martes, 19 de abril de 2016

Mi hermano


Aquí nos ven, somos nosotros. Él es mi hermano. No me gusta poner fotos mías, pero lo que vi ayer me hizo gracia y pensé… porqué no. Él es mi hermano. El que está al lado de esa masa blanquecina vestida con una sudadera amarilla. Ese niño tan guapo. La sudadera amarilla de la Gulf la hizo mi madre, le pegó el parche de la Gulf y a mí me encantaba. En esa época, mi madre nos hizo sudaderas, chándales, creo que el suéter que lleva mi hermano también lo hizo ella. Durante mucho tiempo he pensado que esa foto nos la hicieron un día de año nuevo o de navidad en que mis padres se fueron de fiesta con mi tito Martín y mi tita Antoñita y al volver nos hicieron fotos con las guirnaldas y el matasuegras y unas caras de sueño terribles. Pero no es esta foto.
Hoy es el cumpleaños de mi hermano. El Paquito. ¿Hasta cuándo podemos llamarle Paquito? Mi padre sigue siendo Paquito para muchos. Elpako. 35 años. Estoy harto de ti y de tus cosas. Mi hermano me quiere mucho. Me quiere tanto que no me soporta. Le pasa a mucha gente. Me quieren tanto que prefieren otra cosa. Mi hermano. Cuando nació mi hermano, cuando empezó a ser mi hermano, cuando el Paquito empezó a ser él, me llevé una gran alegría. No era como yo. Esa es la gran virtud de mi hermano. Lo mejor que le puede pasar a mi hermano es que no es como yo. Afortunadamente, no ha hecho demasiado caso del grueso de la filosofía y sigue su camino. Soy muy pesado y muy dictador. Te tiene que gustar lo que me gusta a mí, te tiene que caer bien la misma gente, la misma música, el mismo equipo de fútbol, pensar exactamente como yo. Mi hermano y yo coincidimos en muchas cosas, naturalmente, pero no es como yo. Cuando nos dicen ‘no os parecéis’, me alegra. Eso es bueno. Que no se parezca a mí.
Cuando mi hermano nació yo no sé cómo era yo, prefiero no opinar, pero mi hermano era diferente. Era mejor. Era un niño simpático, abierto, se reía, era travieso, era muy guapo (sigue siendo el más guapo siempre), era rubito, no le daba miedo nada, hablaba con todo el mundo, comía de todo, no se enfadaba. Corría mucho, era muy bueno jugando al fútbol, ligaba muchísimo. Muchas de esas cosas siguen pasando. Mi hermano era diferente y me gustaba que fuera así. Demostraba que había solución, que la culpa no era de mis padres, que era yo.
Cuando era pequeñito, mi hermano decía que no quería ser mi hermano. Que quería ser hermano del S.C. Los que son del Seimar, las que son del Seimar, sabrán quién es. Llevaba a mi hermano al colegio a las tres, íbamos juntos, claro. En la puerta, en la calle del Teatre Sagarra, la calle del Cole, jugábamos a Sopapo. Mi hermano se quedaba en un portal y mis compañeros hablaban con él. Les caía mejor que yo. Mi hermano comparaba. Y se daba cuenta. Si podía elegir, prefería ser el hermano de otro, no de ese gafitas enfadica repelente que solo valía para hacer rabiar y coger unos berrinches de cine. Él también se emberrinchaba. Recordemos el clásico del ‘artaú’ en la avenida Generalitat. Pero eran las menos.
Estoy harto de ti y de tus cosas. Esto se lo decía de pequeño. Y se reía. Estar con mi hermano, desde siempre, me hace mejor. Porque hace cosas que yo nunca haré. Y porque con él hago cosas que nunca pensé. Pero le sigo enfadando, le sigo haciendo rabiar, no sé si hoy, en el caso de poder elegir, preferiría ser el hermano de otro.
Hoy cumple 35 años. Igual no le reconocen, porque ahora lleva barba, pero a mí me sigue pareciendo igualito que en las fotos. Si le ven, felicítenle. Si me ven a mí, felicítenme por tener un hermano como él.

3 comentarios:

  1. Muchas felicidades al Pako, hombre, que compartiendo genes con usted será bien resalao.

    Feliz tarde.

    Bisous

    ResponderEliminar
  2. No es la primera vez que habla de él. Se nota que le tiene devoción. Mu bien.

    ResponderEliminar
  3. Me ha encantado la foto! Y la felicitación también. Pero esas caras...

    ResponderEliminar