domingo, 16 de enero de 2022
Lacan contra Laclau
Somos muchos los que pensamos que una cosa no tiene relación con la otra. Cuando se nos pregunta si estamos en un lado o en el otro, sabemos dónde estamos. Y nos gusta pensar que es en ese espacio donde se encuentra la mayoría. En ese espacio, pueden suceder miles de cosas y se aglutinan multitud de factores. Las palabras brotan de mi boca como un chorro de agua fresca en un desierto de ideas. Es en ese espacio, insondable, donde se encuentran todas las respuestas. Cuando tú y yo nos encontramos y formamos un dúo, si unimos a más personas, tendremos un grupo. Piénsalo. Y a partir de ahí, podemos hablar de un espacio. En el espacio, de viaje por el sol en una nueva dimensión. He querido ser sincero contigo y con los demás. Si estoy a este lado es por convicción, una convicción seria y sin ambages, no lo hago por ningún interés espúreo. Lo hago porque siento que es mi espacio. Es el espacio el que nos define. El espacio y no nosotros mismos, siempre sujetos a lo que nos dicta el espacio. En el espacio están las respuestas. Yo no soy yo, sino mis circunstancias, que son el espacio, que son las que me definen en todo momento. Claro que sí. Fomento la confusión. Hablo por hablar. Tengo discurso y otro discurso también si es que lo necesitas para algo. Te puedo llevar a cualquier sitio. Somos muchos los que pensamos que nada está relacionado entre sí. Que la cosa fluye como cuando tienes agua acumulada en el fregadero y sabes que tarde o temprano acabará escurriéndose por el. Un momento. Cómo se llama el agujero por el que se va el agua. Es en estos momentos cuando se tambalea todo el corpus teórico. Cuando en los detalles más cotidianos el discurso falla, es el momento del repliegue. Si ante un problema tan sencillo como es el de encontrar una palabra, un concepto de uso común, no nos sabemos desenvolver, de qué vale la conquista de la hegemonía o bien perdernos en elucubraciones más allá de Orión. Es el momento de un repliegue sencillo, táctico, hasta que no seamos capaz de desarrollar al menos un relato que no nos obligue a tener, ahora sí, ningún apego con lo cotidiano. Creo que somos capaces de eso.
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