La primera información recibida, antes de ver la serie o proponérmelo siquiera, fue que bueno, que bien, pero que tampoco era para tanto. Había escuchado una entrevista a Paco León y a Anna R. Costa, productores y directores de la serie, que me había llamado la atención. Pero como te llaman la atención tantas y tantas cosas que luego no... pues bueno. El caso es que un día llegó mi hermano a casa y 'puso' a mis padres a verla. Y tenía su cosa.
El problema genético. El caso es que algo en la protagonista enganchaba. Efectivamente, Inma Cuesta es de Arquillos, Jaén. El pueblo de mi madre. Ver a Inma Cuesta, interpretando a una falangista cabreada con la vida, con esa cara y ese acento... no lo voy a negar, me recordaba todo el rato a mi prima Elena. Arquillos, mi madre, mi prima Elena... ya qué más da de lo que fuera la serie o lo fallos de guión o si el anacronismo o si la historia estaba hilada o no. Arquillos. No hay más preguntas.
La serie. La serie va sobre una anécdota concreta. El paso de Ava Gardner por Madrid durante los años cincuenta y sus conocidas correrías nocturnas, así como su vecindad con el general Perón y su esposa Isabelita, sirven como conexión para una historia en la que el retrato de época se mezcla con una pequeña intriga y una historia de enamoramiento que a veces mezclan y otras poco importa.
Importan más los gestos, las situaciones, las palabras, los comentarios, a veces incluso la propia estética de la serie, que si la historia tiene sustancia o no. No te cansas de ver, de escuchar... y te ríes. Con el salvajismo de los personajes. Con ese Paco León que nada más ver a Inma Cuesta, la Ana Mari, que avanza hacia él cojeando le suelta un 'Eres coja?', así, al fresco. Con las reacciones de Ana Mari, con el sobradismo infeliz de Paco León, con el numerazo que se te va la pinza de las cuatro o cinco intervenciones de Miren 'Aída', que cuando hace de esposa despechada monta el pollo, el pollaco, el super pollo de la vida y de la muerte..., brutal.
Y la Sitcom particular de los Perón. Isabelita Perón. Que ahí da risa pero que unos años más tarde, al frente de la Argentina, dio paso al horror.
Y es una serie de música. Con mucha música. Música incidental que le llaman, con aire moderno, como la que utiliza Paco León en sus pelis con su madre. Música de la época, aunque se ve que hay gente que dice que no es de la época. Las fiestas, los bailes, el flamenqueo, el bautizo de Antonio Flores...
Que no pasará a la historia como el historión, pero que es la serie de la que todo el mundo habla. Y mal que bien, a todo el mundo le gusta. Y mantiene esa línea de Paco León que comenzó con Carmina o Revienta. Lo importante no es la historia en sí, sino cómo se dice, cómo se cuenta y con qué se cuenta.
El retrato de una época, de falangistas diciendo que si te pega el marido, pregúntate a ver qué haces mal. De una mujer que en el alegato final dice que ella no quiere estar al servicio de un hombre. De ricos y pobres. En fin.
Que si la pueden ver, no se priven. Y si son de Arquillos, ya para qué.
No hay comentarios:
Publicar un comentario