Quizás estemos hablando del momento en el que la ley se quiebra, lo que conocemos como la ley más sagrada, la ley fundamental, la ley que nos sirve para ser personas y no animales, la ley que nos sirve para ser personas y no plantas, la ley que nos sirve para ser personas y no superhéroes que hacen lo que les da la puta gana con la ley aunque dicen que sirven a la ley, estamos hablando de romper con la ley. De no respetar la ley. No es como convocar un referéndum respetando una ley pero quizás no cumpliendo con otra ley o a sabiendas que el resultado no tendrá valor de ley. Siempre que no sea en Venezuela y entonces abres las portadas de todos los noticiarios. No eso. No se trata de bajar por el Paso Lorenzo Serra para abajo y doblar a la izquierda para incorporarte a la Avenida Santa Coloma ante la extrañeza de propios y extraños y fuera de las horas delimitadas por el cartelito que hay debajo de la señal. Estamos hablando de algo mucho peor.
Sábado por la mañana. Una humilde vecina saca la bolsa de la basura. Un humilde y anónimo informante, uno de esos halcones callejeros que están siempre en la calle y como están siempre en la calle de todo se enteran. Uno de esos humildes colomenses que están ahí. Que lo saben, que te ven. Que te conocen. A los que le pasan las cosas por que se mueven y lo ven. La humilde vecina estaba tirando la bolsa de la basura cuando de repente El Diablo Satán, viniendo a toda hostia desde Barcelona (porque viniendo así solo podía venir de Barcelona, malvado y veloz), enfila el paseo Lorenzo Serra entrando hipotéticamente desde el puente y en lugar de seguir su alocado viaje a ninguna parte hacia arriba, hacia el fondo visitando las dos o tres rotondas que nos estorban antes de llegar a Badalona, o bien, girar a la derecha y navegar por la Avenida Santa Coloma que a esa hora tan temprana (ocho y media, lo hemos dicho o no) no tiene todavía ni un coche o furgona de reparto en doble fila, en lugar de todo eso, en lugar de cualquier otra posibilidad, el Diablo Satán a bordo de un Mercedes, gira a la izquierda.
Giró a la izquierda subiendo por el Paseo Lorenzo Serra. Demonio. Satán. La infracción de tráfico más grave de todos los tiempos. La infracción definitiva. La infracción más alucinante que hayan imaginado los ojos de un colomense. Ni pintarte un parking para ti solo. Ni siquiera eso. Giró a la izquierda en la óptica y a la velocidad que iba, Demonio Satán, Diablo Satán, no consigue controlar su eficaz máquina alemana y se lleva por delante el semáforo y lo derriba, lo deja en nada. Adiós. Adiós semáforo de donde antes estaba la lionesa. Adiós. Y el coche, visiblemente dañado, pero no su ocupante, parece que no, pero ahí sigue. Y a los pocos segundos, y cuando ya una pléyade, una turba de vecinos apostados en sus balcones ha salido a… sus balcones a mirar a ver qué narices pasa en la calle a las ocho de la mañana con esas velocidades y con esos golpes y con esos llevarse los semáforos por delante. Y el Diablo Satán al volante, enciende de nuevo el coche y se pira por donde ha venido. Y allí se quedan todos sin el semáforo.
Unas horas después, otro humilde colomense sale a la calle. Remonta hacia arriba por el Paseo Lorenzo Serra, se queda esperando a cruzar la Avenida Francesc Macià y mira hacia delante. El semáforo no se pone en rojo. En Verde. Mira a ver si el semáforo no estaba en la farola o dónde está el semáforo. Una cinta de la urbana, una señal. Qué está pasando aquí. Qué nos está pasando.
Es el mes de julio este que nos está volviendo locos a todos.
Es conmovedor su modo de despedirse de un semáforo. Ese adiós le ha salido del alma.
ResponderEliminarFeliz tarde
Bisous