Esta película cuenta la ya conocida historia por la cual, al final de la Guerra Civil española, un grupo de resistentes mantiene la lucha contra Franco en el Norte, en los Pirineos navarros. Esta lucha resistente tiene sus frutos cuando en una acción coordinada, se produce una invasión que consigue tomar una serie de pueblos, se estabiliza una zona bajo el mando de los insurgentes que provocan un levantamiento popular en el resto del Estado, lo que hace que la comunidad internacional se decidiera a intervenir y al cabo de pocos meses el régimen franquista cayera al verse aislado y se reimplantara el régimen republicano en España, que es el que disfrutamos en nuestros días.
La película se centra en la relación entre una chica que llega al pueblo, cuyo padre ha sido víctima de la represión en los primeros días de la Guerra Civil, y un guapo mozo del pueblo que acaba incorporándose también a la resistencia de la que también forma parte su padre. El guapo mozo es Juan Diego Botto, que se come la pantalla con unas intervenciones achicharrantes, unos diálogos que demuestran el sentimiento y la implicación de una juventud capaz de darlo todo por la resistencia, capaz de hacerte conmover con una mirada, con una sonrisa, con una interpretación en la que se conjuga la implicación personal con el conocimiento del sufrimiento humano. En estos tiempos, esta película es un ejemplo de cómo los luchadores consiguieron llevar a buen puerto una proeza como la de conseguir levantar todo un país que parecía hundido y vencido, un país que es indomable y que se alza siempre contra la represión. Juan Diego Botto encarna, en esta película, el ideal del revolucionario, de la gente del pueblo que se implica y se inmola para conseguir que la comunidad, el pueblo, alcance la libertad.
Lucía Jiménez es la compañera que se lanza a colaborar con la resistencia a sabiendas de que puede ser interceptada en cualquier momento, que trabaja en la sombra, que sabe y calla. Que quiere al guapo mozo en cuanto lo ve. Que sabe que allí, en esa sonrisa, se encuentra el futuro de todo un país.
El país que tenemos hoy en día no podría ser de otra manera que el fruto de esa sonrisa y esa abnegación. El país que hoy disfrutamos no es otra cosa que esa niña que sale en una foto y que es limpia y pura como la mañana.
No me gustan las películas sobre la guerra civil. No me gustan las películas sobre la postguerra. No me gustan las películas en las que uno ya sabe lo que va a pasar de antemano. No me gustan las películas en las que infaliblemente sé que los malos van a ganar y los buenos van a perder. No me gusta que pongan en el papel de buenos a gente sin sustancia que no aporta nada a la película y que parece que solo por tener una bonita sonrisa me tengan que poner a su lado. No me gusta Juan Diego Botto. No me ha gustado nada esta película donde los únicos momentos interesantes son los diálogos entre la mujer del Guardia Civil y la propia Lucía Jiménez, como chispazos en una historia plana que ni conmueve ni aporta nada nuevo.
Solo me gusta María Botto, que resulta ser el personaje más turbio en un mundo de personas muy buenas y muy malas, que lo son, pero que uno parece que exija algo más a la hora de contar una historia, nuestra historia.
No me gustan las pelis de la Guerra Civil, ya casi no se hacen pelis de esa época, ahora todas las pelis son de reírse mucho o de cosas así de clase media o de recordarnos que hay gente que lo pasa mal muy mal, pero que luchando y eso sales adelante.
'No puedes decir eso sobre Juan Diego Botto, tienes que ver Silencio Roto', me dijeron. Pues ya he visto Silencio Roto. Veo las vuestras y subo dos más.
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