No escuchen más música. No hagan más esfuerzos inútiles por llevar a su cabeza, a sus oídos, déjenlo. Céntrese en un concepto. Viene un gran día y no podemos esperar. Si un disco empieza ya así, si la idea que propone es la de que un día tremendo va a venir y no podemos esperar. Yo la Tengo, ya lo sabrán, es la banda, es el grupo. Son tres. Una chica, Georgia Hubbley, un muchacho que es su pareja, Ira Kaplan y otro muchacho más que se llama James McNew y que es entrañable. Los tres son entrañables, son buena gente, se les ve de lejos. Te están cantando que viene un gran día, y lo hacen durante unos siete minutos y pico de canción lenta y reposada. Viene un día que no vas a olvidar. Mantengámonos sin tomar ninguna decisión, vamos dejando pasar el tiempo, sin preocuparnos demasiado. Porque viene un gran día.
Yo la Tengo es la banda. Lo saben de otras veces. El Painful es el disco. Un disco del año 1993 que si te lo escuchas hoy y no te dicen nada, suena como si lo acabasen de hacer antes de ayer. Un disco que empieza calmadito y que poco a poco va entrando en diversas materias. Desde la cabalgata trotona de From a Motel 6, con la Georgia cantando y llevándote a donde quiere ella mientras la guitarra del otro va desquiciándose poco a poco. Un disco de cabalgatas, un disco de momentos reposados, de momentos que te dejan la patata en éxtasis. Nowhere near, con la Georgia de nuevo al cante, es una canción de esas que te dejan hecho pedazos. Pero no es una canción ñoña, es una canción que dice las cosas sin afectación.
Esa es la gracia de Yo la tengo. Cuando suenan ruidosos suenan de verdad, sin pose, sin demasiados ornamentos. Cuando suenan trnquilos, lo hacen sin parecer edulcorados. Son el grupo. Son los tres musicazos que son capaces de hacerte un disco de introspección, de sacar a pasear las guitarras durante un cuarto de hora, de meterte en una espiral de ruidos con un solo acorde, de volverte a tocar la patata con una versión de...
¿No han escuchado el Painful? ¿De verdad?
Lo tienen en cualquier parte, lo tienen en cualquier biblioteca, en cualquier dispositivo movil, cualquier canció que se pongan les llevará a descubrir que, eso de la música independiente, iba más allá de unos cuantos zumbados gritando. Que gente con pinta de no haber roto un plato, pueden hacerte la cabeza dos mil millones de pedazos. Un disco con el que puedes descubrir, quizás, esa canción que llevas esperando tanto tiempo que ni sabías que estaba allí. Porque puede que no conocieras el disco, o porque lo tenías ya olvidado. Y de repente, te acuerdas, lo llevas a alguna parte y lo pones y dejas a la gente a cuadros.
Un disco para decirle a alguien que no sabes lo que sientes por ella, o para decirle a alguien que has estado haciendo el tonto durante demasiado tiempo. Un disco para acabar el día con la esperanza de que va a venir algo nuevo. Algo bueno. Algo mejor. Va a venir un día grande y no puedo esperar. Y lo puedo esperar de manera calmada o bien puedo hacerlo de otra manera.
Porque el disco acaba con la misma canción con la que empieza, con la canción que te dice que viene un día grande, que no podemos esperar, pero ahora ya no hay tranquilidad, ahora vuelve la cabalgata sonora a dejarte con el culo torcido. Y no quieres que el disco se acabe.
Pero Yo la tengo tienen un montón de discos, muchos discos, todos ellos con algo interesante. Todos ellos, una vez que los escuchas, pueden convertirse en tu Painful. Yo ya tengo mi Painful. Es el Painful. Otros tienen el Fade, o el I can hear the hart beating as one, otros el Electropura... cada uno tiene su Painful.
Yo tengo mi Painful. Es el Painful.
Ese no lo tengo... Voy a ver.
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