Nos volvieron a reunir a todos. El mísmísimo presidente de Rusia y el de los Estados Unidos, junto al de la Unión Europea, así como el primer ministro de cada uno de nuestros países estaban en línea, mediante una transmisión simultánea, dispuestos a decirnos una cosa bastante importante. Importantísima. Comenzó hablando el primer ministro ruso, porque total, habíamos salido de Rusia. El mensaje fue muy claro. 'Nos gastamos mucho dinero en esto del espacio como para dejarlo en manos de unos tontitos que se enamoran y se desenamoran y se dedican a los juegos adolescentes. Dentro de un mes lanzaremos al espacio una nueva misión que les relevará. Son una vergüenza para sus países. Todos ustedes.' En términos parecidos, pero con una sonrisa que no sabía yo a qué venía, se expresó el americano. 'Todos comprendemos las extraordinarias circunstancias de presión a las que se ven sometidos ustedes, pero, entiendan que su comportamiento sobrepasa lo aceptable. Deben volver a la Tierra inmediatamente, antes de que se cometa una estupidez'.
Sobre lo que dijeron otros no voy a poner atención. El español, que era el que más me interesaba, porque a fn de cuentas si yo volvía a alguna parte era aquí, dijo más bien poco. Lo de siempre, que estaba de acuerdo con lo dicho, que era una vergüenza, que apoyaba lo que se comentaba y que pedía perdón en nombre de todos los españoles... Nos quedaba un mes allí y para casa. Que fuéramos haciendo lo que pudiéramos, pero que no quisiéramos tampoco hacer alardes, pruebas de valor, o intentar hacer más de lo debido en aras de quedarnos, porque ya estaba puesta en marcha la maquinaria, el dinero estaba puesto y no había manera de echarse atrás. Y nos íbamos todos.
El sueco, que no había hecho nada reseñable, ni se había enamorado de nadie, ni había sido objeto de la ira de Chovanek, escuchó todo lo que se dijo y cuando acabó la conexión, con la boca apretada, se fue a su habitáculo. No le dimos mayor importancia, porque él era así y no nos habíamos preocupado por él en ningún momento. Iba tan a su rollo que, claro, no nos dimos cuenta de que al pobre lo habíamos metido en una movida que le jodía la carrera a fondo sin comerlo ni beberlo.
Salió al día siguiente para hacer sus tareas, pero antes nos vino a proponer una cosa. Nos reunió a todos y nos dijo. 'Tengo una idea. Ya que nos vamos a tener que ir, digo yo que podemos hacer también lo que nos de un poco la gana. He pensado que podíamos hacer una excursión los seis por el espacio. No salir uno y luego el otro, no. Salir los seis, ir los seis fuera y darnos el gusto de estar todos juntos vagando por el espacio. Yo no he podido salir todavía. Creo que la alemana tampoco y no sé si Chovanek y el español. El español seguro que no. A fin de cuentas para qué iba a salir el español. Salgamos todos. Podemos hacerlo dentro de dos días. Lo organizamos y nos vamos de paseo No pasará nada'.
Que no va a pasar nada, pensé yo. Estás tú listo. Que no va a pasar nada, pensó el italiano. Estás tú listo, pensaría el italiano. Que no va a pasar nada, digo yo que pensó Chovanek. Estás tú listo. Que no va a pasar nada, pensó la rusa. Estás tú listo. Que no va a pasar nada, pensó la alemana. Estás tu listo.
Todos le dijimos que nos parecía una buena idea, una excelente idea, para intentar hacer las cosas de otra manera y al menos irnos con buen sabor de boca.
'Te vas a enterar'. No lo dije yo, ni lo dijo nadie. Pero...
Se masca la tragedia!!
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