miércoles, 15 de septiembre de 2021

Karpov


Venga, cógeme la mano fuerte. Muy bien. Qué fuerte. Madre mía. Cómo coge la mano de fuerte. Yo no sé a quién se le ocurrió la idea esa de que coger la mano fuerte es síntoma de confianza, de estar seguro de uno mismo. Qué manía con estar seguro de uno mismo y de tener que demostrar a cada momento que uno está seguro de uno mismo y qué fuerte coges la mano. Me impresiona que me cojas la mano tan fuerte. Me deja completamente descolocado. Estoy absolutamente fuera de juego porque me coges la mano fuerte. Venga, así, estrechando la mano con confianza. Bien fuerte. Claro que sí. Ya tienes media partida ganada. Parece que llegas con prisa. Seguro que te han dicho que llegar así con sensación de prisa es también conveniente. Que está bien que el otro vea que eres una persona ocupada, que llegas de algún sitio, que ya has estado resolviendo algo antes de llegar aquí mientras tú estás nervioso esperando que llegue el momento. Este es para ti otro momento más de los muchos momentos importantes que ya has tenido durante el día y que no terminará aquí, tendrás más. Eres una persona importante, segura, y te vas a desabrochar un botón porque eres una persona que no necesita las ataduras de las chaquetas ni de los chaquetas. Claro. Coge la mano bien fuerte, fuerte. Con confianza. Que note yo que no estás nervioso, ni que eres una persona de esas flojas que dan la mano así como muerta, como con asquete. No, tú no tienes asco, claro que no, tú coges la mano del otro y te la haces tuya. Una mano como el que coge toda la voluntad del adversario. Ya estoy en tu poder. Me has cogido la mano de una manera tal que más parece que ya has ganado la partida con ese gesto que jugándola. Anda, siéntate.  

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