Usted no me conoce. No sabe quién soy yo. Y se va a morir sin querer saberlo. Porque nos saludamos, nos ignoramos en el metro, nos cruzamos mientras uno va y el otro viene, nos hacemos los ofendidos cuando nos miramos sin saber porqué, nos hacemos los interesantes y jamás nos hablaremos. No nos conocemos. No nos han presentado. No me va usted a conocer en la vida. No va a aprender cómo soy jamás. Estamos separados por océanos de incomprensión. Hay una sola vida y no tengo ganas de perderla interesándome por usted.
El otro día vi que por fin se atrevía a comentarme algo. Se acercó y me dijo algo que olvidé al instante. Justo en ese momento mi pensamiento voló en otra dirección. Quién se ha creído usted que soy. Quién se ha creído usted que es. Intentar captar mi atención y comunicarme algo. A mí. No se lo crea. No se lo crea ni un solo segundo. Yo tengo mil cosas por hacer. Mil cosas por contar. Mil personas a las que escuchar.
Me conocen en todas partes. Voy por la calle y me saluda un montón de gente. A veces me gusta comparar cuánta gente me saluda a mí y cuánta gente saluda a quién va conmigo. Cuando saludan a la otra persona, la mido, la peso, la evalúo. No merece la pena que me salude. No sabe usted con quién está hablando. Debería usted saber que hablar conmigo rejuvenece, reconstituye, reafirma, reconforta. Hace mejor. Usted sabe quién soy yo. Usted me conoce. No hace falta decir nada más.
Saben todos que no soy persona de querer darme pisto, pero hace unos días que ando algo preocupado. Noto que mi popularidad está disminuyendo. Cómo puede ser. No he tenido fallos garrafales, no he dejado de estar ahí, pero noto que ya no soy el que era. La calidad de los saludos, el tiempo dedicado a preguntarme por cosas, esos momentos que se pierden de charla insustancial con alguien más por el placer de codearte que por lo que realmente te está aportando esa conversación. Ya no me pasa. Noto que soy yo el que busca, el que reclama, por favor, soy yo, es que nadie se está dando cuenta de que sigo siendo yo y que estoy aquí...
Estoy aquí, no me he ido en ningún momento, no me digas que pensabas que me había ido. Llevo aquí todo el rato y no me has dicho nado. Te has hecho el loco y no me has saludado cuando has entrado. He tenido que ir yo a decirte hola. Qué pasa. Qué te pasa. Qué te he hecho. Me conoces desde siempre y ahora me rehuyes. Por qué. No me lo merezco, siempre he sido el mismo.
Hay mil dudas por resolver sobre la identidad. Mil problemas que quedan sin respuesta. Quiénes somos. Quién eres tú. Porqué debería importarnos lo que piensas tú. Nos importa lo que piensas, lo que comes, las veces que comes, las veces que contestas a preguntas sobre lo que comes. Queremos saber más sobre ti. Te está aburriendo esto. Te estás poniendo malo. De qué color son tus heces. Cuánto rato puedes estar pensando en mi. Cuánto tiempo puedes estar sin verme. Me necesitas. Desde que me conoces, eres otra persona.
Tienes mi número, ya me conoces.
Vuelo alto, como un gavilán. Ya sabes. No me detengo ante nada. Conozco todos los trucos, he ido a todos los sitios, te he engañado antes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario