miércoles, 27 de septiembre de 2017
Lenin preocupado
Os noto distraídos, camaradas. Os noto pendientes de otra cosa. Estoy hablando desde hace un rato y me estoy fijando en que estáis mirando hacia otra parte. Qué pasa. Qué está pasando ahí. Qué miráis. No sé si me estáis escuchando o no. Supongo que me estáis escuchando pero no me estáis haciendo caso. Qué miráis. Estáis mirando algo que tengo a la espalda o me ha salido algo o es que llevo algo en el camión que os llama la atención. No llevo nada en el camión. Así que ya me diréis, camaradas, qué es eso que os tiene como si no estuvierais en el mundo. A ver, que ya son muchos discursos escuchando algo parecido, ya me lo imagino. Pero es que las cosas no han cambiado tanto como para cambiar el discurso. O sí. No sé, decirme algo, pero no os quedéis mirando como si no fuera con vosotros la cosa. Que no se trata de que yo hable de lo que me de la gana y que vosotros estéis delante como si no fuera la cosa... no sé. De verdad que sufro. Y sufro porque igual me estoy equivocando con el discurso o igual no y no he venido en el momento correcto o yo que sé. De verdad que muchas veces uno piensa si merece la pena. Si venir aquí, subirte al camión, manteniendo el equilibrio porque esto traquetea como una mecedora, no sé. De verdad no sé si esto es lo que uno pensaba. A veces pienso, no sé, eh, por pensar. Si a lo mejor hablase de algo más simple. Me pongo a hablar de cosas que no entiende la gente, de cosas que requieren una atención completa, de cosas que no son para estar diciéndolas encima de un camión, y no sé si os interesan o no. Y llevo a estos dos al lado durante todo el día y no sé si decirles algo o preguntarles porque tampoco sé si me entienden o si les interesa esto o qué. No sé. En serio que no sé. A ver qué estáis mirando. Es que a veces me gustaría empezar a gritar como los locos, o bailar, o cantar, o hablar de la grandeza de nuestro país, de la firmeza de sus hombres y la dulzura de sus mujeres, de los cantos regionales, de los viejos poemas, de la alegría que da reencontrarse con la paz espiritual de nuestro Señor Jesucristo, de la balalaika, yo que sé. De lo de toda la vida, de lo de toda la santa vida, que es lo único que parece que os interesa. De verdad. A ver qué estáis mirando detrás. Qué hay en el camión que no hay nada. Que no hay nada. Y vosotros y vosotras ahí mirando. Llevo unos veinte minutos hablando, la conquista del poder, lo tenemos ahí. Lo tenemos en la mano. Y estamos a punto de darle un giro a esto que verás. Y ni puñetero caso. Qué hay ahí que os interesa más. De verdad. Yo no lo entiendo. Me voy a bajar del camión y mira, a ver si...
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