Yo recuerdo aquel mitin en la plaza de la Mediterrània o puede que fuera la plaça del Rellotge y no me acuerdo si fui solo o fui con mi padre. Mi padre era muy de Julio Anguita. Yo era muy de Julio Anguita. Todo el mundo era muy de Julio Anguita, todo el mundo decía y dice que era el político más honesto, el que decía las cosas más claras, el que iba de frente. Pero no le votaban, o no le votaban tanto como luego se votó a otros que, precisamente, tuvieron a Julio Anguita como su inspiración. O como una de sus inspiraciones. No recuerdo muy bien cómo fue el mitin aquel ni qué año era, puede que el 93, no lo sé. Supongo que en el 93 ya podía votar y voté a Iniciativa que en aquel tiempo era votar a Izquierda Unida. Y recuerdo ir a visitar al Jordi Guillot en la Diputació para entrevistarle en el 98, o 99, supongo, en la época del rompimiento de Iniciativa con Izquierda Unida y tener el corazón roto. Y a él se le rompió el corazón después o antes. En el 93, después, hasta que tuvo que dejar la primera línea y se convirtió en el inspirador de muchas cosas que vendrían después.
Julio Anguita representó en su momento la recuperación de la autoestima para la izquierda que no levantaba cabeza desde la gran hostia de 1982. Aquel momento de desmoronamiento, de completo reflujo, seguido de una fundación de Izquierda Unida que no parecía acabar de arrancar, lo llevó él con su teoría y su práctica a sacar la cabeza. Y no molaba entonces tanto a tantos como ahora mola. Su teoría de las dos orillas planteaba el enfrentamiento también con el PSOE, no solo con el PSOE, y eso significaba palos. Palos por todos lados. Palos y submarinos e incomprensión y aunque en un primer momento la cosa va bien, luego viene la división. Las dos orillas significaban que no podíamos ser subalternos del PSOE, que teníamos un programa, unas ideas, y que debíamos ir con ellas primero. Programa, programa, programa. Y eso no molaba. Pero para muchos significó recuperar dignidad y entereza. Aunque acusaran a Anguita de trabajar para la derecha, la pinza, todo aquello. Tiempos difíciles aquellos, supongo que la patata le petó porque soportar aquello no debía ser fácil. Ya nos conocen. El rompimiento con Iniciativa, la pena negra, la formación de Esquerra Unida i Alternativa. Y hoy, ir con la Loli al local a por fotografías y sentir pena por el que se ha ido y también pena porque uno no sabe qué ni porqué y cómo y de qué manera nunca podemos estar juntos y siempre tenemos que encontrar la manera de buscar la diferencia, la manera de expulsar al otro, de no estar con él, y yo el primero. Y sé que últimamente no he estado de acuerdo con Anguita, y que se había puesto a escribir artículos con Monereo que no me gustaban y que ponían por delante la lucha contra la Unión Europea al peligro de un ascenso de algo que da miedo, o al menos, reclamaba para la izquierda más valentía para salirse del discurso en el que parece que no tenemos discurso. Pero yo no lo veía. Y sigo sin verlo. Pero qué más da. Cuando alguien te pregunta por tus ideas o dónde rezas, siempre sale Julio Anguita. Anguitista. Anguitismo. Justo cuando el muro de Berlín cae, Anguita sacaba a pasear orgulloso su nombre de comunista y el mundo se ponía nervioso y ya estábamos con que parecía antiguo y que era soberbio y que era... y se iban al PSOE. Se muere Julio Anguita justo el 16 M, el día después del 15M, movimiento que quiso recuperar mucho de lo que él quería decir, incluso ante cierta rigidez de IU en aquel tiempo, él se situó entre pinto y valdemoro y fundó el Frente Cívico y se dijo que a lo mejor se iba al naciente Podemos y todo fue que al final todo el mundo está en su sitio y Anguita seguía sumando porque lo que decía era importante y la gente le escuchaba y lo recordaremos dando mítines como un profe que te daba la lección y no veías otra cosa que la lección era cierta porque explicada de esa manera no podía ser de otra forma. Y no sé si llegué a ver más veces a Anguita y me acuerdo que un año, ya en la Universidad, creo que vino él o no sé quién vino a la Universidad y dónde pero vino alguien que quizás era él y fuimos a verle y alguien del público hizo la pregunta dolorosa 'cómo puedo votar a Izquierda Unida en Catalunya', y esa pregunta todavía se hace hoy y es dolor. Y pena. Y pensar que no pudimos y que ahora podemos y que lo hacemos en común. No es fácil. Se va Julio Anguita y recuperamos sus imágenes y sus discursos y sus grandes frases y su prestigio cuando era el alcalde de la Córdoba comunista, el Califa rojo, y su imagen qué narices de Califa mismo y sus entrevistas y sus intervenciones en el Congreso y escucharle como si fuera la palabra. Y el hecho. Y lo difícil que es la práctica. Y ahí lo tenemos, en la foto, al lado del Cura, al lado del Lluís, nuestro alcalde. Y cada uno a su manera. Y todas las derrotas y todas las veces que pensamos que, teniendo a Anguita, cómo no nos iba a ir bien, cómo podía ser que la gente no nos votara. Y una vez, y otra. Y venceremos. Pero no nos aguanta el corazón.
Foto: Loli Gómez
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