Un día. Un día de cuando a un lunes le sigue un martes, al martes el miércoles, tras de él un jueves y seguido el viernes, antesala de un sábado y de un domingo al que vuelve a sucederle un lunes. Un día en el que has perdido la noción de lo que eres y de tu deber en el mundo. Un día que crees pasajero, como todos los días que pasan. Un día que parece alumbrar la continuidad de una planicie completa de la existencia. Baal aparece. Oh, Baal. Oh, Baal, que brillas en cualquier cosa, porque cualquier cosa es para ti todas las cosas, porque todas las cosas eres tú y tú has sido todas las cosas y todas las cosas no están si no es porque tú estás. Oh Baal, qué rápido nos olvidamos de que eres las cosas, de que no tienes cosas, de que vives en las cosas, de que no entiendes de tiempo ni de formas, ni de lugares, ni de nombres, ni de definiciones, ni de situaciones, ni de colores, ni de días que suceden a otros días, ni de dioses ni de diosas, ni de automóviles, ni de albaricoques, ni de cestas llenas de ropa, ni de enchufes, ni de plásticos brillantes porque note hacen falta las cosas porque tú eres las cosas, Oh Baal. Y así las cosas ese día, el día en el que tú crees que puedes tener días, Baal se despereza, lentamente, como si no se desperezara y simplemente te brilla en el primer plástico de la mañana, el el plástico de la tarde, en el cristal de la tienda, en las gafas de un amigo, en el guardabarros de un Seiscientos aparcado delante de tu casa, y brilla y te advierte de que Baal es Baal. De que no te olvides de Baal, de que Baal te define a ti, que Baal no entiende de definiciones ni de defunciones ni de desfallecimientos ni de deflagraciones. No entiende pero te advierte. Y te lo advierte y no lo sabe determinar. No lo sabe determinar porque nunca le ha hecho falta. Falta a Baal. Oh Gran Baal. Qué poco sabemos de ti y nos pasamos la vida mirándote, sentándonos encima de ti, chupándote, escupiéndote, leyéndote, riéndonos de ti y contigo, palpándote, excusándote, huyéndote, pegándote, pero nunca, nunca nos dejas ignorarte. Oh Baal. El tiempo, el espacio. Qué más da. Las sensaciones, la libertad, los libros, el sofá. Qué son.
- Qué cháchara incesante. Qué ruido sin sentido. Mortal, nada. No es nada. Tranquilo. No pasa nada. No estoy haciendo nada. Y eso...
Oh Baal! Majestuoso y total! Y en la nada nos adviertes que eres Baal! Y Baal es! Y eso es!!
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