Teníamos una compañera en el colegio a la que llamábamos Biniki, la Dragona Rosa. No sé si tenía otras fotos mejores, pero me he acordado y he puesto ésta, quizás para reconocer que Baal o quien sea, nunca perdona. Hoy te ríes, algún día llorarás. Evasión o victoria, versión extendida. Evadirte, hacer muchas, muchas cosas, estar en sitios hasta muy tarde porque no te quieres ir a la cama. No querer levantarte de la cama porque no quieres ir a ningún sitio.
La Festa Major comienza con el montaje de la caseta en EUiA, el jueves por la tarde. La verdad es que participo poco. Me puse ropa de no hacer nada y colaboré en la segunda unidad. Eso sí, coloqué la gloriosa bandera del Partido subiéndome a la escalera de tal manera que durante todos estos días, prácticamente no ha podido ondear. Palo corto, lo que sea. El jueves llega la broma hasta ahí. Me dejé en la caseta un champú y una pasta de dientes que no recuperé hasta el domingo. Grandes historias que se perderán por la cloaca del nosequé.
El viernes, después de un ensayo más bien rutinario y eso que teníamos un par de conciertos agendados, dirigí mis pasos hacia la caseta a cumplir, creo, con mi turno y ver a los Puteados del Sistema. Mucha gente en las casetas todos los días. Este año estaban todas como más apretaditas, lo que motivó mi crítica en un primer momento, para luego comérmela con patatas una vez más. Como todo. Mucha gente todos los días. Discutiendo con Joan de la Vega de cosas extrañísimas. Tanto trabajo que incluso tuve que hacer mi primer mojito. Mis primeros cafés, también. Pero sobre todo la experiencia del mojito. Las partes, las combinaciones, lo flojo de azúcar que me queda siempre. Mojitos. El mojito como evasión. El mojito, la preparación, la combinación, la búsqueda de la botella, del dedal, de la hoja, de la cucharilla, de cualquier cosa. Mientras estás con el mojito no estás por otra cosa. No es escaqueo, es supervivencia. No he probado mis propios mojitos. Perdón si envié a alguien al Esperit Sant. Hubiera estado bien que alguien me hubiera invitado a un mojito hecho por mí mismo. Hubiera sido de aurora boreal. Cuando ya creí que mi penitencia había pasado, me fui al Sintonizza, por ver, al menos, si la gente seguía respondiendo a la llamada de la música contemporánea. Y sí. Como todos los años, bastante gente. Con algunos grupos más que con otros, como todo, pero... qué digo. Solo ví medio concierto de León Benavente y a Mucho. Será porque tengo la patata floja y eso, pero León Benavente no me desagradó. Tocaron en ese rato que estuve las que yo creo que son más famosas, o que yo ya conocía porque las ponen mucho en la radio y después los Mucho, a los que yo creí no conocer.
Epifanía. Sentado en la rampa, bastante, mucho, bastante fuera de todo lo que podía ocurrir en este planeta comenzó el concierto de Mucho y si no me puse a llorar allí mismo es porque creo que no era consciente de que estaba llorando allí mismo. Nada me sale bien hoy, ni las metáforas, ni la expresión de lo que uno siente. Nada. Sentado en la rampa, en el suelo, de repente, la canción La primera luz del día. Sintetizadores, muchos sintetizadores, el bajo de Paul Mccartney, el moog, el korg... por unos momentos, me pareció que la evasión era efectiva. Poco importa si era un remedo de Air, quizás por eso. Fue un momento flipante. El resto del concierto nos propusimos verlo delante. Hubo canciones parecidas a la primera, momentos de mucho volar muy lejos, al fin. Otros en los que la gente bailaba. Me sentía pequeñito ante tanta gente fuerte. Así todas las fiestas, cada vez más pequeñito. Pavor a irnos a dormir. Nos fuimos el joven nacional y yo a las Alternativas, por ir a ver. Nunca habíamos ido juntos, creo. Llegamos, pasamos la odisea de pedir una cerveza y nos quedamos un rato escuchando reggetón. Parecíamos dos mossos d'esquadra. A esa hora yo ya había aborrecido la cerveza, casi para todas las fiestas. Sin alcohol y sin música, sin posibilidad de evasión, era hora de fugarse.
El sábado Corretapas en un ambiente de calor infernal. Un calor insoportable que no ayuda. Mucha gente, como siempre en cualquier cosa. Porque en esta ciudad para cualquier cosa cuentas con mucha gente. Gente y gente. Letra t. Demasiado calor, vino caliente, patita de pato. Cervezas que ya no entran, que a la segunda cerveza estás hasta los mengues de cerveza. Ganas de irte a casa, ganas de no irte a casa. A comer al gallego y a no comer en el gallego, luego de regreso, charleta en el Rey. Me tengo que ir de casa otra vez. Tengo turno, creo. Hay que ir. Hago la ronda habitual. Migas en ICV, cervezas revolucionarias en Podemos y en el PCPC y barbacoa en la caseta de Euia. Toca el Wallace en ICV, solo veo dos canciones a punta de pistola. Es hora de la evasión. En nuestra caseta han tocado unos que se llaman De Pop. Dos chicos tocando la guitarra acústica haciendo pop. Como si fueran de Aberdeen. Podría decir muchas cosas, pero me pareció una cosa valiente. Hacer eso aquí. Lo dicho, tengo la patata blandísima y todo me parece bien. Me voy al sintonizza y allí recibo por parte de la menuda rubia luminosa la segunda epifanía. La que no has querido oír, ni ver. No sé quién toca. Creo que son Perro. Soy incapaz de decir si me gustaron o no. Mucho peor Dani Nel.lo y Sax-o-rama. Ni idea de qué estaban tocando. Ahí sí que estaba en otra dimensión. No bebo ni cerveza. Una fanta de limón. El señor gracioso de la barra me pregunta como tres veces si no quiero cerveza. No. Se ríe. Quiero Fanta. De limón. Es lo último que creo beber. No. Una lata más mientras intento acoplarme con alguien que vaya a las alternativas o a los diables o al rugby. Pero estoy muy cansado y una insoportable nube negra lo consume todo.
El domingo hay que ir a la paella, a comer y a colaborar. Antes, la expo de mi padre con els Coloristes en la plaza Manent. Me levanto de mejor pellejo que otros años, pero no con mejor cara. Ahí está el Jonatan, santo varón que tiene que ir cargando un muerto durante unas pocas horas. Vamos a la plaza de la Vila a ver lo de los castellers, hace un calor endemoniado. Me hago el chungo con las compañeras de ICV para acabar dándole un abrazo a la Loli. Nos tenemos que ir. Dos birras más en las Taninas. Nos vamos. Paella. No hay acto político este año. Montar las mesas, ver cómo va la paella... Intentar hacer cosas. Hacer como que estás haciendo algo. Viene mi hermano a comer también. La paella está buena de verdad, me como un plato nada más. Los profiteroles. No me quedo a recoger, porque estoy deslomado, soy un intelectual y además un artista que en unas horas va a dar un concierto. El concierto de las Taninas. Como siempre, dejándolo todo para última hora. Si el miércoles el ensayo fue acústico pero menos, el viernes fue acústico del todo. Mi hermano, preocupado, intercedió y el concierto llevaría electricidad. Algo. Más reconocible. Los nervios de siempre, que no va a venir nadie, que esta gente v a asustarse porque somos muy malos, porque no tenemos amigos que vengan a hacer claca, porque la gente ya pasa de nosotros. Pero no. Viene mucha gente, amigos que hace tiempo que no venían, otros que se han apuntado. Incluso ví al Wallace haciendo palmas en Eres tú. Qué noche tan bonita. Al final, ya despidiéndonos, le doy un abrazo a la Marineta como si se lo estuviera dando a otra persona. Ayer también le dí un abrazo a la Marifé como si fuera otra persona. Todos los agradecimientos a la Cristina, a la Rosa, a la Lídia, a la Lourdes, se quedan cortos. Es hora de recoger, de ir a casa de mi hermano, de que toda la noche se vaya a la mierda finalmente. Es un segundo, son dos segundos, son quince metros. Suficiente. Evasión, deprisa. Es hora de disfrutar de la orquesta de la plaza, de lo que sea. ¿Cómo estás? Son los Soultans. Es Xavi Navarro. Y yo podría decir ahora muchas cosas, pero diré que son una orquesta haciendo lo que se espera de una orquesta. Canciones varias y el Highway to hell. Suficiente, más que suficiente. No nos vayamos a casa nunca. Al Trece a cantar Hey Jude. Y a una fiesta improvisada en la que Michael Jackson es el nuevo mesías. O bien, otra vez el mesías. Pero ya no hay nada más en lo que pensar. Han sido quince metros.
El día siguiente, el lunes, testimonial. Nada de nada hasta que no llega la hora de preparar el segundo concierto en la caseta. Concierto hecho. Gracias a los compañeros por seguir fiándose de nosotros como elemento de distracción de las masas. No se cansan. Y viene Xavi Villena y se casca el concierto de principio a fin. Qué héroe. Se acabó. Habrá que ir a alguna parte. A la plaza, a ver a los Gym Toni, con la sevillana esa que cantan. Están la Rosa y la Cristina, pero no interactuamos. Es hora de irse ya.
Feliz año nuevo.
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