Se le entiende cuando habla. Me gusta cómo habla porque parece que es uno más de los nuestros. El día en que aprendan a hacerlo, el día en el que perfeccionen el lenguaje y aprendan a hablar como habla la gente, ese día estaremos perdidos de verdad. Hablamos en un lenguaje imposible, una metalengua, empleamos palabras como metalengua sin saber lo que significan, como lo estoy haciendo yo ahora. Tenemos miedo. Miedo a absolutamente todo. Miedo a lo que no sea levantarnos por la mañana, ir al trabajo, estar en el trabajo sin relacionarnos con nadie, volver del trabajo, ver la tele o dar una vuelta, planear fines de semana, vivir el fin de semana, una mesa llena de cervezas y platos de bravas vacíos, la comodidad de pensar en el lunes como un joder el lunes y qué larga se me está haciendo la semana y cuándo es el próximo puente y llevo todo el día pensando que es martes y es lunes todavía.
Hemos conseguido tantas cosas que tenemos miedo a perderlas. Nos conformamos con perder poco a poco. Ir perdiéndolo todo. Los jóvenes. Ignoro absolutamente cómo viven los jóvenes, cómo trabajan o si trabajan, o si hacen como nosotros, esperar a que sea siempre viernes por la tarde y pasar de todo. Tengo miedo. Miedo a que un día seamos absolutamente inútiles.
Tengo mucho miedo de que estemos contentos de ser absolutamente inútiles. De que nos conformemos con haberlo intentado y asumamos que nuestro papel es ese, haberlo intentado, dejar una página gloriosa. Vamos a dejar aún menos que eso.
Miedo a que cierren el bar al que vamos siempre y tengamos que reformularnos los días en los que nos encontramos en los bares.
Tengo miedo a que nunca más encontremos en la tele, en un miting, en la radio, a alguien que habla como nosotros. Que jamás nunca haya nadie que habla ya como nos gusta, como la gente. Qué es la gente. El pueblo trabajador.
Ha hecho un discurso que conecta con la clase trabajadora. Mucha conciencia de clase.
Tenemos el listón cada vez más bajo. O tenemos muchas ganas de gustar.
Han pasado los días y se acerca el día. Se acerca el 10 de noviembre, cuando debe empezar todo. Cuando llegue la noche del domingo y caigan los resultados electorales, sabremos si tenemos el país que nos creemos que tenemos o hemos perdido definitivamente el tren. Sabremos si vivimos en una Gran Catalunya donde la política se ha ido a la mierda y con ella la vida de todos y cada uno de nosotros y solo importamos si sabemos llorar con los mitos y las leyendas.
Leo artículos que me ponen los pelos de punta. No nos estamos enterando pero estas elecciones en realidad no sirven de mucho para lo que nosotros pensamos que deberían servir. Estas elecciones ya están sirviendo para colocarlo todo en su sitio.
Yo no estoy viendo en la calle tan mal ambiente. Veo confusión, aburrimiento, desgana, pero no veo que nos vaya a ir mal. Creo que nos irá bien por lo que nos dicen que nos debería ir mal.
Es la hora de las aventuras. Llevamos mucho tiempo con algo en la mano que era esperanzador, bueno, complicado. Y nos encontramos con el miedo. Y el miedo es muy poderoso. Y cuando el lunes por la mañana tengamos que ir a trabajar diremos que total, los lunes hay que volver a trabajar. Y hay que trabajar.
Y pagar.
Y tener miedo. Y encontrar alguien que habla como habla la gente y aterrorizarte.
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