Desde hace unos
días, en diversos grupos de amigos, compañeros y demás, nos asalta una pregunta
tras ver las imágenes de los campamentos de refugiados en Idomeni, Grecia, nos
remuerde la conciencia, nos jode vivos no poder hacer nada más que discutir qué
se puede hacer. ¿Qué podemos hacer? ¿Hacemos algo?
Escribo este
texto en caliente. Llevan toda la mañana hablando en la radio de los atentados
de Bruselas. Atentados que hasta el momento han costado decenas de muertos en
el corazón de la política europea, justo en unos días en los que se había
activado todo el protocolo de máxima seguridad tras la detención en Bélgica
precisamente del autor intelectual de los atentados de París de hace unos
meses. Se habla de las consecuencias de este atentado, de las causas, de los
motivos, de cómo está el mundo, de cómo lo estamos dejando.
Hace unos días,
la UE firmó con Turquía un acuerdo vergonzoso por el cual se decidía expulsar a
los refugiados que están llegando a miles huyendo de las guerras de Siria, de
Irak, de Afganistán, bajo el pretexto de que no son refugiados políticos sino
económicos. Turquía recibirá dinero y la promesa de un futuro al lado de los
bwanas a cambio de poner la raya y quedarse con esos indeseables que vienen a
contaminar Europa, la dulce Europa, con sus cosas de pobres. La UE, ese espacio
de libertad económica, se blinda ante la llegada de pobres. Qué miedo.
Esas imágenes de
niños durmiendo en cajas, chapoteando en el barro, gente sin nada, nos
reconcomen. Discutimos qué hacer. Actos benéficos, recoger comida, recoger
dinero. Confieso que cada vez que sale el tema, pongo mil impedimentos a todo.
Todo me parecen parches. Jamás le reprocharé a quien hace algo que lo haga,
pero pienso que poco es lo que se puede hacer si la estructura, el gobierno,
los gobiernos, coño, lo que hemos llamado toda la vida ‘el poder’, ha decidido
que esa gente no vale nada. Y no está bien pensar así, lo sé.
Hablan en la
radio de las primaveras del mundo árabe, la lucha por las democracias que han
resultado un fracaso, del yihadismo, del islam, de geopolítica. No sé. Tiempos
oscuros, dicen, nos amenazan. Criminalización de los refugiados, no podemos
dejar entrar a gente sospechosa, fronteras más duras, más controles, más
seguridad, menos libertad para todos. Miedo y desconfianza hacia los demás.
Santa Coloma
tiene a gala acoger en su seno a una población diversa. Hablamos nosotros. Pero
no hablan todos. Montamos círculos, debates, charlas, pero qué dice la
población de la ciudad, la población que tiene en común una historia, una
cultura, una forma de ver el mundo compartida con la de la gente de esos países
que están deshechos… no lo sabemos. No las escucho. No escriben artículos, no
hacen vídeos, no tienen voz. Están organizados, son gente con capacidad para
participar en nuestra vida política y siguen estando en un segundo plano. ¿Qué
podemos hacer? ¿Qué creen ellos que podemos hacer nosotros? ¿Seguro que somos
nosotros los que tenemos que hacer algo? Reunirnos, hablar, decir que las
imágenes nos han hecho polvo, no está mal y ayuda, pero… es nuestra forma de
ver el mundo la que impera. Ayudemos. ¿Quieren que les ayudemos o cada vez que
ayudamos estamos perpetuando un sistema de relación de arriba hacia abajo?
No tengo ninguna
solución. Ni me atrevería a proponer ninguna. Otro sistema, otra forma de vida,
otra manera de relacionarnos unos con otros. Todo muy etéreo. Mientras tanto,
miedo y muerte. Mucho más allí que aquí.
Espinoso tema. Parece que el plan es que no hay plan. El mundo tiene tantos problemas. Y que todos los que viven en países en guerra vengan a Europa, tampoco suena a solución. Y dejar que se mueran, menos. A mí no se me ocurre nada que no tenga que ver con ir a la raíz de los conflictos...
ResponderEliminary cual es la raíz de los conflictos?? Miedo me da a mi también siquiera enumerar algunas de las razones del por qué de tanto refugiado. La respuesta también me da miedo.-
ResponderEliminarEste mundo tendrá que reaccionar algún dia, o todo se va a ir al traste.....