Andorra. Qué se nos ha perdido en Andorra. L'escapada. No me gusta eso de esquiar y aunque me gustara, qué hago yo con este cuerpo español intentando esquiar. Vamos a Andorra, algún sitio que esté por la montaña, lejos, vamos a quitarnos de en medio y aprovechar uno de esos paquetes de regalo que se nos va a caducar después de muchos intentos infructuosos de escapar. La película se llama escapar. No sabéis lo que está siendo esto. Hay que escapar de vez en cuando o nos volveremos locos. Sonrío mientras escribo esto. También.
Andorra. Mi padre iba a veces a Andorra. Quiero recordar cuando iba a Andorra, un día, temprano, se iba con algún amigo, lo recuerdo como en un sueño, se iba muy temprano y volvía tarde. No teníamos coche ni nada. Mi padre se bajaba lo normal, paquetes de tabaco, supongo que algo de whisky bueno y mantequilla holandesa. Yo no he ido en mi vida a Andorra. Una vez fuimos a hacer un fin de semana de aventura a la vall de Boí.
El viaje consiste en un fin de semana a La Cortinada. La Cortinada resulta ser un pequeño pueblo andorrano, pero no es tanto un pueblo como las casas que quedan alrededor de la carretera. Impresiones de Andorra. No me ha gustado Andorra al resultarme poco acogedora. Lo explico. Entras a Andorra, ya te comes una caravana no sabes porqué y entras ya a una especie de sucesión de gasolineras, semi polígonos, tiendas grandes, y vas avanzando por la carretera hasta llegar a algo que no sabes pero que es Andorra la Vella y a partir de ahí tienes que decidir tu camino. Los paisajes son sobrecogedores, eso sí. Esas montañas, ese verde, es increíble. Ahora bien, si nos desligamos de lo que es la naturaleza, el conjunto es poco... bonito? No sé si bonito es la palabra, pero no siente uno que aquello sea un lugar visitable, paseable, donde pararte a tomar algo. Pararte a tomar algo. Es todo como poco natural.
Eso es. Poco auténtico.
Una impresión quizás condicionada por las expectativas o por no tenerlas. Comer y eso, y fuimos finalmente a dar un paseo para comprar. Comprar en Andorra. Ese clásico. Somos tan torpes que no supimos verle la gracia a la compra andorrana. No supimos encontrar ese descuento, ese ofertón, esa cosa que merece la pena ser comprada en Andorra. Somos muy torpes. Solo el último día entramos en un super para comprar lo normal. Queso. Mantequilla holandesa. Alcohol. Y chocolate. Y ya.
Y en eso ha consistido Andorra. Ni una triste colonia y mira que hay perfumerías. Fuimos a comer a Escaldes-Engordany y descubrimos que en realidad es lo mismo que Andorra la Vella. Fuimos a dar una vuelta por la ruta del Ferro, naturaleza y eso, bien. Fuimos al Roc del Quer, mucha gente, pero muy bonito todo. Ya he dicho lo de los paisajes sobrecogedores.
No hay mucho más que decir. Andorra, l'escapada.
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