jueves, 6 de octubre de 2016
Karpov
¿Qué si tengo miedo? No, no tengo miedo, estoy algo nervioso pero no tengo miedo. Lo que pasa es que la gente se confunde con el camarada. Es muy así y tiene esa cara que tiene y parece que está siempre de mal humor, pero no. No es tan mal tío. Me dijeron, vente, vente que vamos a montar un acto y vamos a traer a mucha peña y van a venir camaradas que se dedican a cosas así diversas y va a molar que vengas porque además va a venir el camarada. Yo ya sabía que me decían que iba a venir gente así diversa porque de esa manera me disfrazaban que iba a venir el camarada. Pero se equivocaban, porque a mí el camarada me parece un tío entrañable. Es de ese tipo de personas que han tenido la mala suerte de tener una cara que da miedo. Y además, tiene la poca vista de hacer cosas que le hacen muy poco bien. Ahora no sé qué me está diciendo de que un día estaba con un camarada en una reunión, hace muchos años, y le dijo algo como que te iba a coger así de abajo y te iba a sacar lo que no tienes, y lo estaba contando de una manera, tan basta, porque es basto el hombre hasta decir… eso, que nos hemos tenido que reír. No sé quién es el otro señor que está con nosotros. Va todo el rato con el camarada pero no sé quién es. Esto está bien, porque es verdad que ha venido mucha gente y a muchos de ellos les conozco pero ellos tampoco están por hablar conmigo. Alguno se acerca y dice ‘hola camarada, tú eres este que juega a ajedrez…’, pero luego no saben de qué más pueden hablar conmigo y me dejan. Al final me he quedado con el camarada. Me parece que a él le pasa lo mismo que a mí. He visto que también le viene la gente, se le queda mirando, hacen como que le van a decir algo pero se cortan y le saludan nada más. ‘Hola camarada…’. Y ya está. Así que nos hemos quedado juntos. Este tío es fascinante. Porque una vez que empieza a hablar te das cuenta de que es un trozo de pan. No sé, a mí me cae bien. Dicen que es un bestia, que es como una especie de mole de cemento que no piensa, pero oye, los que pensamos tanto, digo yo… a ver. Digo yo que los que pensamos tanto pues tampoco somos tan buenos o tan… no sé cómo decirlo. Yo soy mucho de pensar, de darle vueltas a las cosas, de estar ahí y… pero luego piensas, precisamente piensas… no sé, como que estamos los dos aquí en el sitio este que está de puta madre y ha venido gente interesante y gente de acción, gente que ha escrito y gente que ha ganado medallas olímpicas y todo eso y al final nos quedamos aquí los dos porque la gente no tiene nada que decirnos. Porque de ajedrez la gente no sabe o entiende cuatro cosas y luego se cansa y al camarada, pues le tienen miedo. Y es normal. Mira que cara tiene explicando lo del camarada aquel. Es que parece que está cogiéndole de verdad por los… en fin. La vida.
Pues no se si es mala suerte o buena suerte tener una cara que de miedo... Según pa qué. Pero unas cejas peludas lo molan todo.
ResponderEliminarHombre, cuánto tiempo sin ver a Karpov por aquí!
ResponderEliminarSalúdelo de mi parte. Digo, porque se ve que conmigo no iba a hablar. Nada, mejor salúdelo usted.
Feliz domingo
Bisous