Cuando salió nos dijo que todo era maravilloso. Estábamos todos expectantes, nerviosos, nos habían dicho que teníamos que estar allí a las ocho de la mañana y a las siete menos cuarto ya nos agolpábamos en la puerta de la fábrica. Apareció a las ocho un empleado y nos dijo que teníamos que nombrar a un delegado para que entrase y le pudieran explicar lo que se nos pedía. Nos pusimos de acuerdo y finalmente elegimos a Uruk para que nos representase, porque sabía hablar mucho más fluidamente que nosotros y, además, era mucho más simpático que Fernández, que llevaba más tiempo allí pero tenía malas pulgas.
El tiempo que estuvo allí dentro, lo pasamos la mar de bien. No sé, fueron dos horas y algo las que Uruk estuvo con esa gente hablando. Durante ese tiempo, al principio nadie se atrevía a decir nada, pero finalmente un italiano empezó a hacer chistes sobre lo acojonados que estábamos con el tema y ya se unió a él un portugués, otro español y al final todos, en un alemán pésimo, nos fuimos animando. En un momento, Hari, que venía conmigo, dijo que 'estaría bueno que ahora Uruk, cuando salga, nos diga que lo del trabajo es una mierda y que después del madrugón no vale para nada. Como para pegarle fuego a la fábrica.'. Hubo un cierto revuelo, porque la gente no quería hacer comentarios que provocasen que nos echaran de allí, o que el guardia de la puerta lo escuchara y se pusiera tonto. Pero a todos nos ensombreció un poco el ánimo.
Al final, Uruk salió y nos pidió unos segundos para hablar. 'Todo es fantástico. Nos quieren coger a todos, nos pagarán catorce pagas y nos darán un mes de vacaciones. Dicen que quieren abrir una planta nueva en el descampado de aquí al lado, pero que la incorporación sería inmediata, que nos enseñarían primero cómo se trabaja y luego nos mandarían a la planta nueva. El encargado, el señor Schnabel, es un tío muy majo. Me ha preguntado que de dónde soy y cuando le he dicho que era turco me ha dicho que ha estado de vacaciones en Grecia y que nos parecemos mucho a los griegos, me lo he quedado mirando sin entender si estaba hablando en serio o en broma, pero me ha dado igual, le he sonreído y ya está. Me han estado enseñando la fábrica y es alucinante. Qué limpio. No se oye casi nada. Parece que están en una biblioteca, más que en una fábrica. Todo el mundo muy uniformado y muy bien. Me han dicho, que tenemos que estar aquí ya mañana a las ocho otra vez, que no nos preocupemos por el vestuario porque ellos nos lo van a dar todo. Que tenemos que traer los papeles y los documentos que tengamos y que nos darán unos carnets y unas tarjetas para que nos identifiquen. Me han dicho que proponga a cinco de vosotros como delegados o subdelegados para que hagan de enlace con la empresa, bueno, que ya seremos todos de la empresa, y que les harán un examen para ver si pueden hacer ese trabajo. Que nos tenemos que sindicar. Que no tengamos miedo porque eso tenga consecuencias en el pueblo, porque nos van a sindicar a todos y en nuestros países ellos ya lo saben. No sé. Estoy muy contento, amigos. Mañana empezamos a trabajar'.
Nos fuimos a casa y estuvimos bailando y riendo durante todo el día y toda la noche. Al día siguiente nos volvimos a encontrar todos otra vez en la puerta de la fábrica. Se acercó a hablarme Hari un momento, pero no sé porqué, no me apetecía hablar con él.
Y ¿quién era Hari? ...
ResponderEliminarVente pa Alemania, Pepe.
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