Dentro de los muchos Clubs de Damnificados que vamos a fundar, uno de ellos será, sin duda, el Club de Damnificados por lo que Hace Dos Meses yo no sabía y ahora me doy cuenta, tete, de que era todo un engaño. Lluis Llach, que por ahí me ha venido el tiro hoy, dice que él también se siente engañado por Podemos, que le huele mal. No hace mucho, veíamos el vídeo de disolución del Procés en nuestra ciudad, en el que los damnificados también se sentían engañados al no ser el Procés lo que ellos pensaban y, ay, haberse involucrado en el apoyo a una opción política que no era la suya, no teniendo ellos una propia, pero si siendo cercanos a una que no era la que... me explico como el desto, pero el que la lleva la entiende. También hay damnificados, supongo, en el lado de quienes se parten la cara por el tema del TTIP y presentan mociones que meses antes habíamos presentado los locos de la colina y a la que después se sumaron con vehemencia y que, ay, ven cómo sus representantes en la Unión Europea les cuelan un gol por toda la espalda. Sobre el apoyo al referendum de los griegos, no vamos a hacer muchos más comentarios, pero hay también un club de damnificados de aquellos que piensan que se debería hacer una cosa y ven cómo sus representantes en la cúpula, ejem, dicen otra. O el Club de Damnificados de quienes prometieron revolución y por el momento lo están llevando todo con una discreción y silencio que más que Tracy Chapman la música de fondo parece de Enya. Enya también tenía su qué. Clubes de Damnificados también tenemos nosotros, no nos creamos que estamos libres. Por ejemplo, un Club de Damnificados por quienes una vez fueron y ya no son. Si reuniésemos a todos los que fueron y ya no son, podríamos reunir prácticamente un pabellón entero de ex. Ex de los nuestros de diferentes épocas. Si preguntas por alguien, por algún personaje, por alguna persona, muy posiblemente haya sido de los nuestros alguna vez. No dudaré un segundo en reconocer que, en el poco tiempo que llevo siendo parte de, también por acción u omisión, he provocado que haya un pequeño número de damnificados por, que me pertenece. Con lo mierder que soy y ya... Y no es para estar contento. Quizás un día el damnificado sea yo. Y así la cadena continuará hasta el infinito y damnificados seremos todos. Todos en alguna medida. Pero no estoy aquí para hablar de mí. ¿No? Además, qué coño, vamos a ganar, por que es la hora de ilusionar a la gente, como se pueda y con lo que se tiene. Y si no se tiene, se inventa. Y si no se sabe... pues se copia, se recicla, se fija uno y lo hace. No cuesta nada. No se pierde nada, porque vamos a ganar.
El asunto principal estriba en que tenemos ante nosotros la oportunidad de terminar, de manera cierta y efectiva, con el Govern del President Mas y toda la política nefasta para la 'ciudadanía-clases populares-los de abajo-los trabajadores-la gente-as you name it (lo pondría en latín, pero quién habla latín...)', que se ha venido llevando desde... ni me acuerdo. Y eso da miedito. Pero que dé miedito entre la derecha, sea nacionalista de aquí o de allá, vale. Pero que dé miedo entre quienes se condideran tan y tan de izquierdas que... es lo que no conjugo. Bueno, al menos hace un par de meses, todo esto de que Podemos fuera o no fuera, les importaba muy poco para las elecciones municipales, porque claro, los municipios son diferentes y tal, pero de repente oh, han descubierto que Podemos era, más o menos, como nosotros y eso no puede ser. Y ya no como nosotros, que nuestos nosotros son tan variados y diversos que podemos ser uno y trino a la vez, no, peor, como ICV. Maldita sea. Una candidatura de unidad popular (que no CUP), con mucha gente remando a favor y yendo, esta vez sí, en la ola buena, con fuerza y con ánimo de hacer lo que se ha hecho ya en Barcelona, Madrid y otros sitios donde parecía impensable y ha sido posible. Pero eso no mola. No mola que el debate se traslade, que deixem de parlar ras i curt de dónde está mi pasta, para decidir si queremos otra política o nos conformamos con sacar pañuelos blancos porque Guruceta ha pitado penalti. Es la hora de marcar la línea. Dónde estamos y dónde están. Quién está por hacer las cosas que no se pudieron hacer antes, ni siquiera hace dos meses, o simplemente quién no ha estado nunca por la labor y sigue mareando la perdiz poniendo excusas diversas para apoyar, de manera muy lícita, una opción que no va a cambiar nada más allá que hacer alardes de pureza y abrazos afectuosos con quienes trabajan realmente por el país. A mí me gustaría estar con el Club de Damnificados de los que hicieron lo posible para que esto cambiase de alguna manera. No hago mucho, pero doy el pego. No podemos perder a nadie por el camino. No me lo tengan en cuenta.
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