Vivir no es fácil. Incluso si nos lo tomamos como algo rutinario, sin complicaciones, sin más sobresaltos que no encontrar la tarjeta de crédito a la hora de pagar, puede presentar algunos problemas. Problemas de discurso, de entendimiento, de percepción de los mensajes. El pasado sábado, LET (Laboratori d'Experimentació Teatral) presentó la obra 'Un text, tres mirades'. Un texto de Rodrigo García interpretado por los mismos actores a partir de la visión de tres directores diferentes, Rafa Espada, Andreu Banús y Ana Pérez que, a su vez, desconocían el trabajo de cada uno de los otros hasta el mismo día del estreno. Los textos interpretados nos hablan de la vida, de cómo una frase dicha de una manera o de otra condiciona la recepción, de la crueldad de las personas y en concreto de los niños con algo tan bonito como es un pony, de cómo pierden significado frases muy trascendentes repetidas varias veces, de la mierda que comemos, de lo genial que es tener una vida dedicada a consumir, de que somos todos unos hijosdeputa, de que vivir, en definitiva, no debería ser tan difícil, pero lo es.
El Teatre Sagarra acogió este espectáculo presentando una entrada bastante generosa, teniendo en cuenta que en la sala de arriba, la sala Miquelet, Carro de Baco también presentaba una actuación, y Santa Coloma tiene 120.000 habitantes, pero hasta qué punto nos podemos permitir hacer coincidir dos obras, con intérpretes y direcciones colomenses a la misma hora... sólo el cielo lo sabe. Fuera como fuere, más de media entrada en el Teatre para ver cómo los actores se decían unos a otros lo que no está escrito, se autocalificaban de anormales, nos repetían una y otra vez frases dichas millones de veces, con las que nos reconocemos, revivían situaciones en las que nos hemos encontrado más de una vez o bien, conocemos a alguien que las ha vivido de la misma manera.
La vida es experimentar. Eso dicen. Hay que probarlo todo. También lo dicen. Desde una perspectiva más bien conservadora como la mía, la de una persona que no arriesga, me parece que el texto y las diferentes miradas de los autores vienen a coincidir en lo mismo. Para pasarlo bien o pasarlo mal, para tener una vida excitante o divertida, en realidad no tienes que hacer nada extraño. Estando, incluso queriendo pasar desapercibido, se ve uno obligado a hacer y decir cosas que ponen a prueba el devenir, el futuro, los acontecimientos, de una manera salvaje. Comprar, relacionarse, comer, relacionarse, comprar, ser un artista sin nada que decir pero con una gran vida social, comprar, tener relaciones, ser tonta, yerma, desgraciada, tonta, idiota, puta, anormal, gilipollas, tonta, comprar, tener relaciones, conquistar el corazón de una mujer a través del paladar, querer, comprar, todo eso, parece fácil y no lo es. Hasta que no te lo dicen no lo ves. Hasta que no te cuentan y lo ves, como se vio el sábado, que ir viviendo no es sencillo, no te das cuenta. Vivir es experimentar. Con la ropa que te pones, con los cambios de vestuario, con mantenerte en la vida, con hundirte en la vida, con que te gusten más o menos las frases que dicen los demás y pasarte la vida dejando claro que te gusta esa frase, que te la quedas... vivir parece fácil, pero hasta que no te lo dicen y no lo ves, no te das cuenta.
Sea como sea, LET consiguió que el público se riera, aplaudiera, reflexionara y se tomara la vida un poco menos en serio. O más en serio. A partir de tres miradas diferentes, una conclusión. Vivir no está mal, pero podríamos experimentar un poco más. Y todo esto no sé si contradice lo anterior. A ver si la vuelven a representar de nuevo y lo entiendo mejor. Y si no, me podría haber quedado en casa, por capullo.
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