Situémonos. A caballo entre el siglo XII y el XIII una joven noble castellana llamada Constanza llega al Languedoc para casarse con su prometido Raymond de Meridor. Pero, ay, en el mismo momento en el que llega su séquito y va atravesando los bosques y campos que la llevan a encontrarse con su prometido, Robert de Montfort aparece en su camino, sus miradas de cruzan y ya tenemos el pollo formado. ¿A quién quieres?, como decía la canción de Bo Diddley. Constanza ha de casarse con Raymond, pero en el mismo banquete de presentación, Robert, muy flamenco, le dice que va a estar con él. Y ella no lo dice, pero ay. Y Raymond no es mal tío, es más, es mejor persona que Robert, que es un cafre y un tipo sin demasiados escrúpulos. Pero ¿a quién quieres?
A todo esto, no hemos dicho que los Meridor y los Montfort se llevan a matar, que tienen disputas de tierras, que el odio es… pues eso, de nobles del siglo XII y del siglo XIII. Esas cosas que pasan entre nobles. Seguidor como soy impenitente (ejem) de los blogs de Montserrat Suáñez, donde nos narra con su estilo personal e intransferible hechos históricos de cualquier época, siempre incido en el hecho de que los asuntos personales de los nobles, reyes, gente con poder, acaban costando mayormente vidas de gente que no tiene culpa. Aquí pasa igual. Robert quiere a Constanza. Constanza ya se ha casado con Raymond. Pero… yo voy a lo que voy, si pasa por ahí la cruzada contra los cátaros, pues aprovecho y me lo llevo por delante. Además, Robert tiene una hermana, Alienor, que está secretamente enamorada de Raymond. Todo podría ser muy fácil, pero no lo es.
Esta segunda novela de Montserrat Suáñez llega a un lugar más concreto que su primer trabajo. Si en La Corte del Diablo, las intrigas en la corte de Catalina de Medicis y la futura reina Margot se situaban en un plano superior por encima creo de la trama sentimental, aquí lo pasional y amoroso está por encima de todo. Y lo hace todo más sencillo, más atractivo, mucho más adictivo para el lector que quiera saber de Historia, pero no quiera hacer una cátedra. Porque ante nuestros ojos pasan hechos como la herejía cátara, las disputas territoriales entre Inglaterra y Francia a cuenta de Normandía, la campaña de Castilla contra los almohades que desembocarán en la batalla de las Navas de Tolosa… pero en ningún momento eso está por encima de lo que importa. ¿A quién quieres?
Constanza quiere a Robert. Raymond quiere a Constanza. Alienor quiere a Raymond. Robert odia a Raymond. Raymond odia a Robert. ¿Qué somos capaces de hacer por amor? ¿Dónde podemos llegar? ¿A qué somos capaces de renunciar? Quieres a quien hace daño a quien quieres. Quieres a quien es capaz de haberte negado. No quieres dejar de querer a quien sabes que es imposible que te quiera. En fin, la vida. En La leyenda del enmascarado nos topamos con difíciles decisiones, con momentos en los que el lector considera que ‘hay que tener estómago o estar muy ciego para…’. Y sin embargo, es así. ¿A quién quieres? ¿El deber o el corazón? Creo que con el corazón, el concepto queda más claro.
Un segundo libro, un segundo todo, siempre parece más difícil. Parece que el factor sorpresa se pierde, que corremos el riesgo de repetirnos. Pero, para mí gusto, este segundo libro destila mejor un tipo de novela histórica en la que la Historia sirve de marco y no de motivo principal, para contarnos algo superior. ¿A quién quieres?
Es eso. Simplemente.
Muito obrigada, monsieur. Estupenda reseña!
ResponderEliminarBisous