El Ajuntament informa, el Ajuntament entretiene y yo me despido de vosotros hasta la semana que viene. No, es broma. No me despido. Ayer me llamó mi madre por teléfono para decirme que qué cojones ando escribiendo con ese pesimismo, que a qué viene esa tristeza, que no, hombre, que no, que hay que echarle pelotas y volvió a repetir ese lema tan conocido y reconocido de nuestro pueblo y que tan poquita gracia me ha hecho siempre de que 'el dinero, y los cojones, son para las ocasiones'. Mi madre está en el Esperit Sant desde hace una semana, por si no se había dado cuenta nadie. Y la que nos da ánimos es ella. Va todo más o menos bien y la preocupación gorda creo que ya pasó, aunque con esto no te puedes fiar. Y nos da ánimos ella.
Este es el nivel. Qué día tan intenso ayer. Creo que salí a la calle para aplaudir en la terraza y otra vez el frío este que está haciendo me detuvo en seco en la pretensión de estirar la broma. Salvo eso, poco más. Vimos otra peli, La Habitación porque una amiga recomendó y tal. El caso es que, esta película, siendo el tema duro y muy duro, al final se queda en nada y tiene uno la sensación de que ha perdido dos horas de su valioso tiempo viendo un algo que se te expone y que finalmente no llega a nada. Sí, que el amor materno filial llega a generar un vínculo muy fuerte si está expuesto a una situación de encierro. Bien. Eso ya me lo sé. Y que la familia y tal. Oye que sí. Pero que si eso al final no lleva a ningún sitio y el drama que se expone es como de aquella manera, pues qué quieres. Y temas como que el abuelo quiera mirar al nieto, pues explícalo de alguna manera joder.
Y luego vimos, dentro de esta 'dèria' que tengo por lo que es el judaísmo y sus cosas, una serie llamada Unorthodox sobre la historia de una chica que huye de su familia hasídica. Aplico un poco lo expuesto anteriormente, que al final acaba todo tan bien que se queda uno un poco frío.
Un día más, escribo el sábado sobre lo que pasa el viernes porque el viernes no tuve tiempo. El viernes fue ayer, hoy es sábado y hoy tengo muchas cosas que hacer. Cosas como, por ejemplo, hacer una especie de concierto en directo junto a mi hermano que no sabemos cómo lo vamos a hacer. Somos un desastre incomprensible. Si sabemos que tenemos que hacer una cosa ¿porqué no nos preocupamos de saber cómo se hace con tiempo? No, lo tenemos que hacer todo mal y corriendo y con esa sensación de que nos importa todo un poco un pimiento. Y no es verdad. Nos importa tanto que lo dejamos correr por que... y si sale mal.
No va a salir mal, lo haremos si no dignamente, a nuestra manera.
Y hace buen día, que no hace calor tampoco. Vamos a sacar la plancha Palson que me regalaron en cuanto me vine a vivir aquí y vamos a hacer unos bistecs al aire libre como si fuera una barbacoa. Somos unos valientes. Y por la tarde concierto.
Es un disparate esto del confinamiento. Nos empeñamos en buscar actividades que nos marquen como mojones durante el día motivos para no chafarnos. Y nos buscamos tantas actividades que terminamos agotados o bien dejamos de lado actividades como esta, escribir en el blog.
Esta mañana me he despertado para ir al lavabo. Mientras estaba en la faena, he dado los buenos días a un grupo de watsapp, del palo, venga palante que es sábado.
Y me he vuelto a ir la cama. Hasta las once.
No tengo perdón.
¿Tu madre está en el hospital? ¿Con el virus o con otra cosa? Se lo que sea, que se mejore pronto.
ResponderEliminarcon virus. ya lleva nueve días ingresada. pero se va recuperando.
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