martes, 11 de junio de 2019

Insolencia

En el pasado certamen poético de Lieja tuvimos la ocasión de hablar con el dramaturgo Paul De Minis y éste nos aconsejó la lectura de un autor muy desconocido, casualmente centro europeo, de nombre Afton Wicececk, especializado en la narrativa breve y le hemos dado una vuelta a su libro más famoso, llamado 'Virtudes'. Aquí el relato llamado 'Insolencia'.
'En un pequeño pueblo de la provincia de Málaga, en Andalucía, en los años posteriores a la restauración de la democracia en España, vivía una mujer llamada María Gracia que se dedicaba a coser en su propio domicilio particular para las señoras del pueblo que le encargaban trajes y vestidos y también para los señores del pueblo que le encargaban vestidos y trajes. María Gracia confeccionaba también vestidos para las comuniones y eventos de personas de toda condición, pero el grueso de su producción, artesana y manual, lo dedicaba a los fastos de los señores del pueblo, tal y como lo hacía su madre y antes que su madre su abuela.
Pero un día, un 18 de mayo de 1981, María Gracia se encontró con que la señora Amalia Vitorina, dueña de uno de los hornos del pueblo y latifundista de pequeña condición, le exigió la confección de dos vestidos pagando uno, dado que iba a una boda en Málaga y necesitaba recambio. Una boda de postín, irían ganaderos y aquel cantante tan famoso interpretaría la canción que todos recordaban.
María Gracia dijo que no.
Por lo del pago, por Amalia Vitorina, por el cantante, porque no. Y se negó a hacerlo. Sin dar mayores explicaciones, sin abundar en nada, dijo que no, que no iba a hacerlo.
Qué disgusto se llevó Amalia Vitorina y qué disgusto el resto del pueblo que no entendían ese feo de María Gracia a Amalia Vitorina. Qué le costaba, qué cosas de exigir, qué ganas de meterse en un problema, qué poquito agradecida, qué presunción si esos vestidos se encontraban en Málaga más baratos, qué pocas ganas de querer a la gente de su pueblo porque si no le hacía los vestidos a Amalia Vitorina ya no iba a encargarle nadie nada, porque a ver qué iba a pensar la gente...
Y María Gracia, que vivía sola, tuvo su momento de dudas. Habló por teléfono con su hermana Paloma que vivía en Sevilla y le comentó lo que pasaba. Su hermana ya estaba al tanto, porque Amalia Vitorina ya la había llamado para explicarle que mire usted.
Paloma le dijo que se fuera del pueblo y se viniera con ella a Sevilla. María Gracia se lo pensó.
Se lo pensó.
Ni se fue del pueblo, ni le hizo el vestido a la Amalia Vitorina.
Y siguió haciendo vestidos en el pueblo a las señoras del pueblo y trajes a los señores y comuniones y bautizos y segundas comuniones y todo tipo de cosas para los rituales más variados.
Y no pasó nada.
Pero podría haber pasado'.

No hay comentarios:

Publicar un comentario