Dos días antes de que se juegue la semifinal, el partido de vuelta entre mi Athletic Club y el Granada, me gustaría hacer una reflexión. En primer lugar, no veo nada claro que vayamos a pasar. Creo que hemos demostrado en los últimos partidos que nuestro planteamiento, ideas y jugadores están algo estancados, nos faltan efectivos, nos sobra entusiasmo, pero nos falta fútbol, picardía, idea, pericia a la hora de rematar y de sacar rendimiento de todo el esfuerzo que hacemos. Pienso en un partido duro, con todo un estadio presionando, jugadores del equipo rival yendo como lobos, como se tiene que ir, y nosotros jugando a aguantar y ver pasar el tiempo. Y nunca nos sale bien.
Tenemos una oportunidad histórica. Hace muchos años que en Copa los equipos que no son el Barça o el Madrid no llegan tan arriba y con posibilidades de ganar. Sea cual sea la final, será inédita. El hecho de que Barça y Madrid cayeran eliminados abre la puerta a poder ganar el trofeo. Si antes nos eliminaban, te cabreas, pero sabes que si los magnates del fútbol están en el ajo, poco puedes hacer. Así que de lo que pase el jueves por la noche, sobre todo si no pasamos, infiero que pueden extraerse conclusiones que pueden ser fatales para nosotros.
Los que somos del Athletic nos hemos tenido siempre por una afición especial. Una afición que en muy raras, muy contadas ocasiones es capaz de increpar a sus jugadores. Puede silbar un mal partido, que tiene que ser espantoso, pero nunca increpar a jugadores. Ahora que leo twitter y esas cosas, leo cosas inverosímiles, ataques a jugadores, casi conatos de agresión, negación del pan y la sal a entrenadores que nos están llevando lejos y que con lo que hay, mucho exprimen el limón.
Me muero de felicidad si el jueves pasamos. Y no lo veo claro. No me quiero ni imaginar volviéndome loco y comprando el mismo viernes un billete a Sevilla a hacer lo que sea, menos ver el partido. Pero es eso. No me lo quiero imaginar.
Me imagino más la destrucción de un sueño como es el de ser aficionado a un club de Fútbol especial, que compite con lo que puede irle guindando a precio de oro a la Real. Me imagino más acabar siendo como la Real. Y entonces yo ya no tendría motivos para ser del Athletic Club. Me imagino que la gente querría ganar, que la directiva querría ganar, que los intermediarios por fin podrían hincar el diente al Athletic y ganar también. Y me da terror.
Porque como desaprovechemos esta oportunidad histórica y, Iraola no lo permita, la Real llega a la final y la gana, mucho me temo que acabemos solicitando darnos la puntilla nosotros solitos.
Quiero que gane el Athletic Club como quiero que gane siempre, pero esta vez más. Porque viendo por donde van los tiros, viendo cómo se mueve una afición que parece que se parece cada vez más a los demás, estamos a punto de que nos vendan el caramelo envenenado de que para ganar se necesita un plus. Y ese plus es dejar de ser el Athletic Club. Me da pavor pensar en toda esa gente que piensa que perder contra un Granada que nos saca nueve puntos sería una desgracia tan mayúscula como para quemarlo todo.
Espero que el jueves ganemos, pasemos y que lleguemos a la final. Y si no pasamos no diré que no pasa nada. Pasa y mucho.
Pero me da terror que pase demasiado.
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