lunes, 21 de junio de 2021

Nihilismo


Vanka y yo conocíamos a Andrei Konoplatski de antes. De antes de todo esto. Cuando éramos diferentes. Cuando éramos otros. Andrei Konoplatski conoció a la Princesa Manakova durante una estancia de esta en un sanatorio cerca de Kazán. Al aprecer a Konoplatski le habían desterrado allí por actividades fuera de lo permitido por nuestro querido padre el Zar. Konoplatski era una persona divertida, locuaz, siempre tenía una broma que gastar, siempre tenía algún comentario jocoso sobre alguna situación. Era rápido. Era talentoso. Estaba malgastando los mejores años de su vida dedicándose a cambiar el mundo sin saber que el mundo estaba a punto de cambiarlo a él. Allí desterrado conoció a la princesa Manakova pero tambéién conoció a la princesa Halinskaya. 

La princesa Halinskaya era una muchacha que se había criado entre los campesinos de la colonia que su padre tenía en la tierra de los Buriatos. Era una chica esplendorosa, impulsiva, genial. En cuanto se encontró con Konoplatski conectaron. Paseaban juntos, discutían, se reían, volvían a discutir acaloradamente. La princesa Halinskaya era radicalmente reaccionaria y conservadora. Su padre, el príncipe Halinski, era uno de esos defensores de la Fe que consideran que nadie está a su altura y se lo había trasladado a su hija, esa pasión, por la cual ella debía evangelizar también a tantos malos cristianos. Incluso el propio Zar era un pecador. Konoplatski se enamoró perdidamente de la Halinskaya. La Halinskaya también se enamoró de él. Se enamoraron. 

Cuando terminó el destierro de Konoplatski, éste le propuso a la princesa Halinskaya que se fuera con él. Cuando terminó el destierro de Konoplatski, la princesa Halinskaya le propuso a Kononplatski que se fuera con ella al territorio de los Buriatos. 

Ambos se separaron. 

La princesa Halinskaya perdió algo de su temperamento impulsivo. Con los años siguió siendo una reaccionaria intransigente, pero menos chispeante. Konoplatski por su parte, se convirtió el brasas que ahora conocemos. 

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