
- Yo que sé. Yo creo que no. Pero igual hay gente... es que hay gente como muy extraña, o que muy extrañamente (por expresarme mejor), aparece ahora en un bando antisistema cuando por trayectoria no parecería que... y ahí los tienes, descubriendo en público que ellos quieren también aire fresco y revolución. Pero sin nosotros, claro. Ahora si, pero cuando pedíamos nosotros algo... ni caso.
- Yo es que cada vez que os oigo hablar así de vuestros líos y tal, la verdad es que paso bastante de todo. Es como que os ocupáis demasiado de cosas que no tienen importancia.
- Ya... no la tienen. Pero la tienen. Es que la tienen.
- Yo que sé.
- Y esa especie de cosa de lo nuevo y lo viejo. Me da miedo. Lo nuevo no es nunca tan nuevo. Lo viejo a lo mejor no ha sido usado nunca. O igual tienen razón. No lo sé. Pero a mí me sabe a humo. Y lo siento.
- Bueno...
- Te estás quedando ahí medio medio. Oye una cosa, ¿tú que edad tienes? ¿lo miro o me lo dices?
- Míralo.
- Del 83... eso son 31 años. Ah, qué joven.
- Qué cosas. Eres un abuelo. Con 39 y te crees que todo el mundo es joven por debajo de ti.
- Ea.
- Oye, y tanto hablar del espacio inabarcable de lo político y social... tú de curro ¿qué?
- Hombre, pues es el tema peludo. Yo hablo mucho de todo, pero de eso es que prefiero no hablar. Bueno, que hablo y eso, pero que preferiría... no...
- Por qué. Se te ha acabado ya la excusa, claro. Es decir, que ya no sabes que contar. ¿no?
- Ya, tú sabes mucho. En fin, que eso. Que no hay nada que hacer.
- Eso, escurre el bulto, que va todo estupendamente.
- Bueno, que ya.
- Ya.
- Mira, se ha nublado y todo.
- Va, si, dejémoslo ya. Venga, pues hasta otro rato.
- Joder, qué bajón.
- Va, adeu.
- Deu.
lunes, 16 de junio de 2014
Círculo Projorelov XV
Corrían tiempos convulsos en el Círculo Projorelov. Algunos de los integrantes pensábamos que podríamos darle otro aire al Círculo, abrirlo a otro tipo de personas que quizás no tuvieran tanto que ver con el viajero al uso y hacernos ver el mundo desde otra perspectiva. La verdad es que muchos de los miembros del Círculo nos aburríamos de escuchar y narrar nosotros mismos las mismas historias que se desarrollaban en escenarios diferentes y nos propusimos alguna variación. En esta línea, Boleslao Archipenko, nos habló de una mujer muy especial que en su casa hacía tareas de mantenimiento, y que, desde tiempos de sus padres, pasaba por casa cada día para hacer comidas, limpiezas y 'hacer faenas'. Boleslao Archipenko vivía solo, había demostrado una inutilidad manifiesta para relacionarse con el bello sexo y, jamás, se había preocupado por nada que no fuera leer, escribir y viajar. El trabajo doméstico no le interesaba y por ello contaba con Doña Pruna para que no se lo comiera la mierda, hablando mal y pronto.
Nos habló de Doña Pruna como una persona que tenía una gracia especial para contar las cosas y que, con ella, cualquier anécdota estaba a la altura del viaje más maravilloso que pudiéramos escuchar. Fascinados con su presentación, invitamos a Doña Pruna a venir un día a contarnos lo que fuera. Y así fue. Decir que la expectación que levantó su visita en el Círculo fue bastante escasa, dado que muchos integrantes consideraban deshonroso que un miembro de la plebe iletrada y tan poco viajada mancillara aquel recinto, pero tontos hay en todas partes y era preferible tenerlos en su casa que dando la paliza por allí.
Doña Pruna ocupó su lugar en el estrado en el que hablaban los viajeros visitantes y comenzó a explicarnos que:
'Yo tengo pocas cosas que explicar, porque ya sabrán que no he ido a casi ningún lugar desde que nací en un pequeño pueblo del interior y con pocos años aquí me vine. Trabajar en casa del señor Archipenko me ha servido para ver la casa del señor Archipenko. Y allí se pueden ver muchas cosas, muy interesantes para el que tenga el gusto de detenerse y contemplarlas, pero yo, estando limpiando, poco puedo apreciar. Estar en casa del señor Archipenko es para mí tan bonito como, qué les diría yo, como ir a casa del señor Archipenko. No tiene mayor diferencia estar yendo que dentro, porque como les digo, no es algo que me haga disfrutar de ninguna manera. Alguna vez, con el paso de los años, he intentado fijarme en algún cuadro, en alguna figurita, en la portada de un libro, por si podría yo imaginar cosas que me llevaran a un lugar lejano que se me escapase del entendimiento a mí, pero nada. Que no. Que no podía. Porque yo tenía ganas de acabar de limpiar, de trabajar, de repasar los filos y volverme a mi casa, tan a gusto. Y es entonces que yo pensé para mí, un momento, si a ti lo que te gusta es estar en tu casa. Más aún, a ti, por mí, lo que te gusta es pensar en que vas a ir a tu casa. No sé si me estoy explicando bien. Que más que estar en mi casa, que a fin de cuentas es algo que tampoco me supone un placer especial ya que vivo sola y pocas distracciones me entretienen, lo que me hace ilusión a mí es abandonar la casa del señor Archipenko, escapar, salir de allí, dejar de hacer lo que estoy haciendo y volver a mi casa a hacer lo mismo o peor, pero lo haré porque me da a mí la gana de hacerlo y total, si lo hago bien o mal, pues no se le importa a nadie. Y ese es mi viaje soñado, volver a casa, salir de la casa del señor Archipenko que no me estimula lo más mínimo y soñar con el retorno. No sé yo si eso le pasará a más gente. A veces, en el mercado, cuando voy a comprar para mí o para el señor Archipenko, veo frutos de otras tierras muy lejanas, o bien originarias de la tierra de mis padres o de aquí mismo y sí, no lo voy a esconder, se me va la cabeza y pienso en qué lugares tan así tiene el mundo y el planeta este que es tan diverso y tan bonito y qué cosa sería esa de viajar, pero lo que más me ilusiona es coger uno de esos frutos y llevármelos a mi casa y comérmelo allí. Tan bien. Y no sé. Si quieren les cuento algo más, pero es que al final siempre estoy hablando de lo mismo, de mi casa y de mi casa'.
Y bueno. Ese fue su relato. Que parecerá que no, pero estuvimos debatiendo sobre el relato de Doña Pruna así como dos meses, porque tenía más fondo de lo que parecía. ¿No?
Nos habló de Doña Pruna como una persona que tenía una gracia especial para contar las cosas y que, con ella, cualquier anécdota estaba a la altura del viaje más maravilloso que pudiéramos escuchar. Fascinados con su presentación, invitamos a Doña Pruna a venir un día a contarnos lo que fuera. Y así fue. Decir que la expectación que levantó su visita en el Círculo fue bastante escasa, dado que muchos integrantes consideraban deshonroso que un miembro de la plebe iletrada y tan poco viajada mancillara aquel recinto, pero tontos hay en todas partes y era preferible tenerlos en su casa que dando la paliza por allí.
Doña Pruna ocupó su lugar en el estrado en el que hablaban los viajeros visitantes y comenzó a explicarnos que:
'Yo tengo pocas cosas que explicar, porque ya sabrán que no he ido a casi ningún lugar desde que nací en un pequeño pueblo del interior y con pocos años aquí me vine. Trabajar en casa del señor Archipenko me ha servido para ver la casa del señor Archipenko. Y allí se pueden ver muchas cosas, muy interesantes para el que tenga el gusto de detenerse y contemplarlas, pero yo, estando limpiando, poco puedo apreciar. Estar en casa del señor Archipenko es para mí tan bonito como, qué les diría yo, como ir a casa del señor Archipenko. No tiene mayor diferencia estar yendo que dentro, porque como les digo, no es algo que me haga disfrutar de ninguna manera. Alguna vez, con el paso de los años, he intentado fijarme en algún cuadro, en alguna figurita, en la portada de un libro, por si podría yo imaginar cosas que me llevaran a un lugar lejano que se me escapase del entendimiento a mí, pero nada. Que no. Que no podía. Porque yo tenía ganas de acabar de limpiar, de trabajar, de repasar los filos y volverme a mi casa, tan a gusto. Y es entonces que yo pensé para mí, un momento, si a ti lo que te gusta es estar en tu casa. Más aún, a ti, por mí, lo que te gusta es pensar en que vas a ir a tu casa. No sé si me estoy explicando bien. Que más que estar en mi casa, que a fin de cuentas es algo que tampoco me supone un placer especial ya que vivo sola y pocas distracciones me entretienen, lo que me hace ilusión a mí es abandonar la casa del señor Archipenko, escapar, salir de allí, dejar de hacer lo que estoy haciendo y volver a mi casa a hacer lo mismo o peor, pero lo haré porque me da a mí la gana de hacerlo y total, si lo hago bien o mal, pues no se le importa a nadie. Y ese es mi viaje soñado, volver a casa, salir de la casa del señor Archipenko que no me estimula lo más mínimo y soñar con el retorno. No sé yo si eso le pasará a más gente. A veces, en el mercado, cuando voy a comprar para mí o para el señor Archipenko, veo frutos de otras tierras muy lejanas, o bien originarias de la tierra de mis padres o de aquí mismo y sí, no lo voy a esconder, se me va la cabeza y pienso en qué lugares tan así tiene el mundo y el planeta este que es tan diverso y tan bonito y qué cosa sería esa de viajar, pero lo que más me ilusiona es coger uno de esos frutos y llevármelos a mi casa y comérmelo allí. Tan bien. Y no sé. Si quieren les cuento algo más, pero es que al final siempre estoy hablando de lo mismo, de mi casa y de mi casa'.
Y bueno. Ese fue su relato. Que parecerá que no, pero estuvimos debatiendo sobre el relato de Doña Pruna así como dos meses, porque tenía más fondo de lo que parecía. ¿No?
viernes, 13 de junio de 2014
Miscelánea
Eso es una pontanilla. La pontanilla que está en la calle Pontanilla, que es mi calle del pueblo. La pontanilla comunica mi calle con la calle donde tiene mi tito la nave de los autocares. Debe ser como una especie de canalización un poco de aquella manera para que el agua de la lluvia baje y salga por algún lado. He estado en mi pueblo, por motivos no muy allá. Así que habrá que dedicarle alguna canción no a una persona en concreto, que también, si no a varias personas. Personas que tienen un algo. Un algo que a veces se desarrolla y otras no. Mentira, que siempre se desarrolla, pero no... en definitiva, por no hablar más en lenguaje cifrado, gente y personas que tienen un qué que hay que disfrutar mientras se pueda. Y no dejarlas nunca de lado. Reinas. Del ácido.
https://www.youtube.com/watch?v=ceo353gPt2g
Eso que ven en la foto, es una pontanilla. Como ven, el agua de una esquina y de la otra de la calle, va a la pontanilla. Calle Pontanilla. Vamos a poner una canción de Air sin más motivo que hace mucho tiempo que no ponemos ninguna canción de Air. Vamos a poner una canción de las Vírgenes Suicidas. La canción de Playground Love. Canciones que te vienen a la cabeza sin un qué ni un porqué. Y en el momento menos indicado. O en el más indicado. Dices una cosa y luego dices la contraria, y dudas. Y eso es así. Y lo repites muchas veces y es como una especie de sello de fábrica. Dices una cosa, luego dices lo mismo, luego dudas y dices lo contrario. O no. Y así hasta el infinito. Van pasando los días y la cosa no avanza. Y un día, eso que no avanza, se termina. De forma abrupta. Y nos acordamos de lo que podría haber sido y no intentamos a tiempo. Hay que intentarlo. El tiempo se acaba.
https://www.youtube.com/watch?v=aCm7K9j6O00
Syd Barrett. El otro día, yendo en coche al pueblo, pusieron en radio 3 un programa en el que José Domingo, un joven artista de moda, ponía algunas de sus canciones favoritas. Y entre el magnífico arsenal de canciones que eligió, estaba esta de Syd Barrett. Baby Lemonade. Iba con mi padre en el coche y le pregunté si le sonaba esta canción. Porque el hombre habrá oído esta canción a su pesar unos dos millones de veces. Obligando a mis padres desde siempre a escuchar estas mierdas. Qué lástima. Esta canción de Syd Barrett es, como todo el disco, una especie de bajonazo continuo. Una canción que deja un poso de... joder, podría haber ido a más la cosa. Esa sensación que tiene uno con muchas cosas. Podría ir a más. Pero no irá. En la emisión, José Domingo no dejaba las canciones hasta el final final. Las cortaba antes. Una pena. Porque en Baby Lemonade, la canción mola hasta que no suena nada absolutamente nada.
https://www.youtube.com/watch?v=v0BGu8lBuNs
Hay gente que tiene un don. Hay personas convencionales, gente que tiene sus pasiones, sus sentimientos, sus neuras, sus historias, sus cosas. Y otra gente que, teniendo como seres humanos que son, las mismas inquietudes, parece expresarlas de otra manera. No sé. O que te entra por el ojo mejor. Quizás es eso, justificar que alguien te entra por el ojo mejor que otra persona, aduciendo motivos sobrenaturales. Pero es así. Una cosa que no tiene nada que ver con otra. Escucharemos una canción que es bonita, movida y de los Rolling Stones. She's like a Rainbow. También, no sé si lo he dicho antes, apareció en el programa del otro día. U la la, ula la la la. U la la, ula la la la. Hay gente que tiene algo especial que no sabemos lo que es, pero que nos obliga a estar con ellas, o pendientes de ellas o alrededor de ellas. En fin.
https://www.youtube.com/watch?v=zphAHMPtu4g
Ayer volviendo del pueblo, en el coche, sonó una música muy rara. El Sónar. Una música muy, pero muy rara. El Sónar. En fin. Anunciaron un concierto de un pájaro que había hecho una recreación de las 4 estaciones de Vivaldi, pero en plan... música electrónica. Ya sabemos que para entenderlo hay que quererlo. Una murga. El caso es que, estando bien y con todo lo mal que se escuchaba la música aquella, tenía su qué. Se parecía, y se parecía pero mucho, mucho, a cosas que tenía Kraftwerk en algunos de sus discos en los que parecía que hacían música clásica, como la mítica Franz Schubert del disco Trans Europe Express. En fin, que para gustos colores, pero esto está muy bien. El muchacho se llama Max Richter y lo que hace pues... se parece medio medio a lo de Vivaldi. Esto es la primavera. Ojo.
https://www.youtube.com/watch?v=DRl4zxqn4mo
Y nada. Estoy leyendo un libro muy, pero que muy interesante, de David Byrne. Cómo funciona la música, se llama. El libro explica cosas de todo tipo sobre lo que es la música, porqué se hace la música, cómo se hace, dónde se hace, dónde se graba, qué pasa cuando se graba... en fin. Cosas que a veces pueden parecer contadas como muy de perogrullo, pero que son... como muy fundamentales. Muy de abc. Muy de, al menos, saber con qué te estás moviendo si te gusta escuchar, hacer, música. Y claro, en un capítulo en concreto se dedica a hablar de él y de su vida como artista en los escenarios y habla de los Talking Heads y, claro, te tienes que poner. Warning Sign. Una canción que no se te va de la cabeza en la vida.
https://www.youtube.com/watch?v=oq9K6cneRQA
Pues nada. Buenas tardes a todos y que tengan un muy buen fin de semana. Y ánimo.
https://www.youtube.com/watch?v=ceo353gPt2g
Eso que ven en la foto, es una pontanilla. Como ven, el agua de una esquina y de la otra de la calle, va a la pontanilla. Calle Pontanilla. Vamos a poner una canción de Air sin más motivo que hace mucho tiempo que no ponemos ninguna canción de Air. Vamos a poner una canción de las Vírgenes Suicidas. La canción de Playground Love. Canciones que te vienen a la cabeza sin un qué ni un porqué. Y en el momento menos indicado. O en el más indicado. Dices una cosa y luego dices la contraria, y dudas. Y eso es así. Y lo repites muchas veces y es como una especie de sello de fábrica. Dices una cosa, luego dices lo mismo, luego dudas y dices lo contrario. O no. Y así hasta el infinito. Van pasando los días y la cosa no avanza. Y un día, eso que no avanza, se termina. De forma abrupta. Y nos acordamos de lo que podría haber sido y no intentamos a tiempo. Hay que intentarlo. El tiempo se acaba.
https://www.youtube.com/watch?v=aCm7K9j6O00
Syd Barrett. El otro día, yendo en coche al pueblo, pusieron en radio 3 un programa en el que José Domingo, un joven artista de moda, ponía algunas de sus canciones favoritas. Y entre el magnífico arsenal de canciones que eligió, estaba esta de Syd Barrett. Baby Lemonade. Iba con mi padre en el coche y le pregunté si le sonaba esta canción. Porque el hombre habrá oído esta canción a su pesar unos dos millones de veces. Obligando a mis padres desde siempre a escuchar estas mierdas. Qué lástima. Esta canción de Syd Barrett es, como todo el disco, una especie de bajonazo continuo. Una canción que deja un poso de... joder, podría haber ido a más la cosa. Esa sensación que tiene uno con muchas cosas. Podría ir a más. Pero no irá. En la emisión, José Domingo no dejaba las canciones hasta el final final. Las cortaba antes. Una pena. Porque en Baby Lemonade, la canción mola hasta que no suena nada absolutamente nada.
https://www.youtube.com/watch?v=v0BGu8lBuNs
Hay gente que tiene un don. Hay personas convencionales, gente que tiene sus pasiones, sus sentimientos, sus neuras, sus historias, sus cosas. Y otra gente que, teniendo como seres humanos que son, las mismas inquietudes, parece expresarlas de otra manera. No sé. O que te entra por el ojo mejor. Quizás es eso, justificar que alguien te entra por el ojo mejor que otra persona, aduciendo motivos sobrenaturales. Pero es así. Una cosa que no tiene nada que ver con otra. Escucharemos una canción que es bonita, movida y de los Rolling Stones. She's like a Rainbow. También, no sé si lo he dicho antes, apareció en el programa del otro día. U la la, ula la la la. U la la, ula la la la. Hay gente que tiene algo especial que no sabemos lo que es, pero que nos obliga a estar con ellas, o pendientes de ellas o alrededor de ellas. En fin.
https://www.youtube.com/watch?v=zphAHMPtu4g
Ayer volviendo del pueblo, en el coche, sonó una música muy rara. El Sónar. Una música muy, pero muy rara. El Sónar. En fin. Anunciaron un concierto de un pájaro que había hecho una recreación de las 4 estaciones de Vivaldi, pero en plan... música electrónica. Ya sabemos que para entenderlo hay que quererlo. Una murga. El caso es que, estando bien y con todo lo mal que se escuchaba la música aquella, tenía su qué. Se parecía, y se parecía pero mucho, mucho, a cosas que tenía Kraftwerk en algunos de sus discos en los que parecía que hacían música clásica, como la mítica Franz Schubert del disco Trans Europe Express. En fin, que para gustos colores, pero esto está muy bien. El muchacho se llama Max Richter y lo que hace pues... se parece medio medio a lo de Vivaldi. Esto es la primavera. Ojo.
https://www.youtube.com/watch?v=DRl4zxqn4mo
Y nada. Estoy leyendo un libro muy, pero que muy interesante, de David Byrne. Cómo funciona la música, se llama. El libro explica cosas de todo tipo sobre lo que es la música, porqué se hace la música, cómo se hace, dónde se hace, dónde se graba, qué pasa cuando se graba... en fin. Cosas que a veces pueden parecer contadas como muy de perogrullo, pero que son... como muy fundamentales. Muy de abc. Muy de, al menos, saber con qué te estás moviendo si te gusta escuchar, hacer, música. Y claro, en un capítulo en concreto se dedica a hablar de él y de su vida como artista en los escenarios y habla de los Talking Heads y, claro, te tienes que poner. Warning Sign. Una canción que no se te va de la cabeza en la vida.
https://www.youtube.com/watch?v=oq9K6cneRQA
Pues nada. Buenas tardes a todos y que tengan un muy buen fin de semana. Y ánimo.
jueves, 5 de junio de 2014
Estudando o Samba - Tom Zé
Hay discos que uno descubre muy tarde por culpa de las
malditas recopilaciones que le ciegan a uno y que en lugar de servir de puerta
de entrada a un músico parece que hagan de tapón. Hace unos cuantos años, David
Byrne de los Talking Heads hizo una compilación de discos y músicas y entre
ellos dedicó un volumen a Tom Zé. Lo fueron promocionando por Radio 3 y cuando
servidor tuvo oportunidad de piratear música, fue de las primeras cosas de las
que se acordó. ¿Por qué?
Estudando a Samba es un disco de 1976. Tom Zé en Brasil debe
ser conocido o poco conocido. Lo ignoro. Debe ser poco conocido por la gran
mayoría de los brasileños a los que le guste la música popular y conocidillo
entre los listos de turno. Como siempre. Como listo de turno local, a mí me
gusta Tom Zé. Tom Zé es el que no triunfó. Caetano Veloso, Os Mutantes,
Gilberto Gil, Gal Costa… todos triunfaron, pero Tom Zé, no. Se quedó ahí en
tierra de nadie. Por qué… porque su música es demasiado rara… porque él no es
guapo… por que es un tipo dificilillo… quién sabe. Estudando a Samba es un
disco que explica muchas cosas. Un disco fácil y un disco difícil. Un disco que
o te engancha para siempre o se te va y nunca más. Como este pueden ustedes
escuchar el Tom Zé de principios de los setenta, el Todos os Olhos… cualquiera.
Pero este…
Aquí está para empezar su canción. La canción de Tom Zé. Esa
canción es Ma. Con esa tilde que ahora no sé dónde está en este teclado raro
medio americano medio europeo… Ma, con sus tambores, con su punteo de
guitarras, con sus bombos, una canción con coros, la canción del recién nacido
que ya viene con marcha. Con una marcha brutal, con una marcha cadenciosa,
bautizado. Tremenda canción. Tremenda que marca lo que hace este hombre, lo que
busca. Golpear, con golpes que hacen música. Golpes, toc, ma, doi, dor, uh, ah,
toc, clin, clin chisssss. Ma es la canción del disco. Sin Ma, este disco sería
como los otros, pero Ma… esta primera canción. Esta canción era también la que
aparecía en el disco de David Byrne. Tremenda. No se puede empezar ya ningún
disco más con ninguna otra canción. Ma.
Luego sigue con una versión un poco clinlcoin de A
felicidade. La tristeza no tiene fin, la felicidad sí. No nos conviene entrar
en detalles al respecto. Seguimos con Toc. Toc es otra de las canciones. Con un
clinclinclin de guitarra a modo de metrónomo marcando toda la canción. Mientras
aparecen máquinas de escribir, sierras eléctricas, maquinitas, trompetas, voces…
clinclinclin. Una referencia Toc. La otra canción. Después de Toc, viene Tô. Tô
es la canción en la que te explica las cosas para que te confundas. Te lo está
explicando para esclarecerte. Pero te confundes. Tô inaugura el conjunto de
canciones guasonas y al mismo tiempo chungas del disco. Siempre tiene canciones
así. Que juegan con el idioma. Que dicen algo que se contradice porque la
palabra está mal empleada. O bien. Desperdiciando para poder faltar. Estudiando
para saber ignorar. Te estoy confundiendo para poderte esclarecer. Me estoy
quedando ciego para poder guiar. Y todo esto con un ritmito que… a mover el
cucu. Y que no se acabe nunca, por favor. Después de Tô viene Vai. Menina. Esta
canción es tan cortita que si fuera más larga perdería toda la gracia. Y todo
porque luego viene Ui (vocé inventa). Lo mismo prácticamente que en Tô. Usted
inventa el amor, yo invento la soledad. Todo muy sencillito, con unos coritos y
con una guitarrita y a correr. Usted inventa el lujo, yo invento… usted inventa
y yo invento su contrario….
Segunda cara, segunda cara. Doi es la canción más
convencional del disco, a mi modo de ver. A medida que la canción avanza y
crece se hace más atractiva, pero es como si fuera de otra cosa. Muchos más
coros. Eso sí, tienen que acostumbrarse a que Tom Zé canta lo justo. Ni tiene
voz ni falta que le hace. Pero ahí está. Doi, pasa más lento que las otras. No
sé. Mae (Mae soltera). Vamos que esto empieza a entrar en la recta final. Mae
es una canción chunga. La madre soltera. Si, con un ritmillo de samba, si, pero
es una historia triste. Ay. Ay. Ay. Pero cuando llega el coro… uf. Duerma, mi
pecado, mi culpa, mi salvación. Buff. Qué bajón. Uff. Madre mía.
Hein? Vuelve por el mismo sitio que Tô. ¿Cómo ha dicho? ¿Qué
dices? Ella me dice que nosequé y yo le digo Hein? Y le insisto Hein? Ella me
dice cosas y yo, que hago que no le oigo le digo hein? Y le insisto hein?
Incomunicación. O que no… Hein? Te tienes que reír. Ella hipió, gritó y lo
demás y que se case conmigo y nosequé y yo le digo hein? Fantástica. Hein? Y
después de Hein? Só (Solidao), que parece una canción que ya hubiera uno
escuchado hace mil años y no, era suya, solamente. Una sambita muy clásica. Uf,
la soledad. La canción comienza con los coros cantando y luego ya viene Tom Zé
a cantar un poco. Qué canción más bonita, pero no es más que el preludio para
una despedida que se te clava en la cabeza como un destornillador. Ojo. Que
todo es muy bonito y todo está muy suavecito pero te lo está diciendo. Y uno está escribiendo esto y se ha acordado de este disco porque lleva unos cuantos días con la canción en la cabeza. Y tendrá que ver o no. Pero lo de la cobaya... Eres más
mala que el mismo demonio. Y yo soy un gilipollas de mucho cuidado. Sé. Sé es
la otra canción. Sé es otra de esas canciones que uno escucha una vez y ya no
se te van. Sé. Si la maldad se vendiese en la farmacia, que fortunón que harías
con esta cobaya. Y ese final que responde Si, Si, Si. Uf. Los pelos de punta.
Reescribiría su carácter. La imposibilidad de resistirse a la maldad de los
demás. Uf. No la escuchen mucho. Sé. No la escuchen mucho, porque ya estarán
preguntándose todo el rato cosas. Y la respuesta es siempre y si? Si. Fatal.
El disco termina con una pieza llamada Índice en la cual se
dedica a hacer una canción con las letras de las demás canciones. A felicidade,
so, doi, ma, sé, ui, toc, tô… ea.
Un disco como hay muchos, pero que tiene ese par o tres de canciones que te tocan la patata y que ya no sabes desligar de situaciones, momentos, personas... meses y años.
miércoles, 4 de junio de 2014
Un amigo de verdad
Ya hacía tiempo que no, pero hemos recibido un relato que, sin ser nada del otro mundo, nos engancha de nuevo a todo eso de los sentimientos y las cosas. El autor se llama Orelio Senén y el título del texto tiene el críptico nombre de 'XXX'. Se incluye en un número especial de la revista 'Cuadros épicos'. A ver.
'Personalmente, he de decir que tengo una capacidad de escucha fuera de lo normal. Si otros consideran que han de prevalecer sobre los demás, yo dejo que sean los otros los que se hundan con sus palabras, por lo que las más de las veces dejo hacer. Mi amigo y asimismo insoportable y fastidioso lastre Weison Salmerón, tuvo a bien contarme el otro día sus cuitas amorosas. Al parecer no lo estaba pasando nada mal. De fiesta en fiesta, de arrebato pasional en arrebato pasional, triunfando entre todo tipo de mujeres, gozando como nunca del sexo y los cuerpos. Weison Salmerón había sido, durante años, una gárgola a la que nadie había hecho caso. Un ser humano que vivía atormentado por una fealdad que resaltaba mucho más a mi lado. No voy a engañar a nadie si les digo que me tienen y me tengo por un Apolo, un Adonis, un ejemplar digno de admiración. Eso es así. Y pregunten a quién quieran. No discutiré si soy más o menos inteligente, si puedo ser considerado una buena persona... todo eso es opinable, pero que soy guapo y bien guapo, eso no. Weison y yo somos amigos de hace muchos años. Creo que nos conocimos en un simposio sobre Política y Comunicación y ahí entablamos una relación basada en que él tenía necesidad de un amigo y a mí me servía Weison para tener un supuesto adorador. Yo vivía romance tras romance, mientras me deleitaba escuchando las penas y llantos de Weison. En su miseria crecía mi grandeza. Con la intención de sentar la cabeza, mi relación con Filipa Santaespina tomó los derroteros habituales y consideré que era ella la elegida. Nos casamos y Weison casi estuvo a punto de no venir a la boda, de triste y solo como estaba. Acudió y me estuvo persiguiendo durante todo el ceremonial y la fiesta. Le advertí entonces que las cosas debían cambiar, que debía seguir su camino, que yo era una persona comprometida y me debía a mi matrimonio. Que volase, que volase.
Weison, al parecer, comenzó a tomar cursos de crecimiento personal, de coaching, de liderazgo, intentando, de forma artificial a mi parecer, conseguir algo que no tenía: atractivo personal y capacidad de seducción.
El caso es que, según me contó, el otro día, en una de estas conferencias y seminarios, conoció a una mujer de edad madura que, mientras tomaba café en la máquina, le preguntó por su vida y lo que hacía en aquel lugar. Weison contó tal catálogo de penalidades y tristezas, que a la mujer le dio por reír. Esa risa, simplemente, dice Weison que le cambió.
Yo no soy un experto en psicología, pero me tengo por un buen conocedor de las personas. Creo que Weison está únicamente encontrándose con calamidades como él, con desechos de otras peleas, no puede ser que el mero hecho de que Weison cuente algo, y algo tan lamentable como su vida, interese a nadie. Si no hay más que verlo. Dice Weison que él sigue contando su vida pero que la adorna con chanzas y bromas sobre sí mismo que dice interesan mucho a quien le escucha. No salgo de mi asombro. Que a la gente le interese la desgracia ajena... no lo entiendo.
Aguijoneado por la curiosidad, llamé a Weison para salir, como antes, como en los viejos tiempos a dar a una vuelta por los lugares habituales y ver qué... y me salió con que no, que tal, que es que... Yo creo que es todo mentira. Se lo consulté a Filipa y, la verdad, sus explicaciones me resultaron tan espesas que... pobrecita, desde que tuvo el niño... en fin. Que no.'
martes, 3 de junio de 2014
Las calles de nuestros padres - Francisco González Ledesma
Francisco González Ledesma es el padre de Enric González, periodista que ahora escribe en El Mundo, pero que se hizo con el corazón de todos los niños de España escribiendo en El País sus crónicas sobre fútbol italiano. Francisco González Ledesma ya ha aparecido alguna vez por aquí, porque han sido dos los libros que me he leído de él, este es el tercero. Francisco González Ledesma ha ganado un Premio Planeta, pero eso no lo sabía hasta que no me he fijado bien en esta portada del libro, que debe ser la misma edición que yo me he leído y que sin embargo a mí se me ha pasado por alto.
Las calles de nuestros padres es otro libro que está protagonizado por el agente Méndez. Y es otro libro en el que Barcelona es la protagonista. Ya me conocen, los libros de Mendoza, Vázquez Montalbán, Marsé o Casavella, no me gustan por su intriga que también, si no por que hablan de Barcelona y no se entienden de la misma manera si uno vive aquí. Los libros de González Ledesma hablan de lo mismo y rizan el rizo con el periodismo, porque González Ledesma fue un periodista de los de la vieja escuela. Y habla de eso, y mucho.
Bueno. El libro es una Lonely Planet de una Barcelona que ya no está. Y si lo está debe ser muy, pero que muy escondida y uno, infeliz, no sabe verla ya. Y cuando estuvo tampoco estuvo al loro, que eso también. Una Barcelona reducida al espacio que va del Paralelo o Poble Sec a Via Laietana (como mucho hasta Passeig Sant Joan) y desde Plaza Catalunya hasta el mar. Las historias nunca se deciden finalmente en ese espacio, porque esa Barcelona no tiene nada, pero las historias pasan allí. En este caso, el libro habla de una muerta, una secretaria involucrada en manejos de finanzas en manos de gente turbia que lo mismo abre una caja fuerte, que encarga palizas, que se presenta a las elecciones, que viola a una menor. Todo eso pasa. Le puede pasar a cualquiera, en Barcelona también. Pero ya no pasa. De hecho la moraleja del libro es que ya no pasa. Que pasa, pero que no te vas a enterar.
Méndez investiga, pero también lo hace un periodista llamado Carlos Bey, o un desgraciado periodista también llamado Amores, o un abogado llamado Sergi Llor, que me figuro que serán personajes de carne y hueso muy reales pero con nombres cambiados. Y todo el mundo habla de las calles de Barcelona, de sus bares, de sus tascas, de sus pensiones, de sus cines, de las putas, de los travestis, de lugares que uno ha recorrido mil veces y que ya no son. Dan ganas de ir con el libro en la mano y recorrer esos lugares, como si fuera realmente una Travel Guide, a ver qué queda. Seguramente nada.
Una Barcelona delimitada, peligrosa, mestiza, autóctona, auténtica, y muy falsa. Donde los ricos son muy ricos pero saben que las cosas se resuelven como en una tasca, a ostias, a navajazos, y luego chitón. Y los pobres tienen que esquivar las ostias como puedan. Y el día que puedes sacar la oreja... tranquilo que te están esperando.
Ya está uno deseando bajarse en Arc de Triomf y, libro en mano, iniciar esa ruta de tascas en busca de cariñenas, cafés con mosca y... cosas que no se pueden reproducir aquí.
Muy, pero que muy recomendable. Y si eres periodista... pues no te cuento. Porque eso es otro cuento.
Las calles de nuestros padres es otro libro que está protagonizado por el agente Méndez. Y es otro libro en el que Barcelona es la protagonista. Ya me conocen, los libros de Mendoza, Vázquez Montalbán, Marsé o Casavella, no me gustan por su intriga que también, si no por que hablan de Barcelona y no se entienden de la misma manera si uno vive aquí. Los libros de González Ledesma hablan de lo mismo y rizan el rizo con el periodismo, porque González Ledesma fue un periodista de los de la vieja escuela. Y habla de eso, y mucho.
Bueno. El libro es una Lonely Planet de una Barcelona que ya no está. Y si lo está debe ser muy, pero que muy escondida y uno, infeliz, no sabe verla ya. Y cuando estuvo tampoco estuvo al loro, que eso también. Una Barcelona reducida al espacio que va del Paralelo o Poble Sec a Via Laietana (como mucho hasta Passeig Sant Joan) y desde Plaza Catalunya hasta el mar. Las historias nunca se deciden finalmente en ese espacio, porque esa Barcelona no tiene nada, pero las historias pasan allí. En este caso, el libro habla de una muerta, una secretaria involucrada en manejos de finanzas en manos de gente turbia que lo mismo abre una caja fuerte, que encarga palizas, que se presenta a las elecciones, que viola a una menor. Todo eso pasa. Le puede pasar a cualquiera, en Barcelona también. Pero ya no pasa. De hecho la moraleja del libro es que ya no pasa. Que pasa, pero que no te vas a enterar.
Méndez investiga, pero también lo hace un periodista llamado Carlos Bey, o un desgraciado periodista también llamado Amores, o un abogado llamado Sergi Llor, que me figuro que serán personajes de carne y hueso muy reales pero con nombres cambiados. Y todo el mundo habla de las calles de Barcelona, de sus bares, de sus tascas, de sus pensiones, de sus cines, de las putas, de los travestis, de lugares que uno ha recorrido mil veces y que ya no son. Dan ganas de ir con el libro en la mano y recorrer esos lugares, como si fuera realmente una Travel Guide, a ver qué queda. Seguramente nada.
Una Barcelona delimitada, peligrosa, mestiza, autóctona, auténtica, y muy falsa. Donde los ricos son muy ricos pero saben que las cosas se resuelven como en una tasca, a ostias, a navajazos, y luego chitón. Y los pobres tienen que esquivar las ostias como puedan. Y el día que puedes sacar la oreja... tranquilo que te están esperando.
Ya está uno deseando bajarse en Arc de Triomf y, libro en mano, iniciar esa ruta de tascas en busca de cariñenas, cafés con mosca y... cosas que no se pueden reproducir aquí.
Muy, pero que muy recomendable. Y si eres periodista... pues no te cuento. Porque eso es otro cuento.
lunes, 2 de junio de 2014
Moneda de cinco pesetas
En las monedas de cinco pesetas. Un duro. Una cara. Ahora se hace patente que se necesita un cambio. Un cambio en la cara de la moneda. Las monedas ya no llevan la cara del Rey. El Rey. Escritura automática. Nosotros agotamos los modelos, necesitábamos un cambio, un giro, un golpe de timón. Los opinadores nos van a ir haciendo digerible y explicable que, si, que la principal institución del Estado necesitaba savia nueva y que, ahora, se ha tomado la decisión correcta. Por norma general, en este país se toman siempre las decisiones correctas. Se toman las decisiones y todo el mundo considera que son correctas. Un señor que está mayor y que detenta el más alto puesto institucional del Estado porque así lo quiere Dios, la Constitución y nuestra voluntad de no querer otra cosa. Juro por Dios y por los Santos Evangelios. La idea del rey no era el continuismo. En el anterior Régimen. El Rey se va. Este señor al que denominamos Rey se va, o le han dicho que se vaya ya, o se ha tomado el acuerdo de que se aparte porque se necesita a alguien joven y dinámico que pueda salir en la tele todo el rato sin que la gente se muera de risa.
Necesitamos caras nuevas, gente que venda, el Rey ya no es tan guapo y tan alto como antes. Necesitamos que haya una cara nueva, no vaya a ser que tengamos que enfrentarnos a otra cosa. Ahora, no sé por dónde íbamos, su Majestad cede el paso a otra persona, que es su hijo. Con este perfil. Con este curriculum. Su hijo. El hijo, no la hija mayor, el hijo. No otra persona que hayamos decidido que... no, su hijo.
Vamos a leerlo otra vez. Ay, ya lo han dicho, republicano juancarlista. Todo va bien, todo nos va bien. Es maravilloso. Pese a todo, el Rey pasa a la historia como la persona que trajo la Libertad. Ojo.
Vamos a leerlo otra vez. El Rey, una persona que se llama Juan Carlos, máxima autoridad del Estado, decide que lo deja y entonces hacemos una ley para que sea el hijo el que le suceda en el cargo. Es lo más normal del mundo. Es algo que es así.
Moneda de cinco pesetas. El rey de España. Casi nada. Ya no irá el presidente del gobierno sólo al Mundial, ya no tendremos esa angustia sobre si le dará la copa éste o aquel al que gane la liga de baloncesto. El rey de España. El rey de España inaugurando hospitales. El rey de España recibiendo los halagos y parabienes de la masa que ve, al fin, encarnadas en una figura joven y preparada, la esperanza de un porvenir mejor. Felipe. Felipe como el nuevo nombre de moda. Felipe. Pablo. Felipe. Pablo. La gran esperanza de un porvenir mejor. Felipe entrando en el palacio de Marivent y la gente apiñándose para aplaudir a rabiar. Letizia majestuosa, con personalidad, preparada, siempre atenta, una mujer para un Rey. El rey de España. No hay nada más bonito en el mundo. Se están preparando los mecanismos para que todo sea fluido y nadie se entere. Que nadie se alarme. Se mantiene la agenda. Se mantiene todo.
Felipe abrirá una nueva esperanza de paz y concordia y de cenas de nochebuena esperando a ver qué dirá el nuevo amo. Amito. Qué quieres. Amito. Lo que gustes. Amito, qué guapo con barba. Amito. Qué guapo sin barba. Hoy el rey no tiene agenda. Como yo.
Monedas de cinco pesetas. Es hora de un nuevo consenso, de una nueva alianza de los españoles en torno a la figura del nuevo monarca. Olvidemos el pasado, encaremos el futuro. Peladillas en las comuniones. Este nuevo tiempo de transición que debe servir para forjar esa unión entre todos.
Me estoy empezando a encontrar realmente mal. No tengo ninguna bandera republicana en casa para sacar al balcón. Asómate morena.
Concordia, orden, savia nueva, el nuevo felipismo.
Viva la República.
Necesitamos caras nuevas, gente que venda, el Rey ya no es tan guapo y tan alto como antes. Necesitamos que haya una cara nueva, no vaya a ser que tengamos que enfrentarnos a otra cosa. Ahora, no sé por dónde íbamos, su Majestad cede el paso a otra persona, que es su hijo. Con este perfil. Con este curriculum. Su hijo. El hijo, no la hija mayor, el hijo. No otra persona que hayamos decidido que... no, su hijo.
Vamos a leerlo otra vez. Ay, ya lo han dicho, republicano juancarlista. Todo va bien, todo nos va bien. Es maravilloso. Pese a todo, el Rey pasa a la historia como la persona que trajo la Libertad. Ojo.
Vamos a leerlo otra vez. El Rey, una persona que se llama Juan Carlos, máxima autoridad del Estado, decide que lo deja y entonces hacemos una ley para que sea el hijo el que le suceda en el cargo. Es lo más normal del mundo. Es algo que es así.
Moneda de cinco pesetas. El rey de España. Casi nada. Ya no irá el presidente del gobierno sólo al Mundial, ya no tendremos esa angustia sobre si le dará la copa éste o aquel al que gane la liga de baloncesto. El rey de España. El rey de España inaugurando hospitales. El rey de España recibiendo los halagos y parabienes de la masa que ve, al fin, encarnadas en una figura joven y preparada, la esperanza de un porvenir mejor. Felipe. Felipe como el nuevo nombre de moda. Felipe. Pablo. Felipe. Pablo. La gran esperanza de un porvenir mejor. Felipe entrando en el palacio de Marivent y la gente apiñándose para aplaudir a rabiar. Letizia majestuosa, con personalidad, preparada, siempre atenta, una mujer para un Rey. El rey de España. No hay nada más bonito en el mundo. Se están preparando los mecanismos para que todo sea fluido y nadie se entere. Que nadie se alarme. Se mantiene la agenda. Se mantiene todo.
Felipe abrirá una nueva esperanza de paz y concordia y de cenas de nochebuena esperando a ver qué dirá el nuevo amo. Amito. Qué quieres. Amito. Lo que gustes. Amito, qué guapo con barba. Amito. Qué guapo sin barba. Hoy el rey no tiene agenda. Como yo.
Monedas de cinco pesetas. Es hora de un nuevo consenso, de una nueva alianza de los españoles en torno a la figura del nuevo monarca. Olvidemos el pasado, encaremos el futuro. Peladillas en las comuniones. Este nuevo tiempo de transición que debe servir para forjar esa unión entre todos.
Me estoy empezando a encontrar realmente mal. No tengo ninguna bandera republicana en casa para sacar al balcón. Asómate morena.
Concordia, orden, savia nueva, el nuevo felipismo.
Viva la República.
domingo, 1 de junio de 2014
Primavera Sound - Sábado
Redención. Justo cuando parecía que el crepúsculo de nuestra vida asomaba el hocico y nos decía: volved a casa, mirad una peli, escuchad música en una cena con vuestros amigos... remontamos el vuelo y despedimos este simpático festival del Primavera Sound con una marathón de música de unas doce horas que ríete tú de...
Empezamos con la visita reglamentaria al bar, con su cerveza y su tequilita y su siempre cariñosa despedida del propietario y de su familia. Hasta el año que viene... pero si vivís en Santa Coloma... ya, pero... a saber cuándo vamos a volver por la Rambla Prim. Vamos deprisa que tenemos que ver a los Television y ya seguro que nos comemos medio concierto. Pese a que elabel considera que hemos llegado de puta madre, yo creo que nos hemos comido un par de canciones. Television viene a tocar el Marquee Moon enterito. El Marquee Moon es uno de esos discos que todos los niños y niñas deben escuchar alguna vez en la vida para saber qué es eso de tocar bien. Un disco mayúsculo. Tocan las canciones desordenadas y se dejan para el final Torn Curtain y Marquee Moon. Hay una disputa por saber cuál de las dos es mejor. Hay mucha gente, se está bien en el solete y hay buen ánimo en las filas. Ha venido elOscar con su hijo elArnau, que tiene trece años y que viene a ver a Kendrick Lamar. Un rapero. Es aparecer el niño y todos volcarnos con él. Que si escucha esta que si que es buena, que si esta si que es guapa, que si esta mola más... y así. Termina el concierto y cagando ostias a ver a Caetano Veloso.
Ojito con la maratón. Llegamos y Caetano ya lleva una canción al menos. Caetano Veloso en directo, con la banda de su hijo, se supone que va a hacer un concierto rockero. Si va a hacerlo, yo espero que toque muchas cosas antiguas, pero no. Toca cosas que no conozco casi nada, y aún así molan mucho. Un conciertazo. Caetano Veloso tiene un cerro de años pero hace cosas que aquí, a su edad, creo que no hace nadie. De las que conozco toca Triste Bahía, cancionón aunque la acorta un poco. Un cancionón. Hay brasileñas entre el público y no hablaré de ello si no es en presencia de mi abogado. Toca la del Pan de Azúcar del Joia y para el bis la de la serie Tieta. Conciertazo, la verdad. Se queda uno con las ganas de haberle escuchado otro repertorio, pero nos hemos dicho que no vamos a ser exigentes, que nos va a dar igual todo y que hay que luchar. Bueno, sigamos.
De ahí nos volvemos por donde habíamos venido para ir a ver al tal Kendrick Lamar. Concierto de hip hop. Cuidado. No tenemos ni idea de nada. Cuidado. Vamos a ver. Cuando llegamos no hay mucha gente, no ha empezado, colamos al chaval en la zona VIP que resulta que no es tal zona VIP y que la han puesto ahí por dios sabe qué... Dejamos alabel, aloscar y alarnau en el concierto, en la zona vip, y nos salimos fuera contemplar el tema desde una perspectiva objetiva. El concierto a mí no me dice mucho, el muchacho no tiene mucho salchipirri que digamos, la banda que lleva no suena ni bien ni mal, y tiene unos bajos que se te meten en el esternón y... pero oye, a la gente le mola y el sonido es atronador. Y hay un huevo de gente. Pero un huevo grande. Termina el concierto y eloscar se quiere quedar a ver a Nine Inch Nails. Mi hermano apuesta por Seun Kuti. Dividimos la banda. No volvemos a ver aloscar y alarnau.
Seun Kuti debe ser otro hijo de Fela Kuti, el rey del Afrobeat. Y el concierto va de Afrobeat. Y ya está. Seun Kuti hace lo que hacía el padre, canta, toca el saxo, se quita la camisa y se queda medio en cueros... las coristas le ponen a uno tontorrón. La música es un festivalaco, a toda ostia, todo ritmo, pam pam pam, aunque no te guste o no lo entiendas. Va a degüello todo el rato. A tumba abierta. A muerte. Venga. Está ya uno que no puede despegar los pies del suelo pero resiste como un campeoncito. Cuando termina tenemos ahí un periodo de duda. Qué hacemos. Estamos en una media altísima de aciertos hoy. Cuatro conciertos y seguimos para bingo. Objetivo: Quedarnos hasta las 4 de la mañana a ver a los Za!
Para cumplir ese objetivo tenemos que ir a la parte fría del festival. A la parte heladora del festi. ¿Hemos comido ya? Vamos a comer. ¿O habíamos comido ya? Qué lagunaca.
Al fresquito. Allí vemos a una tal Helen Love. No la conocía de nada. Me parece una jovenzuela acompañada por un teclado y una guitarra eléctrica, que meten chumba chumba pero oye, me molan. Son muy ramoneros. Resulta que no es tan jovencita porque dicen elchristian y laana que están por allí que tiene a la hija detrás. Jopo.
Termina y al escenario de al lado a ver a los Ty Segall. Muy buen concierto de un grupete de rock que ya está uno casi olvidándose de cómo suena el rock en un escenario. Muy bien. Oye, a todos nos está gustando todo, esto está la mar de bien. Cuánto quorum. Parecemos Podemos.
Al otro escenario que empiezan los Za!. Un concierto de Za! en tiempos, era una experiencia tremenda, pero ahora, la cosa... que dios me perdone, pero veo ya demasiadas maquinitas y al final prácticamente se pasan el concierto con los cacharretes y no tocan. Que si, que muy bien y que todos somos de dios, pero a mí me parecía que la gracia estaba en otro lado. Recuerdos para los de Can Vies, en dos idiomas, y un concierto más. Me duele ya hasta el pelo.
Son las cinco o así, nos deberíamos ir. Pero... el horror. Entramos en una espiral de 'nos vamos, pero no nos queremos ir'. Dos horas dos. Dos horas dos deambulando entre chumba chumba. Dos horas dos, escuchando a alguien que creemos que es djcoco y no lo es. Dos horas en las que nos vamos a ve al djcoco y aquello es la marabunta de gente. Qué fotazas de escenario lleno de gente, pero mejor una foto de lalíder en plan crepúsculo o amanecida, que ya no me acuerdo.
Veredicto, no vamos. Nos vamos, nos vamos. Nos vamos. El año que viene habrá que volver. Por que no se diga. Pero vamos a tener que reflexionar sobre el cómo y el por qué. Porque uno así no puede vivir. Un día estamos de morros, al otro día esto es un no parar... sea como sea... hasta el año que viene.
Empezamos con la visita reglamentaria al bar, con su cerveza y su tequilita y su siempre cariñosa despedida del propietario y de su familia. Hasta el año que viene... pero si vivís en Santa Coloma... ya, pero... a saber cuándo vamos a volver por la Rambla Prim. Vamos deprisa que tenemos que ver a los Television y ya seguro que nos comemos medio concierto. Pese a que elabel considera que hemos llegado de puta madre, yo creo que nos hemos comido un par de canciones. Television viene a tocar el Marquee Moon enterito. El Marquee Moon es uno de esos discos que todos los niños y niñas deben escuchar alguna vez en la vida para saber qué es eso de tocar bien. Un disco mayúsculo. Tocan las canciones desordenadas y se dejan para el final Torn Curtain y Marquee Moon. Hay una disputa por saber cuál de las dos es mejor. Hay mucha gente, se está bien en el solete y hay buen ánimo en las filas. Ha venido elOscar con su hijo elArnau, que tiene trece años y que viene a ver a Kendrick Lamar. Un rapero. Es aparecer el niño y todos volcarnos con él. Que si escucha esta que si que es buena, que si esta si que es guapa, que si esta mola más... y así. Termina el concierto y cagando ostias a ver a Caetano Veloso.
Ojito con la maratón. Llegamos y Caetano ya lleva una canción al menos. Caetano Veloso en directo, con la banda de su hijo, se supone que va a hacer un concierto rockero. Si va a hacerlo, yo espero que toque muchas cosas antiguas, pero no. Toca cosas que no conozco casi nada, y aún así molan mucho. Un conciertazo. Caetano Veloso tiene un cerro de años pero hace cosas que aquí, a su edad, creo que no hace nadie. De las que conozco toca Triste Bahía, cancionón aunque la acorta un poco. Un cancionón. Hay brasileñas entre el público y no hablaré de ello si no es en presencia de mi abogado. Toca la del Pan de Azúcar del Joia y para el bis la de la serie Tieta. Conciertazo, la verdad. Se queda uno con las ganas de haberle escuchado otro repertorio, pero nos hemos dicho que no vamos a ser exigentes, que nos va a dar igual todo y que hay que luchar. Bueno, sigamos.
De ahí nos volvemos por donde habíamos venido para ir a ver al tal Kendrick Lamar. Concierto de hip hop. Cuidado. No tenemos ni idea de nada. Cuidado. Vamos a ver. Cuando llegamos no hay mucha gente, no ha empezado, colamos al chaval en la zona VIP que resulta que no es tal zona VIP y que la han puesto ahí por dios sabe qué... Dejamos alabel, aloscar y alarnau en el concierto, en la zona vip, y nos salimos fuera contemplar el tema desde una perspectiva objetiva. El concierto a mí no me dice mucho, el muchacho no tiene mucho salchipirri que digamos, la banda que lleva no suena ni bien ni mal, y tiene unos bajos que se te meten en el esternón y... pero oye, a la gente le mola y el sonido es atronador. Y hay un huevo de gente. Pero un huevo grande. Termina el concierto y eloscar se quiere quedar a ver a Nine Inch Nails. Mi hermano apuesta por Seun Kuti. Dividimos la banda. No volvemos a ver aloscar y alarnau.
Seun Kuti debe ser otro hijo de Fela Kuti, el rey del Afrobeat. Y el concierto va de Afrobeat. Y ya está. Seun Kuti hace lo que hacía el padre, canta, toca el saxo, se quita la camisa y se queda medio en cueros... las coristas le ponen a uno tontorrón. La música es un festivalaco, a toda ostia, todo ritmo, pam pam pam, aunque no te guste o no lo entiendas. Va a degüello todo el rato. A tumba abierta. A muerte. Venga. Está ya uno que no puede despegar los pies del suelo pero resiste como un campeoncito. Cuando termina tenemos ahí un periodo de duda. Qué hacemos. Estamos en una media altísima de aciertos hoy. Cuatro conciertos y seguimos para bingo. Objetivo: Quedarnos hasta las 4 de la mañana a ver a los Za!
Para cumplir ese objetivo tenemos que ir a la parte fría del festival. A la parte heladora del festi. ¿Hemos comido ya? Vamos a comer. ¿O habíamos comido ya? Qué lagunaca.
Al fresquito. Allí vemos a una tal Helen Love. No la conocía de nada. Me parece una jovenzuela acompañada por un teclado y una guitarra eléctrica, que meten chumba chumba pero oye, me molan. Son muy ramoneros. Resulta que no es tan jovencita porque dicen elchristian y laana que están por allí que tiene a la hija detrás. Jopo.
Termina y al escenario de al lado a ver a los Ty Segall. Muy buen concierto de un grupete de rock que ya está uno casi olvidándose de cómo suena el rock en un escenario. Muy bien. Oye, a todos nos está gustando todo, esto está la mar de bien. Cuánto quorum. Parecemos Podemos.
Al otro escenario que empiezan los Za!. Un concierto de Za! en tiempos, era una experiencia tremenda, pero ahora, la cosa... que dios me perdone, pero veo ya demasiadas maquinitas y al final prácticamente se pasan el concierto con los cacharretes y no tocan. Que si, que muy bien y que todos somos de dios, pero a mí me parecía que la gracia estaba en otro lado. Recuerdos para los de Can Vies, en dos idiomas, y un concierto más. Me duele ya hasta el pelo.
Son las cinco o así, nos deberíamos ir. Pero... el horror. Entramos en una espiral de 'nos vamos, pero no nos queremos ir'. Dos horas dos. Dos horas dos deambulando entre chumba chumba. Dos horas dos, escuchando a alguien que creemos que es djcoco y no lo es. Dos horas en las que nos vamos a ve al djcoco y aquello es la marabunta de gente. Qué fotazas de escenario lleno de gente, pero mejor una foto de lalíder en plan crepúsculo o amanecida, que ya no me acuerdo.
Veredicto, no vamos. Nos vamos, nos vamos. Nos vamos. El año que viene habrá que volver. Por que no se diga. Pero vamos a tener que reflexionar sobre el cómo y el por qué. Porque uno así no puede vivir. Un día estamos de morros, al otro día esto es un no parar... sea como sea... hasta el año que viene.