No tiene que ver con nada en especial, pero por motivos que se nos escapan y casualidades varias, nos ha llegado desde Cardedeu un texto de un tal Josep Ramon Asdetrons, que nos ha llamado mucho la atención. El texto se titula 'La conquista de América' y lo hemos traducido del catalán como buenamente hemos podido. Disculpen los errores.
'Mi tatarabuelo, Nicèfor Asdetrons i Plumeta, había llegado al límite de sus fuerzas. Su vida en el pueblo, en Vilajoana del Mont, ya no tenía sentido. Le habían echado de todos los trabajos, los propietarios de las tierras ya no le contrataban, los amables tenderos no le ofrecían ningún empleo pese a su apostura y buenos modales, en el pequeño taller artesano de espardenyas no lo querían coger ni para abrir y cerrar la puerta. Su futuro se había truncado el día en el que empezó a cuestionarse algunas cosas que parecían inamovibles en el modo de vida de sus paisanos. Nada especialmente relevante, simplemente no seguir los ritmos pautados, ir más deprisa, más despacio, levantarse algo más tarde, levantar demasiado la voz, sentarse en sitios en los que no se debía, suspirar por la persona equivocada, discutir con alguien que tenía posesión de la verdad de todas todas, beber licores de esos que nadie repara que pueden pedirse en la barra de los bares, leer libros que decían cosas que no llevaban a ningún sitio en concreto y no se dedicaban a ensalzar la figura de un mártir o héroe supuestamente popular. De todas esas pequeñas acciones se concluía una sola, Nicèfor Asdetrons no tenía futuro. Y tuvo que plantearse que, pese a que no era especialmente infeliz, notaba que hacía sentirse incómodo a los demás. Prudente y generoso, optó por largarse. Buen viento y barca nueva.
Como su taranná no era convencional ni mucho ni poco, no escogió la más trillada de las salidas en aquellos tiempos, que ahora tampoco voy a detallar cuando debería haberlo hecho más arriba y ya es tarde por lo que tendré que seguir adelante y ya me lo dirán en misas. De poder irse a la Argentina o al Uruguay, destino habitual de los montsinos, Nicèfor Asdetrons, mi tatarabuelo prefirió los Estados Unidos, pese a no tener ni idea de inglés, cosa que tampoco amilanaba a tantos y tantos Europeos que sí que escogieron ese camino y que en cambio nadie se esfuerza en calificar como valientes por el hecho de elegir un país sin un idioma afín. Creo que se me entiende cuando digo esto, ¿no?
Bien. Al llegar a Nueva York, mi tatarabuelo Nicèfor Asdetrons se planteó buscar trabajo en alguna de las múltiples e ilusionantes empresas que entonces, en ese entonces que ahora me cuesta introducir, florecían en América. Una empresa de bebidas le contrató como probador.
La empresa es la hoy conocida como Cocacola, que en aquel tiempo también se llamaba así, aunque su importancia era manifiestamente inferior. Mi tatarabuelo Nicèfor Asdetrons fue de los primeros en saborear el dulce y chispeante sabor (¿?) de la bebida que hoy vuelve locos a niños y mayores. Sus primeras experiencias con la bebida fueron un tanto dolorosas y le provocaron algún que otro mal de cabeza, pero poco a poco fue saliendo adelante y en tanto que fue el primer probador homologado que catalogó el sabor estándar de la Cocacola, recibió durante el resto de su vida una paga excelsa y las mejores consideraciones por parte de los amos de la casa. Pero él seguía siendo una persona rara y aunque los americanos son infinitamente agradecidos con los raros y excéntricos, mi tatarabuelo tenía una deuda pendiente.
Con un capital considerable y ganas de jarana, Nicèfor Asdetrons volvió a su pueblo con la sana intención de montar una sucursal de la Cocacola.
Pero de todos es sabido que el que se fue y vuelve con cosas que aportar es mal recibido si todavía queda memoria entre sus paisanos. Nicèfor Asdetrons i Plumeta vio fracasar su empresa por el empeño de quienes no olvidaban que un día les discutió, suspiró, ralentizó, sonrió y aquí o en Pamplona, ni se perdona ni olvida.
Olvido (y ya es mucho olvidar) decir que mi tatarabuelo Nicèfor Asdetrons i Plumeta se casó en Vilajoana del Mont con una muchacha de origen humilde, familia retirada suya, llamada Remei Dalt Dabaix y que, pese a que por no se sabe por qué demonios, todos en mi familia somos rubios como la cerveza, no tiene nada que ver con la estancia de mi tatarabuelo en América, ni mi tatarabuela Remei era americana como se rumoreó para malmeter ni nada de eso.
En mi casa oímos hablar de Vilajoana del Mont y nos encendemos. Mi tatarabuelo volvió a Estados Unidos, tuvo dos hijos y estos hijos unos nietos y uno de ellos un hijo más que es mi padre que es Delegado de la Cocacola y que fue trasladado aquí, a Barcelona, y tan feliz.
Muchas gracias por su atención ¿eh?
Yo cuando bebo cosas con gas se me suben las burbujas a la nariz.
ResponderEliminarMenudo árbol genealógico tiene usted, monsieur. Y yo que le hacía más de pepsi!
ResponderEliminarFeliz día
Bisous