Yo no sé qué es lo que no se entiende. Si lo que no se entiende es la forma o el contenido. La forma suele ser bastante común. No dejan de ser frases, palabras, hiladas con más o menos gracia. Eso en cuanto a la forma no significa nada raro. Lo podría hacer de otra manera y utilizar simbolismos, formas, utilizar la propia estructura del texto como un mensaje propiamente, que la propia mancha negra sobre blanco o sobre naranja significase algo, pero no es así. No llego tan lejos. No sé. La vanguardia, lo que era hace 120 años la vanguardia, sí que utilizaba estas cosas, pero yo soy mucho más conservador. No sé lo que no se entiende entonces. Será el contenido.
El contenido suele ser forzado. El contenido es forzado e improvisado. El contenido suele partir de un punto concreto para perderse por la inmensidad como se pierden las palabras que dices cuando estás hablando con esa vehemencia que parece querer imponerse al silencio y solo hace que engordar aún más la sensación de inutilidad. Las palabras y los contenidos que se enmascaran debajo de historias de un cierto interés, las palabras y los contenidos que no casan con lo que uno espera que sea lo que hay que leer en un blog local. Local como vinculado al territorio. Soy una persona, y ahora quiero hablar también un poco de mí, vinculada paradójicamente a mi tierra. Digo que paradójicamente porque la verdad es que uno no tiene una relación evidente con la tierra. No me gusta la tierra. La tierra que uno pisa, el mundo en el que uno vive. El aire que respiro cada día. Esa es mi tierra y ese es mi mundo. Y estas con mis cosas. Cosas que colgando parecen bolsas. Hoy es un día como otro cualquiera para hablar del fondo y de la forma. Del contenido especialmente. Qué es lo que no se entiende, qué es lo que tendría que decir, qué es lo que se espera de mí, Señor, si me pones estas pruebas tan difíciles. Si ahora me tengo que complicar la vida con el siginificado y el significante, entonces qué. Si en este preciso momento de mi producción literaria he de replantear desde el principio lo relativo a la forma y el contenido y sobre todo al contenido entonces qué. Y ese es el planteamiento que me gustaría dejar más o menos claro, que es lo que es. Es lo que uno dice y cómo lo dice lo que le imprime carácter y condición a todos y cada uno de los escritos y pienso, me lo creo realmente, que todos los textos se entienden de la misma manera, todos quieren decir exactamente lo mismo y absolutamente todos tienen la misma intención. La intención, creo que esto ya ha quedado claro en otras ocasiones, no es otra que la de rellenar, la de ir completando cada día una tarea que no es titánica ni deja de serlo pero que sí que es lo suficientemente apasionante como para cualquier otra cosa. La tarea es titánica. Titánica. Ustedes no me conocen, ustedes físicamente no me conocen, si me conocen saben que la palabra titánica no se corresponde en absoluto con mi propia imagen. Propia imagen. Y de qué sirve escribir tanto, tan seguido, si no te entienden. De qué sirve la propia imagen de persona que escribe tanto si todo consiste en que no te entiendan. Qué es lo que podemos decir. Qué oscura satisfacción debe encontrar uno dentro de sí mismo a la hora de escribir cuando le dicen que no se entiende. No se entiende. Se entiende. Se entiende perfectamente, se entiende de una manera clara, prístina. Se entiende como se entienden todas las cosas, que están delante de uno y que no tienen otro camino que el de seguir las normas de la comunicación.
Siempre. Emisor, receptor, mensaje. El mensaje creo que es ciertamente evidente, claro, totalmente inteligible. El mensaje está compuesto por un código, el mensaje y el significado y el significante. No sé porqué he puesto lo del código.
Y ahora hemos tocado con la línea de fondo del problema. 'El mensaje está compuesto por el código'. Qué querrá decir eso exactamente.
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