Una bandada de murcianos volando llegan a un sitio y aprenden a hacer algo. Una frivolización sobre lo nazi. Ya lo hizo Bolaño, o él lo hizo algo más en serio, o mucho más jugando. Lo nazi. Una orden. El pelo cortito de atrás y de delante no tanto. No estés más ahí, vete allí. Recoge tus cosas, venga usted conmigo, va, vuelva de nuevo a su sitio. Solo estoy en un momento medio nazi. Hoy es el día mundial de la filosofía. La vaca de Martin Heidegger. Un filósofo alemán de mucho prestigio que cuando llega la hora de definirse, elige el nazismo. Y colabora, y da clases, y se pone muy estupendo y luego, cuando llega la hora de definirse dice que nosequé. Unos chicos muy de barbas recortadas y en plan medio nazi van a Pamplona a correrse. Y pillan a una pava que no me interesa. Y se la zumban. Y piden respeto y que ella justifique que no es una algo. Una cabaña en el bosque, nos juntamos unos amigos, estamos hablando, se me hinchan las pelotas de tanta copita de vino y de tanta discusión sobre si las cadenas de producción han matado la creatividad de lo artesanal y manufacturado y me cago en su puta madre. Y les digo que no se dan cuenta de no es la puta cadena de montaje, que es el hecho de haber perdido la esencia. Y les digo que son unos cagones y unos mierdas todos porque han perdido la perspectiva y que si estamos en una cabaña en el bosque es porque queremos sentir de nuevo que la naturaleza es nuestra madre. Y que mañana mismo vamos a salir todos menos uno a dar un paseo por el bosque, desnudos. Y que todos menos uno significa que uno de nosotros va a morir. Y propongo que no votemos, que lo decidamos a ostias. Y muere un colega del colegio. Y le matamos a hachazos entre todos. Y lo consideramos un tributo de purificación. Y quemamos el cadáver y lo lanzamos ardiendo ladera abajo y nos bebemos un mejunje que ha preparado una amiga que es noruega y no puede recitar poemas. Los tengo que recitar yo todos. He venido de Murcia, en una nave espacial, he aterrizado aterido de frío en este paraje inhóspito de la estepa siberiana. No sé hacer nada. Pero con la voluntad que da saberse inferior y tener que buscarme la vida de cualquier manera, llegaré lejos. El portero de la selección italiana llevaba el 88 porque era un nazi. Nos gusta hacer ciclos de cine nazi. Vemos películas como Grease y las analizamos desde un punto de vista completamente goebblesiano. Luego volvemos a casa y con nuestras familia decimos que vamos a participar en las elecciones para recuperar nuestro orgullo. Y mi madre me hace la comida que más me gusta. Y le digo que ponga más bacon. Que quiero comer cerdo todo el rato. Y en el día mundial de la filosofía me pongo a leer a Wittgenstein y no entiendo nada, pero entiendo que si tiene un nombre germánico debe ser medio nazi. Y me dejo bigote porque parezco un policía nacional de serie chusquera y me hace parecer más hombre. Hombre, hola. Qué tal. Has venido a por aquello, claro, pero no lo tengo, tendrás que esperar a mañana. No puedo esperar, le dije, tengo que tenerlo ahora porque mi tiempo es ya, no podemos esperar. El mañana me pertenece, el mañana, la sensación al despertar de que el mundo está ahí esperando para que lo devore, me lo coma, lo apriete entre mis brazos y lo consuma. El mundo, la mañana, la brisa, el frío, los ojos que me lloran porque me emociona pensar en las cosas grandes que podemos hacer si todos unidos nos ponemos de acuerdo y nos ponemos a escuchar música de películas normales pensando que son nazis. Todas las películas tienen un tufillo nazi. Buenos días, Vietnam. Con su rollo completamente nacionalsocialista. Su música que se ríe de los débiles. Los débiles que están por todas partes. Gente en la barra de un bar tarareando canciones sentimentales, flojas, románticas, tristes, que no enardecen el espíritu patrio. Que se dejan llevar por lo que dicen los medios, que hacen caso de la voz oscura que nos quita la luz. He salido a la calle y le he pegado fuego a un quisco. Con el quiosquero dentro. Pero he dejado fuera casi toda la prensa deportiva. Solo estoy medio nazi. No os hace gracia leer lo de medio nazi. Lo entiendo. Pero no os estáis quejando lo suficiente. Deberías gritar más. Estoy seguro de que gritas de una manera diferente a la mía. Grita más fuerte, mierda.
jueves, 16 de noviembre de 2017
Un rollo medio nazi
Una bandada de murcianos volando llegan a un sitio y aprenden a hacer algo. Una frivolización sobre lo nazi. Ya lo hizo Bolaño, o él lo hizo algo más en serio, o mucho más jugando. Lo nazi. Una orden. El pelo cortito de atrás y de delante no tanto. No estés más ahí, vete allí. Recoge tus cosas, venga usted conmigo, va, vuelva de nuevo a su sitio. Solo estoy en un momento medio nazi. Hoy es el día mundial de la filosofía. La vaca de Martin Heidegger. Un filósofo alemán de mucho prestigio que cuando llega la hora de definirse, elige el nazismo. Y colabora, y da clases, y se pone muy estupendo y luego, cuando llega la hora de definirse dice que nosequé. Unos chicos muy de barbas recortadas y en plan medio nazi van a Pamplona a correrse. Y pillan a una pava que no me interesa. Y se la zumban. Y piden respeto y que ella justifique que no es una algo. Una cabaña en el bosque, nos juntamos unos amigos, estamos hablando, se me hinchan las pelotas de tanta copita de vino y de tanta discusión sobre si las cadenas de producción han matado la creatividad de lo artesanal y manufacturado y me cago en su puta madre. Y les digo que no se dan cuenta de no es la puta cadena de montaje, que es el hecho de haber perdido la esencia. Y les digo que son unos cagones y unos mierdas todos porque han perdido la perspectiva y que si estamos en una cabaña en el bosque es porque queremos sentir de nuevo que la naturaleza es nuestra madre. Y que mañana mismo vamos a salir todos menos uno a dar un paseo por el bosque, desnudos. Y que todos menos uno significa que uno de nosotros va a morir. Y propongo que no votemos, que lo decidamos a ostias. Y muere un colega del colegio. Y le matamos a hachazos entre todos. Y lo consideramos un tributo de purificación. Y quemamos el cadáver y lo lanzamos ardiendo ladera abajo y nos bebemos un mejunje que ha preparado una amiga que es noruega y no puede recitar poemas. Los tengo que recitar yo todos. He venido de Murcia, en una nave espacial, he aterrizado aterido de frío en este paraje inhóspito de la estepa siberiana. No sé hacer nada. Pero con la voluntad que da saberse inferior y tener que buscarme la vida de cualquier manera, llegaré lejos. El portero de la selección italiana llevaba el 88 porque era un nazi. Nos gusta hacer ciclos de cine nazi. Vemos películas como Grease y las analizamos desde un punto de vista completamente goebblesiano. Luego volvemos a casa y con nuestras familia decimos que vamos a participar en las elecciones para recuperar nuestro orgullo. Y mi madre me hace la comida que más me gusta. Y le digo que ponga más bacon. Que quiero comer cerdo todo el rato. Y en el día mundial de la filosofía me pongo a leer a Wittgenstein y no entiendo nada, pero entiendo que si tiene un nombre germánico debe ser medio nazi. Y me dejo bigote porque parezco un policía nacional de serie chusquera y me hace parecer más hombre. Hombre, hola. Qué tal. Has venido a por aquello, claro, pero no lo tengo, tendrás que esperar a mañana. No puedo esperar, le dije, tengo que tenerlo ahora porque mi tiempo es ya, no podemos esperar. El mañana me pertenece, el mañana, la sensación al despertar de que el mundo está ahí esperando para que lo devore, me lo coma, lo apriete entre mis brazos y lo consuma. El mundo, la mañana, la brisa, el frío, los ojos que me lloran porque me emociona pensar en las cosas grandes que podemos hacer si todos unidos nos ponemos de acuerdo y nos ponemos a escuchar música de películas normales pensando que son nazis. Todas las películas tienen un tufillo nazi. Buenos días, Vietnam. Con su rollo completamente nacionalsocialista. Su música que se ríe de los débiles. Los débiles que están por todas partes. Gente en la barra de un bar tarareando canciones sentimentales, flojas, románticas, tristes, que no enardecen el espíritu patrio. Que se dejan llevar por lo que dicen los medios, que hacen caso de la voz oscura que nos quita la luz. He salido a la calle y le he pegado fuego a un quisco. Con el quiosquero dentro. Pero he dejado fuera casi toda la prensa deportiva. Solo estoy medio nazi. No os hace gracia leer lo de medio nazi. Lo entiendo. Pero no os estáis quejando lo suficiente. Deberías gritar más. Estoy seguro de que gritas de una manera diferente a la mía. Grita más fuerte, mierda.
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