En un primer momento no parecían tenerlo demasiado claro, o al menos esa impresión daban, pero el Club de Programadores de Videogames y Apps para Móviles quisieron llevar a cabo una iniciativa para montar una plataforma de Amigos del Juego. Una iniciativa ambiciosa que en principio parecía contar con la aprobación de la Asociación de Amigos de los Juegos de Mesa, que llevaban una trayectoria más o menos exitosa y que vieron en esta asociación con el Club de Programadores de Videogames y Apps una muy buena oportunidad para consolidar un proyecto que englobase a todo tipo de personas que tuvieran pasión por el juego. Pero no a todas. Quedaron fuera de esta iniciativa, tanto la Casa de Jugadores de Naipes como el Círculo de Antiguos Juegos, que solían por su parte tener una cierta tendencia a juntarse en los mismos espacios y organizar muchos acontecimientos y encuentros de manera conjunta. Estas dos entidades antes habían formado parte de la muy venerable Casa Unificada de Juegos Reunidos, pero por desavenencias conceptuales en cuanto a la asuntos como, por ejemplo, si jugar con dinero era jugar o era vicio, habían ido separándose hasta llegar a tal punto de discordia de formarse dos asociaciones distintas. Pero lo que hacen las cosas, sin poder estar, estaban, y sin poder ser, eran. La Asociación de Amigos de los Juegos de Mesa consideraba a esas dos asociaciones una reliquia del pasado, unos vendidos que habían tenido y tenían relación con la Federación de Jugadores Varios, entidad que prácticamente había monopolizado el mundo de los juegos y los jugadores durante décadas y que ahora estaba perdiendo adeptos por que, ay, los nuevos tiempos habían puesto de moda las maquinitas y los cacharritos y todo lo otro estaba de capa caída. La Asociación de Amigos de los Juegos de Mesa tenía todavía el tirón de los juegos de Rol y compartían con el Club de Programadores de Videogames y Apps para Móviles una cierta visión del juego como algo moderno, nuevo, rompedor. Mientras tanto, tanto la Casa de Jugadores de Naipes como el Círculo de Antiguos Juegos, se movían en esquemas de un tiempo pasado y, aunque se esforzaban en parecer también aptos para los tiempos, no eran estimados por estas nuevas entidades. Pero, ¿sabían los unos y los otros realmente qué eran unos y otros? ¿Entendían el juego de la misma manera los programadores que los jugadores? ¿Los miembros de la Asociación de Juegos de Mesa, practicantes de juegos de matriz muy territorializada, tenían algo en común con el cosmopolitismo virtual de los jugadores de app? ¿No tendrían estos quizás más en común con los practicantes del ajedrez del Círculo de Antiguos Juegos? ¿A todos les parecía lo mismo el concepto de jugador? ¿Compartimos el concepto de juego?
Son interrogantes que se iban planteando así como en tropel. Piensen, cuántas preguntas fascinantes no encierra una iniciativa como esta. ¿Sabemos todos lo que es el juego? Durante un tiempo, cuentan, hubo reuniones clandestinas, oscuras, muy farragosas, entre estas cuatro entidades, junto con el Esplai de Jocs y la Aurora Boreal de Festes Populars, para ver si entre todos llegaban a un acuerdo que pudiera montar algo que pudiera contrarrestar la influencia de la Federación de Jugadores Varios. Pero no pudo ser.
Todo esto lo estoy contando así como muy por encima y sin tener mucha más información, porque a mí lo que me gusta es la meditación y las cosas esas del karma y tal. Que yo lo de jugar no lo tengo muy por la mano y sé que en cuanto empiece me vicio y la acabo liando.
Ya ve... La habitación Emperatriz y con el wáter separado con una cortina de ducha... Lujo asiático, je, je.
ResponderEliminarMire, toda esa gente a la que le gusta tanto jugar, al final, son los que precisamente no saben nada de juego. Son los más aburridos. Los sacas de su pantalla, de su partida, y no saben improvisar.
ResponderEliminarNo se eche al juego Tolya, mejor la droga, es más directo.
Los chinos son todos unos viciosos del juego. Y si no hay dinero de por medio no se juega.
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