miércoles, 18 de julio de 2018
La gran casa del franquismo
No sabemos nada del franquismo y no nos hace falta saber tanto, porque de lo que se trata, como siempre, es de inventárnoslo todo. Un país de franquistas, un país de antifranquistas. Gente que llega a su casa y se pone a ver la tele y dan un programa en el que unos chicos jóvenes cantan como si fueran de otro sitio, pero son de aquí, pero parecen de fuera. Y toda la familia ve la televisión y está de acuerdo en que todo es una puta mierda y no saben si un día podrán ver otra cosa en la tele. O vivir de otra manera. Un día ponen la tele y se ve el fútbol y les parece algo antiguo. Un día pondrán la tele y les parecerá moderno, nuevo, rutilante. Estamos todos juntos, reunidos, nos tenemos que poner de acuerdo porque el enemigo es muy fuerte, es implacable, no tiene piedad. Estamos todos juntos, reunidos, como una persona sola, y sabemos que el enemigo es idiota, que no tiene ni idea, que vamos a ganar, porque ellos son tontos, son franquistas, no saben de nada. Estamos todos juntos, reunidos. Vamos a ir a un bar a tomarnos una cerveza. Vamos a discutir de política, vamos a discutir sobre el fascismo. Me dices que vuelva el fascismo. Entra un señor en el bar, te mira de arriba abajo y te da una ostia. Te da dos ostias. Como te quedas mirando un poco sorprendido, te da una tercera ostia. Y te quedas con la ostia. Y te vas a tu casa y te pones a ver el fútbol o una peli sobre un bandolero de Sierra Morena. Y dejas volar la imaginación y quieres irte a la cama cuanto antes, dormir y que se pase. Eso es el fascismo. Eso es el franquismo. Que te den dos ostias y tengas que irte a tu casa a ver la tele. A olvidar. Y crees que el franquismo es follón, manifestaciones, lucha en la calle y valentía a raudales de personas que se dejan la piel. Y son dos ostias y para casa. Y la valentía, mesurada. Clandestina. Clandestinidad. Escondidos, tapados. El franquismo es un libro de historia sagrada en el que Indibil y Mandonio van a resistir contra los romanos, pero al final los romanos son buenos. Todo el mundo es bueno. Todo el mundo tiene algo. Alguien en la cuneta, una historia por contar. Una guerra civil con sus batallas, varias, huidas a Francia, a Argentina, a Barcelona. Si no te gusta ya te estás largando. Uno va a trabajar, se lleva bien con el encargado, vuelve de trabajar, escucha la radio, las noticias, el fútbol, los árbitros, nos tienen manía en Europa, en todo el mundo. Nos tienen envidia. No pueden soportar que no seamos como ellos, que mantengamos vivas nuestras esencias. Una familia coge el coche y va a la playa. Coge el coche y va a la playa. Coge el coche y va a la playa. En la memoria, el abuelo no tuvo nunca coche y no fue nunca a la playa. El abuelo no tuvo internet y no reservó el hotel por Booking. El abuelo no pudo llevar un cargador de móvil en el Seat. El abuelo no salió del pueblo. El abuelo era pobre. El abuelo estaba amargado. Estoy feliz. Estoy tan feliz. La familia coge el coche y va a la playa. El franquismo todos los sábados en la tele, una película, un comentario, como si nunca hubiera pasado nada grave. Volveremos a ver recluta a babor, o La tonta del bote, o alguna comedia simpática. Alguna de Joselito. Y todo el mundo es bueno. El padre, la madre, el apoderado. El jefe, el dueño de la empresa, todos somos buenos. El señor que vende caramelos en el estanco. El del estanco. El que tiene todos los edificios de tu calle. El que vendió los terrenos para construir los pisos. El que los construyó. No me importa ahora quién eres o de dónde vienes. Olvidemos y construyamos un país nuevo. Un país nuevo que no tenga que ver con lo que había. El franquismo se construye todos los días. No hay un solo día, que no estemos construyendo algo de franquismo. Con esfuerzo, con desgana, con una mierda, con dos ostias todos los días bien dadas, poniendo cara de no entender lo que te dicen pero sabiendo que da igual, que ya te la han metido. Pagando, cobrando, suspirando. Viendo el futuro con terror. Viendo un partido de fútbol y no entendiendo los himnos fascistas de los croatas. Los fascistas. Los franquistas. Encerrados en un valle de los caídos. Los fascistas. Dando ostias por la calle. Los fascistas que no lo saben. Los fascistas que se quejan de que todo está mal y que antes no pasaban tantas cosas. Los franquistas que no entienden de política, porque son todos unos mangantes que hacen lo que quieren. Los franquistas que esperan al hombre fuerte. A la mujer con un par de cojones. A los cojones. Los franquistas que hablan de unidad de la patria, de la parte buena de la patria. La gran casa del franquismo. Nunca es demasiado tarde para volver al franquismo. Que no te pase nunca. Que no nos pase nunca.
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