Hay gente que es buena y hay gente que intenta ser buena. La presentadora de la ceremonia de entrega de los 14º Premis Climent Mur, Esther Romero, dijo algo así como que los seres humanos somos una especie que necesita valorar y que se le valore lo que hacemos. Hay gente que hace el bien, otra gente que dice que hace el bien. Los Premis Climent Mur los otorga el Area Cultural Oriol a personas que se han significado por el buen hacer hacia los demás. Ayer, en el Teatre Segarra, con una muy buena entrada de público, casi una decena de personas, algunas colomenses y otros de fuera, recibieron una bonita figura de un roble de cristal que viene a simbolizar la fortaleza pero también la fragilidad humana, en palabras de los organizadores.
Durante todo el acto, aproximadamente hora y algo, una chica disfrazada de ángel estuvo de pie en el portaequipaje (¿?) de una bicicleta. Heroica.
Cosas a tener en cuenta. El Teatre Segarra está muy bien pensado. Es una obra de ingeniería que, para alguien que sufre y hace sufrir con una herramienta cuales quiera en la mano, merece todo tipo de elogios. Pero, ay, si en otros espacios, engendros como las escaleras de tranco largo como las que suben a la Plaça de la Vila, son incómodas mas no lesivas, aquí, la cosa puede derivar en drama. Dos mujeres mayores se tambalearon como baldufas pero no llegaron a caer, víctimas de esos trancos que están y tú te crees que ya has dado el paso y no y zas. Una señora mayor, minutos después, sucumbió y dio con sus huesos en el suelo. Afortunadamente no pasó nada. Señoras mayores, público mayoritario en este evento de ayer. Empecemos a divagar. Señoras mayores. Algún que otro señor mayor. Señoras mayores. Las madres de dos compañeras mías del colegio estaban allí organizando a la gente, pendientes, ayudando a bajar. Ellas no son tan mayores, que deben tener la edad de mi madre. Mi madre es ya una persona mayor. Durante buena parte del acto pensé en acercarme al final a las dos mujeres y presentarme. 'Hola, soy el Toni, qué tal'. Jamás pasó.
El acto comienza con una breve presentación que da paso a la entrega de premios. Se hace todo de forma sencilla y sin grandes discursos. El presidente del Área Cultural Oriol es el señor Socías. La encargada de dar los premios por la parte institucional es la nosecuantos teniente de alcalde Petra Jiménez. Al acto acuden regidores de todo signo. De Ciutadans, de Podem, de Gent D'esquerres y una granada representación de regidores del equipo de Gobierno y técnicos varios.
Van apareciendo los y las galardonadas. Personas que se distinguen por su servicio en la comunidad, en la parroquia... ah, que no habíamos dicho que todo esto es un acto relacionado con la Iglesia. Oh. Pues ya llevaba yo casi medio texto hecho y no había dado indicación alguna de que todo esto es un acto en el que esta entidad, cristiana y católica, da sus premios con el nombre de Climent Mur, un colomense que se significó por su entrega para con los demás.
Ocurre lo siguiente. Como no es cuestión de decir que todo muy bonito, que todo muy verde botella y que la gente es buena y se acabó, ni tampoco empezar a despotricar y decir que si la Iglesia mucho de esto pero luego tal... diré que el lema de la entrega de premios era 'Acceptació joïosa de la realitat... per transformarla.
Acceptació joïosa de la realitat... per transformarla. Da que pensar. Aceptar alegremente la realidad, para transformarla. Resignación cristiana. No quiero ser dogmático. Hace unos años hubiera puesto el grito en el cielo y hubiera rajado por rajar. Los premiados han ido pasando y algunos han dicho alguna cosa al micro. La teniente de alcalde también hace un parlamento tan así, tan algodonoso, adhoc a esa aceptación de la realidad para transformarla que hace que alguna de esa gente mayor diga 'qué bonito lo que ha dicho'. La aceptación alegre (por traducir joïosa de alguna manera), de la realidad, no me gusta. Al final del acto, hay un espectáculo de canto y baile más o menos contemporáneo, sobre todo el baile, el canto no. El canto en primer lugar lo lleva a cabo un hombre a la guitarra que canta una canción que viene a ser un remedo del 'tú me has mirado a los ojos'. Has puesto en mí una llama. La gente baila y sonríe. Una chica sale a bailar como asustada, pero el ángel la toca y ríe y baila. El ángel baja de la bicicleta y baila también. La segunda canción y la tercera trasladan el mensaje de 'viva la gente'. La gente que vive y hace cosas y es fuerte. Nos gusta la gente que quiere, que se ilusiona, etc.
Aceptación alegre de la realidad. La realidad es tan mierda que me da repelús que alguien pueda mirarla a la cara aceptándola y a partir de ahí a ver qué se puede hacer. No me gusta. Ya lo he dicho. No me gusta la realidad. No me gusta prácticamente nada de la realidad. A veces me gustan más las personas que dudan, que se pierden, que no lo ven claro, que se hunden, que no se conforman y que discuten consigo mismo el porqué de todo que el que le pone a todo una sonrisa y placidez. No soy una persona positiva, desconfío del que lo ve todo posible, de una filosofía de vida que busca el algodón, la curación de la herida sin remediar el... me lío, porque yo tampoco lo tengo muy claro. Las canciones que cantan hacen que me revuelva en mi asiento. Son bonitas, agradables, la gente baila, sale a bailar, unos con otros, todos con uno. La alcaldesa no ha podido venir al acto. No sé si la hubieran sacado a bailar. Todo está bien y todo fluye. Hay gente que lo pasa mal, pero hay gente que es bondadosa y se dedica a paliar ese mal.
Yo no soy buena gente. El hecho mismo de sacarle punta a un acto como el de ayer, me señala. Otros pueblos, otras gentes. Gente que cree hacer el bien aceptando la realidad. Yo no lo veo. Transformar o paliar. Poner parches a las ruedas pinchadas o pegarle fuego al coche.
Acaba el acto y hay copa de cava 'como todos los años'. No nos quedamos. Hay un acto en la plaça de la Vila. Otra mujer asesinada. Somos muy poquitos. Si miras de lejos parece que no haya ni concentración. Aceptación alegre de la realidad. Esta tarde hay otra concentración porque no dejan de matar a mujeres. Aquí. A las ocho y media esta vez.
No me da la gana aceptar la realidad y sonreir. Guerra al frío.
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