Esta serie no se podría haber hecho aquí. Es la primera frase que te viene a la cabeza. Esta serie se tendría que haber hecho aquí. Es la segunda frase que te viene a la cabeza. O quizás con el orden invertido. El caso es que la monarquía británica no es como la monarquía española. Ni vienen del mismo sitio, ni pintan lo mismo, ni tienen la misma percepción de sí mismos. Supongo. La serie británica The Crown, nos cuenta la vida de la reina Isabel II del Reino Unido y de su familia, importante, desde un poco antes de coronarse hasta el final del gobierno de la Thatcher y los problemas gordos entre la princesa Diana y el príncipe de Gales.
La serie retrata de una manera bastante... ¿es bastante fidedigna? ¿o se esconden cosas, de todas las maneras? Es decir, la serie nos enseña cómo los miembros de la familia real británica se rigen por códigos de conducta donde lo primero y principal es mantener a la Reina en el trono y todo lo que haga inestable esa situación, ha de ser reprimido. Bodas, amoríos, voluntades, carreas, todo, porque la Reina ha de seguir siendo Reina. Y seguir siendo Reina no significa 'mandar' tampoco. Significa ejercer un papel que se sitúa por encima de las disputas políticas, cueste lo que cueste, y ostentar un simple cargo de representación de una manera de ser. La monarquía como representación. ¿Eso es lo que tenemos aquí? Nosotros nos creemos que sí pero sabemos que no. El Rey aquí interviene, opina, ha sido decisivo según algunos para unas cosas u otras... pero... ¿sabemos qué hizo la reina de Inglaterra durante la crisis del Ulster? ¿Dejó hacer? En la serie, el conflicto de Irlanda del Norte aparece tangencialmente. No tanto como otros conflictos como el de los mineros, donde con el primer ministro Heath da alguna 'sugerencia' o bien con otros temas donde, al final, tiene que dejar hacer. O no.
La imagen que proyecta la serie de la monarquía británica es que bueno, son unas personas que consagran su vida a ejercer un papel que les cuesta la salud, la salud mental, a costa de llevar una vida padre y madre. La imagen que proyecta la serie de la monarquía británica, es que son unos seres aplastados por la responsabilidad de mantenerse en el trono, que alguno de ellos lo querría ejercer de otra manera, pero que finalmente siempre tiene que hacer lo que toca. La imagen que proyecta la serie de la monarquía británica es de unas personas que son capaces de sacrificar la vida de cualquiera por mantenerse en el mismo lugar que ocupan, aunque esas personas sean sus propios familiares. La imagen que proyecta la serie de la monarquía británica es que muy mal, muy calamitosamente, muy desastrosamente, lo tienen que hacer para que alguna vez la monarquía desaparezca en Gran Bretaña. La imagen que proyecta la serie da lugar a un debate.
Y quizás eso es lo más interesante de la serie. Conflictos familiares y políticos se entremezclan durante cuatro temporadas. Esos mismos debates y conflictos seguro que se han dado y se dan en la monarquía española. Pero aquí no estamos preparados para saber si al rey le gustaba esto o lo otro, o qué pensaba la reina Sofía sobre cualquier cosa, su relación con los políticos de cada momento, su relación con la dictadura franquista, la educación y los traumas de Felipe, cómo son las Infantas y porqué son como son... puede que, como ocurre con algunos personajes de la serie The Crown, en algún momento puedas coger simpatía por alguno de ellos. Puede que también puedas llegar a despreciarlos, a los mismos a los que un día no viste con malos ojos.
El príncipe Carlos, por ejemplo. De joven y de crío ves que es un chaval que no tiene mal fondo pero que está bajo un férreo marcaje. El joven Carlos por ejemplo, cae bien cuando va a Gales y tal. El joven Carlos se enamora de alguien pero otro alguien, la de siempre (es peor la reina madre que la reina hija, eso queda claro), cae en la cuenta de que mejor no. Y le joden, pero no es capaz de hacer otra cosa, y acabará jodiendo. Mención especial para el actor que hace de Príncipe Carlos.
La princesa Margarita. De joven es una pija que no puede caer bien, pero como le joden un matrimonio simplemente porque sí, simpatizas. Como sabes que le han jodido la vida, simpatizas, aunque luego haga por su cuenta y trate a la peña de aquella manera nada más. Aunque luego asuma que su vida va a ser esa y se vaya autodestruyendo, no te acaba de caer mal. Porque es un personaje. En la vida real, jamás simpatizarías con una princesa de Inglaterra. Mención para las dos actrices que hacen de princesa Margarita.
Y así te comes cuatro temporadas de una serie excelentemente interpretada, que no tiene capítulos de relleno, que todos tienen su dramita, que es cierto que muchos, muchos de ellos, acaban más o menos bien, y que tienen como colofón ese discurso o charla o consejo final del Duque de Edimburgo sobre el papel que pinta todo el elenco de personajes en esa trama. Ninguno. Solo pinta La Corona.
Mención especial para el capítulo Fagan, dedicado al tipo que se coló en el palacio de Buckingham para decirle a la reina Isabel que Margaret Thatcher era lo peor. De hecho, si algún político sale mal parado en la serie es Thatcher. Mención especial para la Thatcher. Mención especial para Gillian Anderson.
La reina de Inglaterra es un concepto, es una idea, cantaban los Solunieve. Esperando a que salga ya la quinta temporada.
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