Desde lejos, todo es posible. Desde lejos uno puede pensar que el Passeig Salzereda ya está en marcha. Desde lejos, mirándolo con los ojos entornados, protegiéndonos de la luz cegadora del astro rey, podemos pensar que el Passeig Salzereda ya está viviendo el proceso de cambio que los vecinos votaron el pasado mes de septiembre. ¿Recuerdan? El Passeig Salzereda. Ahora que estamos todos mirando de nuevo con preocupación lo que puede ocurrir con los edificios descomunales y emblemáticos proyectados para la plaça de la Vila, bueno es que recordemos que hubo un tiempo en el que se iba a reformar el paseo. Y el paseo se iba a reformar en base a un proyecto chiripitifláutico que se iba presentando en loor de poca gente por las diferentes plazas y centros cívicos de rigor. Y resultó que lo que iba a ser un paseo triunfal se convirtió en una llufa. En una suerte de sublevación vecinal (no digo rebelión no vaya a ser que...), por la que se forzó a considerar que quizás, la propuesta de l'Ajuntament socialista no era la que todo el mundo quería. Y así, a prisa y corriendo, se lanzó una segunda propuesta, más acorde con una reforma del paseo que respetase lo que había y lo mejorase, antes que hacer una cosa diferente.
El caso es que, para sorpresa de propios y extraños, hasta la propia alcaldesa accedió a dar su apoyo a esta opción 2, que ganó abrumadoramente en las votaciones del mes de septiembre. Bien, la opción que habían proyectado arquitectos, urbanistas y tal, no era la preferida. La opción 'menos trabajada', la 2 en cambio, salía adelante. La obra estaba proyectada para ser puesta en marcha en unos plazos que, ay, todavía no son. Porque ahora de lo que se trata es de acabar de trabajar una opción que salió adelante de manera masiva, pero sorprendente.
A nadie le gusta que le digan lo que tiene que hacer. Imaginen. Un gobierno municipal se enfrenta a uno de los grandes proyectos de su mandato, la reforma del Paseo Alameda, y en mitad del jardín resulta que su proyecto es rechazado y sale adelante un proyecto que ellos no defendían. Y que, por lo que parece, no se acaban de creer.
Así, lo que ya está aprobado, sigue siendo objeto de revisiones, de aportaciones, de... vueltas. Un proyecto que no estará acabado para antes de las elecciones municipales de dentro de un año. Imaginen. Llevar adelante un proyecto en el que no crees, o al que te has apuntado al final para no quedar fuera de juego, darle la oportunidad a otros de reivindicar que ese proyecto no es del Ajuntament. A quién se le ocurre.
Y así, mientras se van lanzando al aire nuevos proyectos y nuevos diseños en alzados dibujados en fotos de ensueño sobre la Plaza de la Vila, o mientras la gente discute sobre la Rambla del Passseig Llorenç Serra cada vez que cruza la calle, el Paseo Alameda ha entrado en una especie de limbo. Un limbo en el que quizás pasamos de las gafas de realidad virtual a ponernos a ver el paseo desde el puente e imaginar lo que un día se votó y no sabemos si se cumplirá.
Pero así desde lejos, todo es resultón.
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